La Carta General del Reino

No es objeto de este trabajo, exponer las vicisitudes del levantamiento del Mapa de España a través de los tiempos, simplemente hoy nuestro pretendido propósito es relatar la intervención que tuvo Domingo Fontán en la construcción de la llamada Carta General del Reino íntimamente ligada con la definición de su organización y división territorial, para la que se necesitaba imperiosamente  un mapa ajustado a datos geodésicos que las plasmasen y pusieran sus límites, extensión y contenido en conocimiento de la sociedad de su tiempo.

En el siglo XVII, el Siglo de las Luces, el Siglo de la Ilustración, nació Fontán (1788) bajo el reinado de Carlos III (20 Enero 1716 – 14 Diciembre 1788). El Profesor, Escritor y Periodista Carlos García Bayón (1914 -2003) en un artículo publicado en el Diario de Madrid, ABC del día 2 de Febrero de 1966, (página 29), titulado: «LOS CABALLERITOS DE AZCOITIA  DE GALICIA, Antonio Domingo Fontán, vísperas para un centenario” (el de su fallecimiento acaecido el 24 de Octubre de 1866), calificó a Domingo Fontán, no Antonio, como uno de los últimos caballeros de la Ilustración gallega haciendo alusión a ese grupo de nobles ilustrados de Azcoitia que se reunían en tertulias y gustaban estudiar las ciencias y las letras que burlonamente así denominó el Jesuita José Francisco Isla.

De sus reuniones nació la Sociedad Vascongada de Amigos del País, fundada en 1764, García Bayón afirmaba en su artículo:

“Galicia en el siglo XVII era extramuros, casi una región fantasmal…»

«…. los «Caballeritos de Azcoitia» de Galicia no tuvieron la suerte de ser coetáneos entre sí…» estos «Caballeritos de Azcoitia» de Galicia iniciaron a manifestarse con los atisbos madrugadores de Feijoo y el Padre Sarmiento; se continuaron por Cornide y Rioboo; y alcanzaron su centro solar un poco atrasado con el horario europeo con Rua Figueroa, Casiano Prado, Ramón de la Sagra, Colmeiro, Marqués de Sargadelos, Lucas Labarda, Varea y Aguilar, y Fontán….» «… Pero este «Caballerito de Azcoitia» resulta hoy tan fantasmal como la Galicia del Siglo XVII…»  «… No hay aún una monografía seria, un trabajo sosegado sobre Fontán, un manual que ponga al alcance de todos, vida empresa, lo cual sin paliativos resulta una injusticia….»

Cuando mi abuela Regina Fontán Medina me regaló el ejemplar de ABC que contiene el artículo de García Bayón, que aún conservo, no me imaginaba que me vería comprometido en tratar de poner remedio a tal injusticia, pues dicho trabajo o manual hoy en día está aún pendiente de ser publicado.

En ese siglo,  los  ilustrados europeos en la Ciencia de la Geodésica, debatían sobre la forma de la Tierra, contraponiendo la teoría del Matemático inglés Isaac Newton (1643 – 1727) expuesta en su obra titulada: “Principios Matemáticos de la Filosofía Natural» conocida como » “Principia» publicada en Londres en 1687, en la que propuso que la Tierra era un elipsoide achatado por los polos y la teoría del Físico y Matemático francés René Descartes (1596 – 1650), expuesta en el «Discurso del Método» publicado en Leiden, Holanda en 1637, en la que afirmaba que la Tierra es un elipsoide achatado por el Ecuador.

Para determinar la forma de la Tierra, la Academia de Ciencias de París con el apoyo del Rey Luis XV, organizó dos expediciones para confirmar la teoría de Newton, midiendo dos arcos de meridiano terrestre comprendidos dentro de un ángulo de un grado con vértice en el centro de la Tierra uno en las proximidades del Ecuador y el otro en las cercanías del Polo Norte comparando ambas mediciones.

La primera efectuada en 1735, fue la Expedición a Laponia; la segunda se realizó a Quito en ese mismo año, pero en ésta, necesariamente se tuvo que contar con la Corona de España, pues Quito donde estaba ubicada  la Real Audiencia y Cancillería pertenecía al Virreinato del Perú, por ello Luis XV solicitó autorización a su sobrino Felipe V, quién autorizó la Expedición condicionada a que a los científicos franceses les acompañaran dos españoles.

Retrato de Jorge Juan. Museo Naval de Madrid

A tal objeto, se designó a dos Guardiamarinas con amplia formación teórica, Jorge Juan y Santacilia Fondonet (Novelda, Alicante 5 de Enero de 1713 – Madrid 21 de Junio de 1773) y a Antonio Ulloa (Sevilla 12 Enero 1716 – Isla de León, Cádiz 5 de Julio 1795) quienes fueron ascendidos a Teniente de Navío.

 

Entre los científicos franceses se encontraban el Matemático Louis Godín y su primo, Jean Godín, el Astrónomo Pierre Bouguer, el Geógrafo Charles Marie de la  Condamine, el Médico Cirujano Jean Sinergues, y el Botánico Joseph Jussieu.

Para la citada operación se midió un Arco de Meridiano entre las ciudades de Quito y Cuenca, separadas por 300 km mediante Triangulación Geodésica, partiendo de una base en la llanura de Yaruqui cerca de Quito como principal y otras complementarias de comprobación con vértices geodésicos ubicados en alturas superiores a los 5.000 metros. La Expedición se prolongó de 1736 a 1744. Sin embargo, no estuvo exenta de incidentes, entre ellos las graves desavenencias suscitadas entre Louis Godin con los demás miembros, motivadas por su condición de mujeriego, que cuestionaron su liderazgo, pues a tales actividades no solo sustrajo su tiempo sino también los fondos de la expedición; ello determinó qué al conocerse los resultados confirmatorios de la teoría de Newton, al regreso de los expedicionarios de Laponia, la de Quito perdió la conexión entre sus miembros, dedicándose cada uno de ellos a sus propias investigaciones y particulares ocupaciones.

El más sonado de los incidentes acaecidos durante la Expedición fue el amancebamiento del Médico Cirujano Jean Siniergues con la criolla de Cuenca, Manuela Quesada, quién al hacer alarde de manera pública y notoria de tal condición en una corrida de toros en esa ciudad, le costó la vida al ser asesinado. El primo de Louis Godin, Jean Godin contrajo matrimonio con la también criolla de Riobamba Isabel Granmeson Pardo de 14 años de edad, después de 20 años de separación consiguió llevar a su esposa a Francia dónde vivieron sus últimos años.

Jorge Juan y Antonio Ulloa regresaron a España en 1746, año en el que falleció Felipe V (19 de Diciembre de 1683 – Madrid 9 de Julio de 1746) sucediéndole Fernando VI (Madrid 23 de Septiembre de 1713 – Villaviciosa de Odón 10 de Agosto de 1759).

En 1749, Zenón de Somodevilla Bengoechea, Marqués de la Ensenada a quien el Jesuita Padre Isla llamaba «Secretario de todo»  fue nombrado Consejero de Estado, promocionando el proyecto del levantamiento de la Carta General del Reino.

Mediante Real Decreto de 10 de Octubre de ese año de 1749, se establecía la llamada Contribución Única; para lo que se necesitaba la formación de un Catastro, entendido como registro estadístico para determinar la extensión y riqueza de un territorio, con el objeto de poder aplicar el sistema impositivo dónde se daba principal relevancia al censo de población.

Para tal fin se remitió un interrogatorio de 40 preguntas a todos los rincones de España con la excepción de Álava,  Guipúzcoa, Vizcaya y Navarra que conservaban sus fueros y privilegios. Este ímprobo trabajo se culminaría el 10 de Noviembre de 1752 con la agrupación de todos esos interrogatorios.

Dichas excepciones a la Contribución Única vinieron determinadas por los Decretos de Nueva Planta otorgados por el Rey Felipe V entre los años de 1707 a 1716.

A la muerte de Carlos II en 1700 sin sucesión, dejó en sus disposiciones testamentarias como heredero a la Corona de España a su sobrino nieto Felipe de Borbón, Duque de Anjou, quien a su vez era nieto del Rey de Francia Luis XIV.

El Archiduque, Carlos de Austria, al pretender la Corona de España dio lugar a un conflicto sucesorio entre la Casa de Borbón y la Casa de Austria (Habsburgo) que la Historia denominó “Guerra de Sucesión”, qué fue al mismo tiempo una contienda civil y europea.

La Corona de España formada por las Coronas de Castilla y Aragón, unión dinástica acaecida como consecuencia del matrimonio de los llamados Reyes Católicos, Isabel I de Castilla y Fernando II de Aragón, tomaron opuestos partidos: La Corona de Castilla, apoyó al Duque de Anjou, que reinaría como Felipe V, formando alianza con Francia entre otros, quién representaba el modelo centralista, por otra parte la Corona de Aragón defensora del modelo foralista coaligada entre otros con Inglaterra, Holanda, Austria, y más tarde con Portugal, apoyaron al Archiduque Carlos.

Es obligado precisar que dentro de la Corona de Aragón estaban integrados el Reino de Valencia, el de Mallorca y el Principado de Cataluña.

El Archiduque Carlos de Austria, estableció en Barcelona su capital el 25 de Julio de 1705 y el Consejo de Aragón le reconoció como Rey de España el 16 de Noviembre de ese año como Carlos III.

La contienda concluyó en 1713 con el Tratado de Utrecht, un año antes Francia pactó con Inglaterra su salida del conflicto a cambio de que ésta reconociese como Rey de España a Felipe V. Inglaterra exigió conservar en su posesión los puertos de Gibraltar y Mahón tomados por la fuerza en nombre del Archiduque Carlos, pretendiente a la Corona de España, y el asiento de negros por término de 30 años en las mismas condiciones que tenían  los franceses en sus posesiones de ultramar. Se cedió Sicilia y parte del Milanesado a Saboya, a Austria los Países Bajos españoles, Nápoles, Milán y Cerdeña, la paz se firmó con la renuncia del Borbón Felipe V a sus derechos al trono de Francia, la guerra en España concluyó definitivamente cuando Felipe V  obtuvo la capitulación de Barcelona el 12 de Septiembre de 1714, terminando su sitio.

El Monarca premió por su fidelidad a Álava, Guipúzcoa, Vizcaya, y Navarra que siguieron conservando sus Fueros y castigó con su pérdida al Reino de Valencia y Aragón mediante Decreto de 29 de Junio de 1707, al de Mallorca por Decreto de 28 de Noviembre de 1715, y por último al Principado de Cataluña, según Decreto otorgado el 16 de Enero de 1716.

Esta situación permaneció inalterable durante todo el Siglo XVIII hasta la proclamación de la Constitución liberal de 1812, que siguiendo un principio uniformador acabó con el Régimen Foral, aunque no expresamente, dado que su texto omite toda referencia, pues aunque no se derogaron explícitamente, Los Fueros no fueron reconocidos.

El Rey Fernando VII, a su regreso a España en 1814, abolió la Constitución de Cádiz, cobrando los Fueros nueva vigencia durante su reinado (1814- 1833).

A la muerte del Monarca heredó el trono su hija Isabel II, durante su minoría de edad ocupó la Regencia su viuda María Cristina de Borbón-Dos Sicilias, lo que provocó otro conflicto dinástico al pretenderlo Carlos María Isidro, hermano del Rey, dando lugar a la Primera Guerra Carlista; la ideología del Carlismo contraria a la construcción del Estado liberal propugnaba la vuelta al Antiguo Régimen, defendió los derechos y privilegios del Altar y del Trono y el Régimen Foral con los que le son propios, por lo que tuvo principal implantación en Álava Vizcaya Guipúzcoa y Navarra.

Domingo Fontán en la sesión del Congreso de los Diputados celebrada el 8 de Enero de 1837, en la que se debatía si se debe indemnizar al pueblo de Bilbao por el asedio a que fue sometido por las Tropas Carlistas, afirmaba:

«Señores, cuando se trata de indemnizar, no se debe tener en consideración sino la reparación de un perjuicio que se ha sufrido en obsequio de la causa pública: si cualquier español sufre perjuicios en obsequio de la sociedad de que es individuo, la sociedad está obligada a repararlos.  Los bilbaínos sufrieron un grandísimo perjuicio en obsequio de la causa pública: los bilbaínos son españoles y todos los españoles que han sufrido por la causa pública tienen igual derecho: se dice que la Nación no se halla en el caso de aplicar este principio al resto de los españoles porque no puede hacerlo: luego la Nación no debe hacer excepciones…» «… pertenezco aunque con cortísimo talento, a la clase de legislador como representante de la Nación….»  «… Figurémonos señores un concurso de acreedores en el que se ve el derecho que cada uno tiene, enseguida entran las preferencias de los créditos, más yo pregunto ahora ¿cuáles son los créditos preferentes en esta gran masa de pérdidas de la Nación? Pero supongamos que pueden clasificarse: primero vendrá un crédito y luego otro, pero reconocido ya el principio, no habrá uno que diga: yo soy acreedor y después de estar satisfecha la primera y segunda línea, nos veremos envueltos y abrumados con el peso de solventarlos todos”.

Fontán seguidamente se opone a erigir un monumento en Bilbao alegando:

«… El monumento que deben levantar las Cortes es el de la unión de todos los españoles, yo soy tolerantísimo, sí tolerantísimo en grado superlativo, para mí todos los que sean españoles son dignos de aprecio; lloro los errores por los cuales unos se pusieron en las filas del Pretendiente, al paso que otros aumentan las de la causa nacional: yo no soy de aquellos que piensan como hemos de hacer ahora lo que se hizo con los moros y los judíos, que los hemos de enviar al África quedando solamente aquí la flor y nata de los buenos: no, señor, hemos de quedar al fin de la lucha unidos y estrechados, y si nos hemos de estrechar ¿los monumentos de gloria para los unos de ignominia a los otros? ¿a qué son esos monumentos de discordia eterna?….» «… soy español veo las cosas a mí modo, y quiero que se vean bajo el principio de que todos somos españoles….»

En la sesión de las Cortes del 16 de ese mes de Enero de 1837, Fontán afirmaba:

«En materia de indemnizaciones yo quisiera que se procediera con igualdad respecto a todas las provincias del Reino, y así me opongo al restablecimiento que propone la Comisión con la mira de  indemnizar tan solo a las Vascongadas y a Navarra. Yo pertenezco a una provincia en la que hay también fondos especiales destinados a caminos que no son carreteras generales sino transversales, costeadas por las provincias y no por la Nación. Estas provincias son las del Reino de Galicia, entregaron en el año de 1820 a la Nación once millones de reales producto de un árbitro especial de 2½ rs. de fanega de sal que se consumía en el país. ¿Reclamó la Diputación Provincial de Galicia desde 1820 a 1823 aquellos millones? ¿y se reintegraron? no, y ahora se nos viene diciendo: hemos hecho caminos en Vizcaya y en Navarra, hemos comprometido nuestro crédito, estamos obligados a pagar intereses por los capitales expedidos en esos caminos que ahora son de la Nación por lo tanto que ella reconozca esa deuda. ¿Por ventura la Nación desconoce los créditos legítimos de ninguna provincia, de ningún individuo para que vengan los Señores Diputados por Vizcaya y por Navarra a decir que estos han contraído esos créditos, a reclamar su pago preferente?  ¿serán preferentes esos créditos a los que estamos contrayendo para salir del estado lastimoso en que nos encontramos? para mantener un ejército para destruir a esas hordas rebeldes que han abrigado esas provincias…» «… Se dice que Navarra es una Monarquía independiente. Desde que Fernando el Católico la ha conquistado, es un  Reino y una  provincia de España. Independiente serán también Asturias, Granada, Sevilla, Galicia y todos los reinos que han compuesto la nación española. ¡Monarquía independiente se dice y se habla de transacciones de poder a poder y ¿quién es en ese caso, pregunto yo el embajador de Navarra?

Yo tiendo a la unión, y deseo que se levante un monumento de unión entre todos los españoles, de unión, no de excepciones. Y cuidado que pertenezco a una provincia, al Reino de Galicia, señores que no quiera Dios que esté separado de la Madre Patria, que no quiera Dios nunca que todo lo que hay desde los Pirineos hasta los dos mares, incluso Portugal….. (el Señor Presidente llama al orador al orden), yo respeto como debo todas las Monarquías existentes, pero ojalá que lo que hizo la naturaleza lo hubiese sancionado la política y que estuviera unido lo que está encerrado entre los Pirineos y ambos mares. 

Pero Navarra, se dice, es un Reino independiente, tiene sus Cortes, pues que, ¿no tiene Junta de reinos Galicia, su Diputación Provincial Asturias? ¿No tiene cada provincia sus anomalías y sus provincialidades? ¿fue nunca algún Rey de España a jurar las Cortes de Navarra? Fernando VII no ha ido, ni su padre, ni su abuelo a prestar ese juramento; antes vendrían aquí muy humillados a recibir como merced el ser admitidos a jurar fidelidad y obediencia ese Consejo y Cortes de Navarra.

Una cosa es, señor, que las provincias tengan ciertos derechos, que miren por su bienestar, que exijan del Gobierno la garantía de esos derechos, no hablemos de Fueros: las leyes que se dan aquí son el resultado y obra de Diputados de todas las provincias de la Monarquía que tendrán presentes los inconvenientes que haya en la aplicación a Navarra, a Galicia, a Asturias; pero no queramos renovar esas soberanías miserables que ha habido en otro tiempo, y no servirán más que para acumular en la Península tantos reinos como provincias, cuenta la Monarquía, cuyos nombres ni aún deberían existir si aspiramos a unirnos estrechamente como aspiramos…..» «…. Yo celebro y celebraré siempre, como han dicho aquí algunos Señores Diputados, que las Provincias Vascongadas y Navarra cuentan con muchos de sus hijos comprometidos con el sostén de la causa nacional. Sin embargo, veo que se acuerdan todavía mucho de los Fueros, y dificultan la fusión con las demás provincias de la Monarquía, empeñándose tanto en sostenerlos; y es necesario borrar hasta los nombres de tales privilegios y excepciones para que pueda verificarse la unión que tanto nos interesa…» «…Concluyo para que se vea que no soy molesto a las Cortes, respeto muchísimo a este Congreso, y si lo soy algo es para combatir algunas doctrinas que se han emitido aquí y que no se verifique nunca que los de mi provincia puedan decir somos independientes, cómo se quiere decir de las Provincias Vascongadas y Navarra porque si lo dicen lo sostendrán…»

El 16 de Septiembre de 1837, fueron disueltas las tres Diputaciones Forales Vascongadas.

El Convenio de Vergara que dio fin a la Guerra Carlista, suscrito el 31 de Agosto de 1839, en su artículo 1º, Baldomero Espartero se comprometió a respetar los Fueros de las Provincias Vascongadas y Navarra, para ello se promulgó la Ley de 25 de Octubre de 1839, tratando de acomodar el Sistema Foral a la Constitución de 1837.

Retrato de Antonio Ulloa. Casa Consistorial de Sevilla

Regresando al tema que nos ocupa, el ilustre reformista Marqués de la Ensenada, pronto comprendió la necesidad de contar con una Carta General del Reino ajustada a datos geodésicos y conocedor de las operaciones tanto geodésicas como astronómicas recogidas en la «Relación Histórica del Viaje a la América Meridional hecho de orden de S.M. para medir algunos grados de Meridiano por Don Jorge Juan y Don Antonio Ulloa«, cuyos cuatro tomos se imprimieron en Madrid, por Antonio Marín en 1748 y en las «Observaciones Astronómicas y Phisicas hechas de orden de S.M. en los Reinos del Perú,  por Don Jorge Juan y Don Antonio Ulloa de las cuales se deduce la figura y magnitud de la tierra y se aplica a la navegación». Impreso de orden del Rey en Madrid por Juan Zúñiga 1748,  quiso aprovechar la  práctica adquirida por Jorge Juan encargándole un proyecto para levantar el Mapa General de España.

Aceptado el encargo, éste en el año de 1751, remitió al Ministerio de Marina un informe titulado: “Método de levantar y dirigir el mapa o plano general de España por Jorge Juan Capitán de Navío 1751″. El informe contenía un apéndice también titulado:  «Reflexiones sobre el método de levantar el mapa general de España»

Jorge Juan propone emprender la triangulación de España partiendo de la medida de una base en el Reino de Toledo, describe minuciosamente el método y las observaciones astronómicas, pero no tuvo en cuenta la curvatura terrestre.

Es consciente de la falta de personal e instrumentos y de la dificultad de construir en Londres y París los treinta y dos cuartos de círculo de 20 pulgadas de diámetro para dotar al personal, por ello propone efectuar el levantamiento planímetro reduciendo su número a cuatro, empleando solo planchetas o semicírculos de pínulas para poder concluirlo en solo cinco años.

La insidiosa caída del Marqués de la Ensenada en 1754, auspiciada por el Gobierno inglés, dio al traste el proyecto.

Fernando VI falleció el 10 de Agosto de 1759, sucediéndole Carlos III, quién reinó hasta su fallecimiento el 14 de Diciembre de 1788, año en que nació Fontán y en el que terminaría el reformismo ilustrado en España.

Domingo Fontán bien conoció los proyectos del Marqués de la Ensenada de los que tenía su particular opinión que expuso en el Congreso de los Diputados. Así en la Sesión del 10 de Mayo de 1838, afirmaba:

«… Yo me hago cargo de las dificultades que ofrece el repartimiento de una contribución entre provincias cuya estadística no se conoce, cuando la materia imponible no puede averiguarse con exactitud; yo aplaudo el celo de la Comisión y sus esfuerzos para buscar bases aproximadas, a fin de que este repartimiento se acerque a la igualdad que la Comisión y el Congreso desean; pero la Comisión me permitirá que no esté de acuerdo con ella en las bases en que se ha fijado para el repartimiento de la contribución territorial, figura en los cupos algo más  que en las siete doceavas partes del total, pues siendo 353 millones y pico los correspondientes a la contribución territorial, 100 millones los correspondientes a la industria, y 150 a la de consumos, es claro que la primera viene a cubrir las siete doceavas partes del total; y siendo esta contribución la más gravosa, exigía que se empleasen todos los medios de hacer su derrama lo más equitativa que fuese posible.

Yo no sé cómo en este caso la Comisión no ha tenido presente la base, que a mi parecer es la más directa para conocer la riqueza territorial de España. Yo señores, o por manía, o por mi poco conocimiento en esta materia, hace muchos años que he fijado mis ideas en este particular, y las he realizado con fruto y con ventaja, a lo menos respecto de las cuatro  provincias que componen el antiguo Reino de Galicia, y he creído que no era despreciable un ensayo que se había hecho en un sexto o séptimo de la Monarquía. Todos saben que la riqueza territorial es la que da la tierra. Y ésta ¿quién la beneficia? La mano del cultivador. Pues si tuviésemos un medio de conocer los productos agrícolas del Reino, para conocer la riqueza territorial o agrícola, gran cosa tendríamos entonces adelantada. Pero, señores, existe desde hace muchos siglos un gravamen sobre esta riqueza agrícola, que nos es muy conocida, todos saben el origen del diezmo; desde cuándo pesa sobre los labradores el pago de la décima parte de los productos de la tierra, saben que el Estado percibe desde mucho tiempo a la novena parte de esta masa, y además el diezmo de la casa más rica de cada parroquia. Por consiguiente, esta novena parte multiplicada por nueve y el diezmo de la casa excusada, no puede dar el producto en frutos que sale en bruto de la tierra en cada parroquia de cualquier obispado.

La suma de estas cantidades agrupando las parroquias comprendidas en cada provincia, ofrecerá la masa decimal o el producto en bruto de su agricultura junto con estas 49 sumas tendremos números o tipos que nos darán a conocer muy aproximadamente cuál es la riqueza territorial de España; tendremos una base que nunca debería desecharse, en combinación con otras nos diesen los tipos definitivos por los cuales se pudiese repartir esa contribución entre nosotros. Si desde el tiempo de Fernando VI, en que se entró en el examen de estas materias, continuándose en el reinado de Carlos III y repitiéndose en el de Fernando VII, el tiempo del Ministro Garay, se hubiese procedido a  conocer por este medio nuestra riqueza, a saber: lo que había valido el noveno en el primer año, en el segundo, en el tercero y sucesivos; si se hubiesen formado series de cinco años desde su imposición y eliminándose de estas series los tiempos borrascosos de la supresión del diezmo desde 1820 a 1823 y aquellos en que se ha pagado mal, cómo sucedió después, tendríamos numerosos respectivos de estas series, de los cuales sacaríamos un término medio cuyo tipo sería el que se aproximase al verdadero de la principal producción agrícola de cada provincia.

Esto no es un sueño. En el año de 1817 he tenido que ocuparme de estos trabajos por carga concejil, aunque honrosa. He sido individuo de una junta de repartimiento y estadística de la provincia de Santiago, reputada en un tercio de Galicia.

Había entonces que repartir la contribución territorial que se decretó por el Gobierno bajo el Ministerio del Sr. Garay: Y para desempeñar como era debido este trabajo, realicé el pensamiento que acabo de exponer, tomé en cuenta los novenos de quince años y las casas diezmeras, saqué el término medio de estos valores y así tuve aproximadamente para cada parroquia de la provincia un número que me representaba su riqueza decimal, con cuyo dato se señalaron los cupos que correspondían a cada una y fueron éstos tan puros o tan aproximados a la verdad que no hubo la menor reclamación contra ellos. Este mismo medio fue aplicado en los años desde el 20 al 23 en todos los repartimientos de igual naturaleza en el Reino de Galicia, siendo yo Secretario de la Diputación Provincial, que  adoptó la base susodicha, sin descuidar otras, y hemos tenido la satisfacción de habernos aproximado al acierto sin haber dado lugar a la menor queja. ¿Por qué, pues, un ensayo que se hizo entonces con tan buen éxito no habrá de generalizarse? ¿Por qué un dato que se tiene a la vista y que es mejor conocido que los demás que presenta como bases la Comisión se deja ahora en olvido?….»  «… La Carta Geométrica de un Reino es el primer paso que hay que dar para formar su estadística. De él se procede a la de cada provincia, enseguida a la de cada partido, luego a la de cada pueblo. La Francia nos dio este ejemplo…»Entre nosotros se procedió al revés, empezamos por los individuos, midiendo evaluando sus propiedades, habiendo gastado no poco tiempo y dinero en los reinados de Fernando VI y Carlos III como en el de Fernando VII, sin ningún provecho, y hacinando legajos que nadie consulta, en los archivos de las intendencias, muchos de los cuales se han perdido también. Por eso dije, y repito, que se procede a tientas…”

En la sesión del 16 de Agosto de 1837, Fontán replicando a los Diputados Miguel Alejos Burriel y Vicente Sancho aducía:

«… Señores, yo no me fío de las oficinas superiores ni de las luces del Gobierno, porque el Gobierno ha sido constantemente arbitrario en esto de repartos. El Gobierno, en materia de derramas por provincias, no ha presentado hasta hoy un ejemplo de proceder con justicia ni miramiento, sino que siempre ha procedido guiado por parcialidades en favor de ciertas provincias, y yo con este antecedente no puedo menos de rogar a las Cortes que no dejen sin resolución este problema. Si no vendremos a parar en la estadística de pagos, en la estadística pasiva, en la estadística de sufrimiento; de manera que la provincia que sufre hoy más y la que está muy beneficiada, viene a seguir lo mismo, que están sin que se haga en ellas novedad alguna. El Gobierno y sus principales agentes tienen en sus cabezas proyectos descabellados, de que nos da una buena prueba esa Instrucción poco meditada que se ha publicado en la Gaceta de antes de ayer, sobre el modo de proceder a la cobranza de la anticipación acordada por las Cortes. ¿A qué apela el Gobierno? ¿A esas relaciones, a esa estadística de la mentira…?  «… Yo, al ver la Instrucción publicada en la Gaceta por el señor Ministro de Hacienda (Juan Álvarez Mendizábal) para que se lleve a efecto la parte de contribución concedida, pronostico al Gobierno, desde luego, lo que sucederá. Desde el año 17 he estado al frente de las corporaciones populares y Diputaciones provinciales que se han ocupado de los trabajos estadísticos de aquellas provincias, y sé muy bien lo que son esas relaciones en que se funda la base del repartimiento; y el convencimiento que tengo de lo inútiles y aún perjudiciales que serán a los pueblos, me ha obligado a pedir la palabra…»  «… En España se ha intentado varias veces hacer esta estadística general en tiempo de la única contribución, el Ministerio de Don Martín de Garay; entonces se procedía, no por relaciones, cómo lo supone el señor preopinante, formando lo que se llamaban apeos de la riqueza, cuando las tierras y sus productos, riqueza, se procedía por relaciones individuales tan inútiles como ahora se proponen.

Yo aborrezco el procedimiento de tales relaciones, porque no es más que poner en tortura la buena fe y la honra de los hombres. Señoría no sabe pues lo que aconteció en España con la única contribución, ni lo que se hizo en tiempo de Garay; y así S.S. está muy mal informado de lo que pasa entre nosotros, al propio tiempo que se supone tan instruido de lo que ocurre en Francia, cuyas operaciones relativas al catastro no me son desconocidas, y nada tienen que ver esas relaciones.”

Fontán también en la Sesión del Congreso de 22 de Agosto de 1837, afirmaba:

«… Véase cómo se proyectan, improvisan leyes territoriales desde aquí. Allí sobre el terreno es donde se pueden hacer…» «…¿Y es esto progreso? Esto le llamo yo retroceso porque el progreso sin datos y sin antecedentes es una precipitación y sucede como al niño que cuanto más corre más pronto se cae…»

En definitiva, lo que Fontán cuestionaba es la necesidad de levantar la Carta General del Reino y después de realizada, confeccionar un Catastro de la riqueza territorial, y una vez efectuado, sobre la Carta la división del territorio. Sin embargo en España se optó por lo más fácil, al revés de lo que se hizo en Francia.

El Marqués de la Ensenada antes de su caída en 1754, que como tenemos referido, determinó el fin del proyecto de levantar el Mapa Geométrico de España de Jorge Juan y Antonio Ulloa, decidió pensionar en París a los alumnos más aventajados de la Academia de San Fernando para aprender el arte del grabado, así fueron enviados en 1752 con una dotación de 6.000 reales anuales, Manuel Salvador Carmona (1734-1820) y Alfonso Cruzado (¿? 1791) para aprender grabado artístico y a Tomás López de Vargas y Machuca (1730-1802) y a Juan de la Cruz Cano y Olmedilla (1734-1790) para instruirse en el grabado geográfico.

Destacamos que  Tomás López ni Juan de la Cruz fueron pensionados para aprender en París  Geodesia, Matemáticas ni Astronomía, ciencias éstas necesarias para un levantamiento planímetro moderno; no debemos pasar por alto que 1747 el Rey de Francia Luis XV había encargado al Cartógrafo César François Cassini de Thury emprender la Triangulación Geodésica de Francia para levantar su Mapa General.

Tomás López en su Libro «Principios Geográficos aplicados al uso de los mapas» cuyo primera edición se publicó en 1875 comenta sobre la formación de los Geógrafos:

(Tercera edición Tomo II página 120 Madrid 1795, Imprenta de Don Benito Cano)

«Dicen bien, que el mejor modo de hacer un mapa, es andando y midiendo la tierra, pero este modo no es adaptable a las facultades de un particular. El geógrafo trabaja en su casa, teniendo a la vista papeles varios de un mismo terreno, que compara y adapta lo que según su buena crítica es más perfecto. No es ministerio suyo levantar planos particulares, porque para esto hay otra clase de gente, que no necesita mayor instrucción, que la de llegar a saber hasta la geometría rectilínea. Si los geógrafos necesitarían ver y medir la tierra que comprenden sus mapas, ninguno hubiera podido durante su  vida publicar una de las cuatro partes de la tierra; y es así que hacen las cuatro».

La función tanto de López y de la Cruz, fue aprender la técnica del grabado geográfico en previsión de que el proyecto de Jorge Juan de levantar y dirigir el Mapa General de España hubiese llegado a buen fin, Mapa  éste que recogería la experiencia técnica obtenida por Jorge Juan en la Triangulación Geodésica efectuada para calcular el Arco de Meridiano de Quito en el Virreinato del Perú.

Estampa de Tomás López. Biblioteca Nacional de Madrid

Tomás López durante su aprendizaje en 1757 como «Pensionista de Su Majestad en la corte de París» publicó en edición de bolsillo el «Atlas Geográfico del Reino de España, con una breve descripción de sus provincias» compuesto de 21 cartas. En esa ciudad,  contrajo matrimonio con María Luisa Gosseaume y Dore con la que tuvo dos hijos Juan y Tomás Mauricio.

A su regreso a España en 1761, se estableció en la Villa y Corte dónde abrió en la calle de Atocha un taller de cartografía y calcografía dedicado a la reproducción y venta de mapas.

En 1764 fue nombrado Académico de Mérito de la Real Academia de San Fernando, y por Real Decreto del Rey Carlos III de 20 de Febrero de 1770, » Geógrafo de los dominios de Su Majestad», en 1773 ingresó en la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País y el 5 de Diciembre de 1776 en la Real Academia de la Historia.

En cuanto a su obra cartográfica, en 1790 publicó el » Atlas Particular de los Reinos de España, Portugal Islas Adyacentes» efectuado con esmerada técnica de grabado y calidad de impresión pero adolecía de todo rigor cartográfico por no estar apoyado en trabajos geodésicos de campo.

Tomás López fue un Cartógrafo y Geógrafo de gabinete, en el que recopilaba información cartográfica de otros mapas existentes que completaba mediante la remisión de circulares y cuestionarios a los párrocos y autoridades locales que él mismo interpretaba gráficamente.

José Mouriño Redondo, Conde de Floridablanca, Secretario de Estado ya le reprochó la mala calidad geográfica de sus trabajos.

En 1795 Manuel Godoy Secretario de Estado del Monarca Carlos IV le encargó la creación del Gabinete Geográfico donde se recopilaría toda la cartografía existente, dotándole a tal fin de 12.000 reales anuales y 8.000 a su hijo Juan quien desempeñaba funciones de ayudante. La obra más importante de López fue el » Atlas Geográfico de España» para cuya concepción se valió de mapas locales siéndole de gran utilidad los fondos del Gabinete Geográfico y la información particular obtenida de las citadas encuestas, circulares, en definitiva dicho Atlas es la recopilación de todos sus mapas provinciales unidos.

Su primera edición fue publicada en su establecimiento cartográfico por su esposa e hijos en 1804, de dicha obra se efectuaron ediciones en 1810, 1816-1830 y 1844-1846.

El Atlas  adolece de todo rigor geodésico pues al ser un trabajo de gabinete sin estar apoyado por trabajo de campo alguno, las inexactitudes son notables, siendo las más evidentes la representación de las cadenas montañosas, las equivocaciones en las coordenadas y las diferentes escalas de los mapas parciales recopilados para su confección que impiden una visión de conjunto.

Referente a Galicia, Tomás López es autor del » Mapa Geográfico del Reino de Galicia» qué contiene sus siete antiguas provincias que data de 1784 compuesto de cuatro hojas de 0,41×0,38 cm., forman las hojas 50 a 53 del Atlas de 1810.

Como decíamos, sus inexactitudes quedaron patentes al emplearlo los contendientes durante la Guerra de la Independencia (1808-1813), por lo que las tropas de Napoleón y del Duque de Wellington se vieron en la necesidad de recurrir a sus Ingenieros militares para levantar su propia cartografía.

Es opinión generalizada, que la Cartografía de Tomás López estuvo vigente hasta mediados del siglo XIX en que se editó el «Diccionario Geográfico y Estadístico de España y Portugal” de Pascual Madoz, como su complemento se iniciaba la publicación del «Atlas de España y sus Posesiones de Ultramar» escala 1/200.000 de Francisco Coello, sin olvidar que en esas fechas se comenzó el levantamiento del Mapa Topográfico Nacional escala 1/50.000.

El Atlas de Coello que no se concluyó en su totalidad, pues quedaron sin publicar once de las cuarenta y nueve provincias en que Francisco Javier de Burgos dividió España en 1833 y el Mapa Topográfico Nacional cuya primera hoja se publicó en 1871 y la última en 1968.

Sin embargo el Cartógrafo y Geógrafo francés del Cuerpo de Ingenieros Ferdinand Prudent (1835-1916), en un artículo publicado en “Anales de Geographie” del 15 de Noviembre de 1904, afirmaba sobre el Atlas de López:

“Era el único documento cartográfico, en una escala media existente en la Península española, aunque no tenga otra base, que las reseñas o relaciones descriptivas facilitadas por el alto y bajo clero, corregidores intendentes, ingenieros jefes y algunos mapas manuscritos locales»

Domingo Fontán en la ya citada Sesión del Congreso de los Diputados de 22 de Agosto de 1837, criticaba el Atlas de Tomás López sobre el que se efectuó la división territorial de España mediante Real Decreto de 30 de noviembre de 1833:

«… Habituado yo a medir el país, habituado a la intemperie, estropeándome  y rodando muchas veces con las caballerías y con mis instrumentos, es como he adquirido y se adquieren estos conocimientos, sin los cuales en vano se dictan leyes de esta clase, que no satisfacen a su objeto…» «… De esta manera es muy fácil hacer la división del territorio: Escogiendo un mapa, o más un zurcido de disparates de un llamado geógrafo que estudia en Madrid  y  relata un país cualquiera, como yo puedo estudiar la fisonomía y formar  la del Emperador de la China, que no he visto en mi vida, se hacen círculos en esos soñados mapas y si no se quieren círculos, cuadriláteros, o pentágonos, o perímetros irregulares, y está pronto concluida una división territorial a las mil maravillas.

Esta ciencia no se aprende en la Corte, sino en el terreno estudiando la topografía del país…»

En el año 1789, se publica el «Atlas Marítimo de España», con él se inicia  la moderna Cartografía española, fue la primera representación ajustada a datos geodésicos de la Península Ibérica.

Retrato de Vicente Tofiño. Museo Naval de Madrid

El Atlas se levantó por la Armada Española bajo la dirección de Vicente Tofiño de San Miguel (Cádiz 6 de Septiembre de 1732 – Cádiz 15 de Enero de 1795) fue Brigadier de la Armada, Director de la Academia de Guardia Marinas, Académico de la Real Academia de la Historia y de la Academia de Ciencias de Lisboa y de París, también perteneció a la Sociedad Vascongada de Amigos del País.

El origen del Atlas se remonta a cuando se le encomendó efectuar el sondeo y demarcación de todos los puertos de España, que público en dos libros:

“Derroteros de las costas de España y correspondiente de África” que contiene sus trabajos geodésicos efectuados entre, 1873 a 1875, en su  “Introducción, Parte II», señala el método con que se han trazado las costas, método éste que Picard y La Hieve siguieron en la Carta de Francia combinando las operaciones marítimas y las terrestres mediante la triangulación geodésica de la costa con el método que se explica, qué consiste en trazar a lo largo de ella una cadena de triángulos, cuyo cálculo se apoya en la magnitud de las bases anteriores siguiendo las secuencias basadas en el Teorema del Seno, que determina: Que en un triángulo esférico los senos de los lados son proporcionales a los senos de los ángulos opuestos; de esta forma conociendo dos ángulos de un triángulo se sabe la medida del lado opuesto a ellos, o por el contrario, conociendo la medida de dos de sus lados se evidencia la medida del ángulo opuesto a ellos.

La segunda parte se tituló:

“Derroteros de las costas de España en el Océano Atlántico y las Islas Azores o Terceras”, dónde se contienen los trabajos geodésicos efectuados en 1786 en las Costas portuguesas y gallegas, los realizados en 1787 en el resto de la Costa Cantábrica y por último los ejecutados en 1788 en las Islas Azores.

En la «Introducción, Costa Atlántica» se afirma:

«Se ha empleado en esta segunda parte los mismos medios y métodos con igual cuidado y aplicación…»

En el Atlas Marítimo de España se integran las 22 láminas de las Cartas Esféricas levantadas por Tofiño en diferentes escalas con proyección cónica de Mercator entre 1783 y 1788.

Los levantamientos hidrográficos de Vicente Tofiño no están exentos de errores; en un principio éste encomendó al Capitán de Navío Felipe Bouza, que  rectificase los contenidos en el Plano de la Bahía de Cádiz.

La Carta del Reino de Galicia integrada en el Atlas está desplazada al Este más de 11,7 kilómetros aproximadamente, al ser incorrecta la medida del Meridiano del Ferrol, además de otros errores que se repiten en el Cabo de Peñas, en Asturias, según refiere Carlos Almonacid Ramiro en su libro:

«El Atlas marítimo de España de Vicente Tofiño año 1789″ Servicio de Cartografía de la Universidad Autónoma de Madrid página 12 – 17) 9 – 12 – 2016.

Domingo Fontán sobre el Plano de la Villa y Arsenal del Ferrol, procedente del tomo XI del Diccionario de Sebastián de Miñano que custodia su Fundación dejó escrito a lápiz: Lat del Observatorio 43º29’30», Malecón de la Machina 43º29’34».

El trabajo de Vicente Tofiño fue revisado y corregido con posterioridad, así el Capitán de Fragata Antonio Doval Anunciabay, reconoció las Rías de Galicia entre los años de 1827 a 1830, éste  fue sustituido por el Teniente de Fragata José Montejo Albizú y por último, también  fue remplazado por el Capitán de Navío Ignacio Fernández Flores quién desempeño este cometido de 1831 a 1834.

No obstante, a pesar de no contarse con una Carta General del Reino ajustada a datos geodésicos, que sirviese de base para la división territorial. Por orden de S.M. Carlos III se ordenó la elaboración de un censo, a tal efecto, su Secretario de Estado el Conde de Floridablanca requirió de las Intendencias creadas por el Monarca Felipe V en 1720, la remisión de la pertinente información de las provincias y demarcaciones del Reino. Como resultado en 1789 la imprenta Real publicó el  “Nomenclátor o Diccionario de las ciudades, villas, lugares, aldeas, granjas, cotos redondos, cortijos y despoblados de España e islas adyacentes». Así España quedó dividida en 42 provincias e intendencias, subdividida en partidos, corregimientos, alcaldías mayores, gobiernos políticos y militares.

Uno de los últimos proyectos cartográficos del Siglo XVII fue el presentado por el Teniente General de la Armada y colaborador de Tofiño en el Atlas Marítimo de España (Fuenterrabía – El Ferrol) José Espinosa y Tello  (Sevilla 25 de Marzo de 1763 – Madrid 8 de Septiembre de 1815).

Dicho proyecto titulado: “Reflexiones sobre la necesidad de construir una Carta Geográfica de España, modo y medios de levantarla con exactitud” fue presentado el 12 de Junio de 1792 y una segunda vez en 1800.

Retrato de Dionisio Alcalá Galiano. Museo Naval de Madrid

También el Brigadier que murió en la Batalla de Trafalgar al mando del navío de línea Bahama, Dionisio Alcalá Galiano (Cabra, Córdoba 8 de Octubre de 1760 – Cabo de Trafalgar 21 de Octubre de 1805), fue comisionado por el Secretario de Estado Manuel Godoy para levantar el Mapa Topográfico de España y a tal fin, en Noviembre de 1795 presentó un proyecto en el que proponía la medida de una base en las cercanías de Madrid, de la que partiría la triangulación de España, calculando la altimetría mediante barómetros, encargando la compra del material geodésico necesario en Londres a Juan Vernacci. El proyecto fue suspendido a pesar de ser aprobado ante la creación del Cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos mediante Real Orden de 13 de agosto de 1796 cuya dirección se encomendó a Salvador Jiménez Coronado con el encargo de que dicho Cuerpo, se ocupase del levantamiento del Mapa Topográfico Nacional, lo que no fue posible al ser disuelto por Real Orden de 31 de Agosto de 1804.

Concluía el llamado Siglo de las  luces cuando bajo el auspicio del Rey de Francia Luis XV la Academia de Ciencias de París según tenemos referido, midió  un arco de Meridiano en Quito para determinar la forma de la Tierra, solo faltaba medirla: Para ello la Academia de Ciencias, propuso el 17 de Marzo de 1791 con el fin de unificar las diferentes medidas lineales, la adopción del Metro cómo diezmillonésima parte de un cuadrante del meridiano terrestre, y a tal efecto el Monarca Luis XVI encomendó las operaciones geodésicas necesarias a Pierre François Mechain (1774- 1804) y a Jean Baptiste Joseph Delambre (1749- 1822) para que determinasen la medida en toesas (1949,0366 m) del meridiano de Francia desde Dunquerque a Barcelona, utilizando  para ello el método de Triangulación Geodésica apoyado en dos bases empleando un círculo repetidor de Borda para la medición de los ángulos.

El 22 de Abril de 1792, se comisionó a José Chais Isniel (1765- 1811), quién se encontraba en París en viaje de estudios para que colaborase con Mechain y Delambre haciendo mediciones en territorio español.

La medida se concluyó el 3 de Noviembre de 1793 teniendo como resultado la construcción de un patrón provisional del metro.

En 1799  Miguel Cayetano Soler, Secretario de Estado y del Despacho de Hacienda y Super Intendente general de ella, a efectos administrativos para facilitar el sistema impositivo, creo seis nuevas provincias costeras:

Oviedo escindida de León

Santander escindida de Burgos

Alicante escindida de Valencia

Cartagena escindida de Murcia

Málaga escindida de Granada

Cádiz escindida de Sevilla

Napoleón Bonaparte el 10 de Diciembre de 1799, estableció en Francia el nuevo Sistema Métrico Decimal.

Con el objeto de determinar la definitiva medida del Metro, el 31 de Agosto de 1802 se requirió nuevamente la colaboración de España para continuar la Meridiana entre Barcelona y la Isla de Formentera, comisionando por segunda vez a José Chaix para que colaborase en tal cometido con Mechain, quedando tales trabajos interrumpidos al fallecer este último en Castellón de la Plana el 20 de Septiembre de 1804.

Los trabajos se reanudaron el 20 de Septiembre de 1806 al ser comisionados para ello, los Matemáticos franceses Jean Baptiste Biot (1774-1862),  François Aragó (1786- 1853) y  José Rodríguez González (Bermés, Lalín 25 de Octubre de 1770 – Santiago de Compostela 30 de Septiembre de 1824) Catedrático de Matemáticas de la Universidad de Santiago, quién se encontraba becado en París ampliando estudios.

José Rodríguez y José Chaix. Medallón de la Universidad de Zaragoza

Biot, Aragó y Rodríguez el 3 de Septiembre de 1806, se trasladaron a España a tal fin, donde en Valencia se les unió Chaix, prolongando la Meridiana hasta el Montgo en Denia, donde se interrumpieron los trabajos de triangulación al iniciarse la Guerra del Francés más tarde llamada de la Independencia, al levantarse el pueblo llano de Madrid contra los franceses el 2 de Mayo de 1808, ante la inacción de las autoridades civiles y militares.

Sobre los últimos días de tales trabajos, Miguel Ferrer Flórez en su libro «Represión de franceses en Mallorca (1808 – 1809)» Dialnet, BSAL, 53 (1997) páginas 185 – 220, nos comenta:

«… La vigilancia de los elementos franceses es entonces ya un hecho. Aquí hay que situar el incidente ocurrido con Mr. François Aragó que había llegado a las Baleares encargado por el Gobierno francés para la medición del arco de Meridiano. Estuvo en Formentera con Mr. Biot y después en Mallorca en donde efectuaba sus estudios en el Monte Galatzó. Fue acusado por los aldeanos de encender fogatas avisando a la escuadra francesa y gracias a su compañero el español Rodríguez, Astrónomo Español nombrado por el Gobierno para ayudarle, pudo trasladar en un místico hacia Palma…» (página 197).

Sobre estos hechos acaecidos a partir del 30 de Mayo de 1808, el Conde de Toreno, José María Queipo de Llano, en su «Historia del Levantamiento, Guerra y Revolución de España, Tomo I, París 1838» (páginas 145 – 146), relata como la Junta de autoridades que tomó el poder en Palma de Mallorca brindó su protección a Biot y Arago:

«… Pero conociendo el mérito de los sabios extranjeros y la utilidad de sus trabajos, los preservó de todo daño, imposibilitada por la guerra de enviarlos en derechura a Francia, los embarcó en oportuna ocasión a bordo de un buque que iba a Argel, país entonces neutral y de donde los restituyeron a sus hogares…» 

Al mes siguiente, en la Villa y Corte acontecían los hechos que se recogen en la Gaceta de Madrid, en su número 53 correspondiente al 3 de Junio de 1808,  donde se publica la siguiente proclama:

«Napoleón, Emperador de los Franceses, Rey de Italia y protector de la Confederación del Rin…» (etc. etc.) «…A todos los que los presentes vieren, salud. Españoles después de una larga agonía vuestra nación iba a perecer. He visto vuestros males y voy a remediarlos, vuestra grandeza y vuestro poder hacen parte del mío. Vuestros príncipes me han cedido todos sus derechos a la Corona de España: Yo no quiero  reinar en vuestras provincias, pero quiero adquirir derechos eternos al amor y al reconocimiento de vuestra postendad….»

«Dado en nuestro Palacio Imperial de Bayona a 25 de Mayo de 1808.

Firmado. Napoleón» .

La Gaceta de Madrid en su número 54 del día 7 de Junio de 1808, también anunciaba:

«Madrid 7 de Junio. Condescendiendo S.M.I. y R. con los deseos manifestados por la Junta de Gobierno, por  el Consejo de Castilla, por la Villa de Madrid y por diferentes cuerpos civiles y militares del Estado, de que entre los principios de su imperial y Real familia fuese designado para Rey de España su hermano Rey de Nápoles, Josep Napoleón, ha tenido a bien de hacer a S.M. un expreso, manifestándole esto mismo, al que ha contestado se iba a poner inmediatamente en camino de modo que habrá llegado el día 3 de este mes a Bayona, y habiéndome dado ayer por S.A.I. y R. el Lugarteniente General del Reino todas las órdenes convenientes para acelerar el viaje de nuestro Rey a esta capital tenemos suficientes motivos para asegurar que muy breve lograremos la dicha de ver en ella a S.M. con lo que, y las benéficas intenciones de S.M.I.y R. anunciados ya al público, desaparecer todos los temores recelos hijos de la preocupación e ignorancia, y sustituirse en su lugar las más firmes esperanzas de la felicidad de la Nación 10 Junio 1808 »

La Gaceta de Madrid en su número del 14 de Junio de 1808, completaba lo anterior con la publicación del siguiente nombramiento:

«Napoleón por la gracia de Dios, Emperador  de los Franceses, Rey de Italia, Protector de la Confederación del Rin» «…etc. etc…» A todos los que verán los presentes, Villa de Madrid (etc.) habiéndonos por sus exposiciones hecho entender que el bien de la España exigía que se pusiera prontamente un término al interregno, hemos resuelto proclamar, como Nos proclamamos por la presente Rey de España y de las Indias a nuestro muy amado hermano Joseph Napoleón actualmente Rey de Nápoles y Sicilia…. »

«… Dado en nuestro Palacio Imperial de Bayona, 6 de Junio 1808 «

En el número 59 de la Gaceta de Madrid correspondiente al día 17 de Junio de 1808, se recoge la carta pastoral que Félix Amat, Abad de San Ildefonso de la Granja dirigió al clero:

«Don Félix Amat por la gracia de Dios y la Santa Sede Apostólica, Arzobispo de Palmira, Abad de San Ildefonso, del Consejo de S.M. Al clero y demás fieles de nuestra abadía, salud en el Señor:

Todos sabéis amados hermanos e hijos en el Señor que por el Consejo de Castilla, que es el Supremo Tribunal del Reino se nos ha comunicado en estos días los Decretos de Carlos IV y Fernando VII, en que renunciaban a la Corona, y una proclama del Príncipe de Asturias y de los Infantes Don Carlos y Don Antonio en la que también renunciaban  su  derecho a ella por creerlos muy convenientes al bien de los españoles en las actuales circunstancias. Por el mismo conducto se nos ha comunicado una proclama del poderoso Emperador de los franceses, a cuyo  favor han cedido sus derechos Carlos IV y su Real Familia, dirigida a todos los españoles, en que nos anuncia que va a celebrarse una asamblea o junta de personas responsables del clero, nobleza del pueblo de España, para acordar los medios más convenientes de asegurar su prosperidad….» «…. Dios que es quien da y quita los reinos, los imperios, y quién los transfiere de una familia a otra familia y de una nación a otra nación o pueblo…»  «… Desechemos pues con el mayor horror toda especie que pueda dirigirse a insubordinación…» «… Así mismo Dios es quien ha dado al gran Napoleón el singular talento y fuerza que le constituye el árbitro de Europa. Dios es quién ha puesto en sus manos los destinos de España. Adoremos, repito con el más profundo sentimiento estas disposiciones del Altísimo, considerando que son disposiciones de la Providencia… » «… Dado en San Ildefonso a 3 de Junio de 1808 – Félix Amat, Abad de San Ildefonso «.

Sin embargo, la realidad de los hechos no se ajusta a la literalidad de los narrados por la Gaceta de Madrid respecto al Consejo de Castilla.

Tras el  levantamiento popular del 2 de Mayo y la abdicación de Carlos IV y de Fernando VII en Bayona se crea la Junta Suprema Central Gubernativa del Reino el 25 de Septiembre de 1808 en el Palacio de Aranjuez, que acumularía los poderes ejecutivo y legislativo durante toda la guerra y coordinaría las Juntas Provinciales.

En cuanto al Consejo de Castilla, órgano de gobierno del Antiguo Régimen, en un principio se mostró proclive a Napoleón Bonaparte pero al cambiar de postura, éste el 4 de Diciembre de 1808, lo suprimió por haber declarado ilegales todos los actos del reinado de su hermano José el 11 de Agosto de 1808.

José Rodríguez González. Busto en Bermés, Lalín

José Rodríguez González, una vez que quedaron interrumpidos los trabajos de la prolongación de la Meridiana de Francia que efectuaba en Mallorca, según nos  refiere María Ángela Varela Varela en su artículo.  «El Matemático José Rodríguez y la Universidad » I.E.S. » Lugo 1999 página 7: Sanxillao:»

«En este mismo año de 1808, la Junta Central destinó a Rodríguez a Cádiz para que redactarse todas las observaciones, y cálculos de aquel interesante trabajo y prepararse otro relativo al sistema de operaciones necesarias para la formación de un » Mapa exacto de España» y de un nuevo sistema uniforme e invariable de pesas y medidas que se intentaba establecer en toda la Península (16) (Archivo Histórico Universidad de Santiago, legajo 200) «.

Cecilia Doporto Regueira Director del Museo Municipal de Lalín, en un artículo publicado en el Faro de Vigo.es, del día 4 de Octubre de 2014 titulado: «O Matemático de Bermés visto por Ramón Aller» con ocasión de cumplirse el 190 aniversario de su muerte, recordaba el artículo del también Matemático y Astrónomo Ramón María Aller recogido en ese mismo periódico el 23 de Junio de 1927, que sirvió de base para la biografía que publicó el Seminario de Estudios Gallegos III de Santiago en 1929, página 27- 95 en el que sobre este tema afirmaba:

«Rodríguez publicó muy poco, tan poco, que sus obras caben en un pequeño volumen pero son de alta calidad científica. De lo más notable es una memoria corta de pocas páginas referente a los trabajos del Geodesta inglés William Mudge, en la que demuestra errores de importancia, pero difíciles de describir…» «… Otro trabajo importante es más corto todavía ocupa las páginas 361 a 385 en el tomo III de la Correspondence Sur L’Ecole Polytechnique, y consiste en una demostración del célebre Laplace,» los potenciales de los elipsoides confocales, en todo punto exterior a  ambos, son entre sí como sus masas…»  «… Nuestro Rodríguez murió pobre en Santiago…» «… casi en el olvido, hasta hace unos años la Sociedad Matemática Española intentó averiguar el paradero de sus papeles y hacer un estudio detenido de sus méritos. Pesquisas inútiles, acaso los preciosos manuscritos de Rodríguez hayan servido hace años, algún comerciante de ultramarinos para envolver azúcar o alguna cocinera para encender el fuego…»

Afortunadamente no todos los escritos de José Rodríguez, se encuentran desaparecidos, la Fundación Domingo Fontán, entre sus fondos documentales; Signatura: Caja número 42 carpeta número 5, apartado número 7, cuenta con un cuaderno de 15×22 cm. compuesto de 16 hojas manuscritas por Domingo Fontán más 2 de cubierta que recogen la Memoria del Mapa General de España de José Rodríguez.

Antonio T. Reguera Rodríguez, en un trabajo titulado:

«La cuestión de la forma de la tierra y la descripción exacta de España, debate y proyectos”,  páginas 359-375, Tomo I, «Estudios de Historia das ciencias e das técnicas» publicado por la Diputación Provincial de Pontevedra en el año 2001, dónde recoge las actas del VII Congreso de la Sociedad Española de Historia de las Ciencias y de las Técnicas, celebrado en Pontevedra en Septiembre de 1999, nos ilustra en la página 366 con el artículo titulado:  “La carta geométrica de los liberales»:

«… A José Rodríguez le pide la Suprema Junta Central en el año 1808 que tras finalizar los trabajos geodésicos del Levante, se traslade a Cádiz para que redacte todas las observaciones mediante cálculos de aquel interesante trabajo y prepararse otro relativo al sistema de operaciones necesario para la formación de un mapa exacto de España y de un nuevo sistema uniforme e invariable de Pesas y Medidas que intentaba establecer en la Península. Aunque no sabemos en qué medida J. Rodríguez cumplió con su encargo… »

El mismo autor en otro trabajo titulado: «La Carta Geométrica, los antecedentes del Mapa Topográfico Nacional», Área de publicaciones e Instituto de Humanismo y tradición clásica de la Universidad de León 2017, en la página 434 refiere:

«Al parecer fue José Rodríguez, quién destinado por la Junta Central de Cádiz, se encargó de hacer la Memoria con todas las observaciones, medidas y cálculos de aquel interesante trabajo recibiendo al mismo tiempo el encargo de «preparar» otro trabajo relativo al sistema de operaciones necesarias para la formación de un Mapa exacto de España y de un nuevo sistema uniforme de Pesas y Medidas (para) establecer en toda la Península. Tenemos indicios de que Rodríguez cumplió con este trabajo porque treinta años más tarde, Domingo Fontán manifestaba en las Cortes que él conserva los originales del mismo. Debemos entender que se refiere a los trabajos de triangulación relacionados con la meridiana y muy probablemente con los materiales y propuestas que Rodríguez hubo de preparar para cumplir con el encargo citado sobre la formación de un Mapa exacto en España, volveremos más adelante sobre esta importante relación entre los dos Matemáticos Gallegos, cuando estudiemos la participación de Fontán en el proceso del Mapa de España…»

Nosotros por nuestra parte en el presente trabajo así lo haremos respetando el necesario orden cronológico de los acontecimientos que relatamos.

Antonio Reguera se refería a las palabras pronunciadas por Domingo Fontán en la sesión del Congreso de los Diputados de 22 de Junio de 1838 en la que se debatía sobre el Proyecto de Ley sobre mejora de la Instrucción Pública:

«… La Meridiana de España, medida por los señores Biot y Aragó, acompañados por mis antecesores Don José Chaix y Don José Rodríguez, redactados por este sabio y presentado a la Junta Central en 1808, está todavía inédito.

Yo la conservo en original; y si no viese la luz pública porque ya Biot publicó las mismas observaciones, no serían conocidas las estaciones de triangulación que ejecutaron; careceremos de este dato importantísimo para levantar la Carta de España; dato que no se aprovechó en treinta  años para tener la de Valencia, Cataluña y provincias que lindan con el Pirineo. Así sería, señores, mientras en España se formasen Consejos de Instrucción Pública sin contar con los profesores…»

Tal Memoria sobre la prolongación de la Meridiana de Francia, desafortunadamente, no se encuentra entre la documentación que conserva la Fundación por razones que nos son desconocidas.

Gonzalo Méndez Martínez en su «Cartografía Antigua de Galicia » Diputación Provincial de Pontevedra 1994, en la página 96 afirma:

“Al respecto de la obra de José Rodríguez escribe Aller Ulloa (1929, 27- 95) infructuosas han resultado todas las averiguaciones hechas hasta ahora para dar con los manuscritos de Rodríguez y sería indudablemente de mucho interés conocer el que menciona Fontán en la sesión de Cortes de 22 de Junio de 1838…»

En cuanto a la Memoria sobre la formación del Mapa General de España, que afortunadamente obra en nuestros archivos, en su momento se la facilitamos a Iván Fernández Pérez, Doctor por la Universidad de Santiago de Compostela, eminente investigador de la Historia de la Astronomía y estudioso entusiasta de la figura y obra de José Rodríguez, con ocasión de  interesarse por la misma al objeto de que le diera difusión y dejase de ser inédita en la Revista de los socios del Museo del Pueblo Gallego, Adra número 11 publicada en Santiago en el año 2016 páginas 105- 115  donde se recoge el artículo:

«El trabajo del Matemático Rodríguez sobre la formación del Mapa de España, sobre la Carta Geométrica de Galicia de Domingo Fontán » (en gallego)

Iván Fernández Pérez. Observatorio Astronómico Ramón María Aller, U.S.C,

En dicho trabajo refiere los diferentes apartados de la tan meritada Memoria no siéndole posible la publicación del texto como era su intención  “después de la revisión del artículo por los editores» con gran desilusión por su parte. Por ello seguidamente procedemos a su transcripción literal:

El texto completo de la Memoria de Rodríguez es el siguiente:

Memoria de José Rodríguez. Fundación Domingo Fontán

Memoria sobre las operaciones necesarias para la formación de un Mapa General de España y de sus provincias en particular

por Don José Rodríguez en 1808

Presentada a la Junta Superior Central del Reyno y mandada formar por la misma.

-I-

De las operaciones necesarias para la formación de un Mapa General de España y de sus provincias en particular.

Toda nación civilizada que desea la prosperidad de su país, debe indispensablemente tener a la vista un diseño exacto de éste, y la descripción geométrica de las operaciones y métodos que han servido para formarlo. Un estado necesita conocer la extensión y superficie total del terreno que ocupan sus habitantes, las costas, puertos, radas, y límites que lo ciñen y separan de los demás estados vecinos, los valles, colinas, montes y sierras de que se compone en su interior: Cuáles pueden emplearse en la cultura y pastos de ganados; en qué sitio deben establecerse las poblaciones y el número de habitantes de que son susceptibles.

Igualmente  no debe ignorar la elevación, posición y dirección de los montes y sierras para la formación de excelentes caminos rectos, puentes y calzadas;  lo cual puede también favorecer o perjudicar la cultura de unos terrenos y aún a la salud y robustez de sus moradores.

Debe saber el número, manantial, dirección de los ríos, estagnación o desagüe de las aguas, a fin de poder dirigir su curso, evitar los acarreos y estragos que hacen en las tierras cultivadas, desaguar las pantanosas, establecer canales que puedan facilitar la navegación y el transporte de unos pueblos a otros y el riego de los campos praderías y huertos.

Si al conocimiento topográfico de cada provincia, añade el de las producciones, vegetales y minerales, cuál es la preferencia y ventaja a unos establecimientos o manufacturas sobre otros; la temperatura e influencia del clima, modificada por la mayor, o menor elevación del país sobre el nivel del mar y por la dirección de los montes y ríos que le atraviesan, la Estadística de su industria actual, cultura y carácter de sus habitantes; con todos estos datos el Gobierno tendrá todo cuanto necesite para poder hacer todas las reformas y mejoras que realmente deben contribuir a la riqueza, fuerza y comodidades de los pueblos.

El Mapa de una Provincia o de un Reyno no viene a ser un diseño en el cual se hallan descritos todos, a los más de los lugares principales, sierras y ríos de que se compone, según sus situaciones y distancias respectivas en las direcciones de norte a sur, y de oriente a poniente, expresadas por la latitud y longitud de cada pueblo o punto notable. Por medio de estas cartas o diseños, le hacen sensible a un solo golpe de vista las posesiones de las provincias y reynos respecto unos de los otros, los límites que los distinguen y separan de los demás; así como el tamaño o extensión relativa a cada uno según y conforme a la que tienen en la superficie de la tierra.

Es verdad que estos diseños siendo hechos en un plano, no son una representación fiel y exacta de las verdaderas distancias y situaciones que tienen entre si los diversos lugares y puntos de la superficie de la tierra. Esta es esférica o se aparta poquísimo de esta figura; y las superficies curvas comparadas con las planas se dividen en dos clases: las de sobre un plano, sin doblez ni rotura, como sucede en las superficies de los conos y cilindros: Por cuya razón se les denomina superficies evolucionables.

Pero las de segunda clase, las de la esfera, paraboloides y esferoides, se niegan absolutamente a dicha extensión. De aquí resulta la imposibilidad de poder trasladar fielmente al Mapa  la extensión natural de los países, las distancia de los lugares y la semejanza de las configuraciones que tienen sobre un globo, por lo que ha sido preciso recurrir a diversas construcciones, a fin de poder representar de un modo aproximativo todas estas dimensiones sobre un plano.

A todas las construcciones de que se usa hoy día para la formación de los Mapas generales y particulares, se les da el nombre de proyecciones y se reducen a dos especies diferentes: Las primeras vienen a ser unas representaciones prespectivas del globo terrestre y de las partes de su superficie, tomadas  a diferentes puntos de vista, sobre planos diferentes considerados como lienzos.

Las otras se reducen a una evolución o desarrollo de la superficie de un país sujeto a leyes aproximativas y apropiadas a las dimensiones que se quieren expresar.

Las proyecciones de perspectiva, se usan generalmente en la formación de los Mapas generales qué representan las cuatro partes del mundo, y en las que representan los dos hemisferios separados por el Ecuador o por uno de los meridianos, al paso que las proyecciones de evolución  sirven para construir las cartas particulares de un Reyno, provincia y de un distrito cualesquiera: De suerte que estas últimas representan con tanta mayor exactitud la posición y distancia real de unos lugares a otros cuanto sea menor la extensión de terreno que abrazan.

Pero cualesquiera que sean los métodos de construcción de que use el geógrafo para la formación del Mapa de un país, es indispensable que conozca la latitud y longitud de los pueblos y sitios que desea marcar en él, como los únicos elementos que fijan la posición de un punto determinado del globo terrestre.

Determinar estos elementos por medio de observaciones astronómicas para todos los lugares que entran en el Mapa, sería un trabajo sumamente largo, penoso y no el más exacto; y la Geometría ofrece un medio más fácil ventajoso y capaz de la mayor precisión. Este consiste en ligar los objetos y puntos que desean  marcarse en la carta por medio de una serie de triángulos, continuada en todas direcciones, la cual viene a formar una red que debe abrazar y extenderse por toda la superficie del terreno, cuyo plano quiere levantarse.

Los lados de estos triángulos serán las verdaderas distancias de unos objetos a otros, los cuales pueden determinarse fácilmente por el cálculo; en conociendo uno o dos de estos lados en medidas lineales como varas o toesas. Estos lados de un tamaño conocido por medidas tomadas sobre el terreno, que sirven para el cálculo del largo de todos los demás que componen la serie de triángulos, se les denomina Bases.

Para determinar la latitud y longitud de los puntos y objetos qué sirven de vértices a los triángulos, se hace preciso determinar de antemano la latitud y longitud de uno de estos vértices o estaciones por medio de repetidas observaciones de las estrellas circumpolares, de los eclipses de los satélites de Júpiter, ocubraciones de estrellas por la luna y por los eclipses de ésta.

Hecho ésto, se tiene por el cálculo y con grande precisión la latitud y longitud de todos los demás objetos que componen el conjunto de triángulos y cuyas distancias son ya conocidas.

Más para verificarse este cálculo se hace indispensable determinar igualmente por medio del Sol, o del paso de las estrellas, el ángulo que forma con el meridiano de la estación de latitud conocida, el círculo vertical que pasa por ésta y una de las estaciones, o vértices inmediatos. Este ángulo se llama Azimuz de la segunda estación vista de la primera.

Conocidos pues los lados de toda la serie de triángulos, la latitud y longitud del vértice, uno de estos, y el Azimuz de lado entre este vértice y de cualquiera de los inmediatos; se tienen todos los datos para calcular la latitud y longitud de las demás estaciones, su elevación sobre el nivel del mar, la área de los triángulos y por consiguiente, la área total del terreno cuyo plano se quiere levantar.

Más todos estos cálculos suponen el conocimiento de la figura y tamaño de la tierra, determinado por el mismo sistema de operaciones, hechas en la dirección del meridiano; así éste será el primer paso que debieran dar los Astrónomos Geómetras, a fin de facilitar al Geógrafo todos los medios de que necesita para formar los planos de las rutas y países que desea describir.  Los trabajos ejecutados últimamente en Francia y en España por Astrónomos muy hábiles con instrumentos y por medios enteramente nuevos para medir el arco meridiano, qué pasa por el Observatorio de París comprendido entre Dunquerque y la Mola en la isla de Formentera suministran los datos necesarios para este fin, y más adelante daremos la nota de los principales resultados, que se han deducido de semejantes operaciones, relativas a la figura y dimensiones del Esferoide terrestre, según se hallan en la exposición que hicimos de las operaciones practicadas en España para la continuación de la Meridiana de Francia hasta las islas Baleares.

-II-

De la triangulación

Los triángulos que han de servir para formar la carta de un país, pueden dividirse en triángulos, principales, secundarios y de tercer orden: los primeros deben abrazar mayor extensión de terreno y descansar sobre puntos o vértices de donde puedan verse y observarse gran número de objetos intermedios cuya posición se determinará por medio de los triángulos secundarios y de tercer orden. Así pues en la elección de los triángulos primarios y fundamentales deben desecharse absolutamente los ángulos agudos, a causa de la rapidez con que varían sus senos por cuya razón el menor error en la medida de estos ángulos, influye, y se hace muy sensible en el cálculo del valor de los lados opuestos: Por lo que los triángulos serán tanto más ventajosos cuánto se acerquen lo posible a ser equiláteros, o rectángulos isósceles.

Por este motivo la primera operación que debe comprenderse, la más preciosa de todas es elegir las estaciones de los triángulos principales: Para esto hay que recorrer y subir a los cerros y montes más elevados, armado de un anteojo, y de un grafómetro o pequeño círculo; examinar el aspecto y faz que presentan los montes y picos lejanos y los diversos ángulos que forman entre sí y los objetos conocidos como son, algún pico, torre, o castillo inmediato. De todo se toma apuntes en un registro, así como de la rutas, y nombres que en el país guían y van a tales montes, picos o colinas, a fin de poder decidirse en la elección más ventajosa de los triángulos, después de haber recorrido y examinado los diversos parajes entre los cuales pueden establecerse.

Nada hay que engañe más a un observador que la los variados aspectos que presentan los montes y sierras, cuando se observan de diferentes puntos de vista, y solo después de un completo conocimiento el país, o llevando consigo una guía muy inteligente, que lo haya recorrido todo, no es fácil equivocarse, ni tomar un monte por otro, cuando se mira a una distancia considerable, para lo cual sirve mucho los ángulos observados desde los montes vecinos o lejanos.

Elegidas ya las estaciones y los triángulos principales de una parte del terreno, cómo de un Obispado o de una provincia; se puede pasar a observar la medida de los ángulos; y en este intervalo, sujetos de los que forman parte de la comisión destinada a la ejecución de estas operaciones, van recorriendo lo restante del país, a fin de elegir nuevos triángulos, y ligarlos a los determinados anteriormente.

En los triángulos principales será siempre muy ventajoso medir separadamente; y necesario si los lados de estos pasasen de 10 a 15 y 20 leguas; en cuyo caso el exceso de los tres ángulos sobre los dos rectos puede ser de 15 a 20 segundos y aún más. El único instrumento que debe servir hoy día para esta medida es el círculo repetidor de Borda, tanto por su transporte y manejo fácil, cómo por su aplicación general a las observaciones geodésicas y astronómicas, y por su exactitud de los resultados de todas éstas.

En los triángulos secundarios que sirven a ligar los objetos intermedios más notables, a los principales, basta observar dos ángulos; pudiendo inferirse de estos el tercer ángulo al objeto intermedio. Asimismo para formar el diseño de estos puntos intermedios y del aspecto del país debe abandonarse la plancheta, y dar preferencia a una especie de cámara oscura la cual pintando los objetos sobre el papel facilita el diseñarlos prontamente y con bastante exactitud. La figura primera representa esta cámara.

-III-

De las señales o puntos mira

Para observar los ángulos de posición de los triángulos principales, se pueden emplear las noches y consagrar el día a la medida de los ángulos secundarios y a los diseños de los puntos notables del país esto exige dos especies de señales, o miras: Los mejores son los nocturnos o las lámparas de Reberbero esta se reducen a unos grandes vasos de cobre fundido de figura en elíptica, o parabólica, plateados y muy bruñidos por dentro con dos pies de diámetro  o abertura: Los Reberberos de construcción inglesa son parabólicos y los franceses elípticos.

Más se sabe que los rayos divergentes arrojados por un manantial de luz en el foco de una parábola o elipse son reflejados paralelamente al eje de estas curvas por esta razón los Reberberos parabólicos o elípticos reflejan y envían al observador toda la luz que reciben de la campana colocada en su foco paralelamente al eje de la curva generatriz de estos sólidos, el cual constituye la visual del observador. Un tubo de cristal y una chimenea de hoja de lata sirven para aumentar la intensidad de la luz y defenderla de las ondulaciones del viento.

Estos Reberberos se fijan y sostienen en tableros verticales que giran sobre un eje sostenido por un trepie, un aplomo debe colgar siempre sobre este eje a fin de mantener invariable el centro de estación. Para una distancia de 8 ó 9 leguas de 8.000 varas cada una basta un solo Reberbero: Y para lados de 17 a 20 leguas son prefijos 5 ó 6 Reberberos; cuya luz se presenta como la de una estrella fácil de cortarse igualmente por el hilo vertical del anteojo. Es verdad que la refracción, y los vapores y neblina alteran la redondez y regularidad de la luz y la hacen difusa y difícil de ver cortada en dos mitades, sucediendo lo mismo cuando los Reberberos arrojan demasiada luz y esto es el único defecto de las señales nocturnas, así como las ondulaciones de la luz producidas por el viento.

Para medir los triángulos secundarios pueden servir de señales las bolas de los campanarios de las medias naranjas, un mástil, bandera, una cabaña, peña, un árbol aislado y otros objetos semejantes y a falta de estos se puede usar de un triángulo isósceles, o de un rectángulo  colocado en un eje vertical sobre el cual pueda girar para poder observarlos sucesivamente de diferentes estaciones. Más como algunos de los ángulos secundarios han de tener por uno de los puntos de mira la estación principal; se hace preciso poner en ésta una señal de día. La misma tienda que sirve de abrigo a los Reberberos y al que los cuida, puede servir igualmente para esto. También puede hacerse uso de las tiendas cónicas, superadas de un cilindro, rectángulo, bola, o doble cono, según lo hizo Mr. Mechain en Cataluña para las operaciones de la Meridiana véase la lámina primera.

Más cualquiera que sea la forma de estas señales, debe dárseles constantemente más largo que ancho a fin de que sean bien visibles; y Mr. Delambre propone por regla general, se haga dicho largo igual a 0,00015 de la distancia de la señal.

Al tiempo de determinar el lugar en que debe colocarse éste, conviene advertir sobre qué objetos la proyectará, al observarlo de las estaciones vecinas, evitándose siempre el que le proyecte en tierra, y sobre los objetos inmediatos, porque hallándose igualmente iluminados que éstos, se confundirán con ellos y será muy difícil el distinguirlo.

No obstante si no puede evitarse este inconveniente, se dará al señal un color diferente del que tiene los objetos sobre los cuales se proyecta para poder reconocerlo.

Ordinariamente es mejor pintarlo de blanco, o cubrirlo con un lienzo de este color. Si por el contrario la mira se proyecta en el cielo se le pintará de negro para no confundirla  con las nubes.

-IV-

De la medida de los Ángulos

Una vez elegidos los objetos que deben servir de puntos de mira en los triángulos principales y secundarios  se procederá a la medida de los ángulos de posición entre las señales, y de  las distancias de éstos al Zenit del observador.

Es más cómodo partirse el trabajo entre dos personas observando cada una al anteojo que más le acomode; con efecto la observación es más pronta y segura y  el resultado viene a ser el medio entre dos vistas diferentes y dos modos de ver el mismo objeto.

En los ángulos principales de posición se deben tomar dos, o tres series de veinte ángulos, o una de 30 a 40 si las circunstancias son favorables: Si no lo fuese se continuará hasta estar seguro del valor del ángulo.

En los secundarios bastarán ordinariamente 2 ó 3 o más observaciones pares, según la importancia del objeto cuya posición desea determinarse.

En las distancias de los objetos al Zenit y de los ángulos principales es suficiente tomar una sola serie de diez ángulos hecha inmediatamente antes o después de las que sirven a determinar el valor del ángulo de posición.

Estas distancias de los objetos al Zenit del observador son necesarias para reducir los ángulos, observados al Horizonte: En efecto las señales que sirven para la medida de dichos ángulos, se hallan más o menos elevados y a distancias desiguales del centro de la tierra; por lo que se hace indispensable reducirlos al Horizonte y nivel de una superficie igual y uniforme en toda su extensión cuál es la del mar, puesto que solo en esta los meridianos y más círculos que atraviesan la tierra pueden guardar la similitud irregularidad de su curvatura.

Por este medio toda la serie, o red de triángulos, que cubre el país, queda reducida al mismo nivel y los ángulos rectilíneos observados convertidos en ángulos esféricos de una misma superficie. Por lo que la suma de los tres ángulos de cualquiera de estos triángulos debe exceder en cierta cantidad de segundos a dos ángulos rectos, y esta cantidad es lo que se llama exceso esférico.

-V-

De la medida de las Bases

Para levantar el plano de un Reyno, como la España deben medirse tres o cuatro bases a distancias considerables unas de las otras y de 6.000 toesas a 14.000 varas castellanas de largo a lo menos cada una. Se calculan los lados de los triángulos separadamente por cada base y la coincidencia o discrepancia entre los diversos resultados hará juzgar de la confianza que se merecen las observaciones y si las diferencias halladas están circunscritas a los límites de los errores inevitables en aquellas.

El menor error en la medida de las bases se multiplica y acumula al paso de los triángulos se alejan más de estas por lo mismo es preciso poner el mayor esmero y escrúpulo en todas las operaciones necesarias para ejecutar dicha medida. La alineación es una de las fundamentales.

Primeramente se elegirá un terreno llano igual y de bastante extensión así como la dirección que ha de tener la base y sus extremos: A fin de demarcar éstos de un modo invariable, se plantará un tronco de árbol quemado, o más bien una piedra cilíndrica o cuadrada con argamasa y canto se la fijará sólidamente de manera que en ningún tiempo pueda mudar de sitio: En su parte superior horizontal se fijará igualmente un cilindro o lámina de cobre sobre la cual se describirán dos o tres círculos concéntricos y dos diámetros uno en la dirección de la base y el otro perpendicular a ésta. El centro de estos círculos marcará el extremo de la base: Sobre éste deberá caer un hilo muy fino de acero con un aplomo terminado en punta sostenido por un trepie armado de tornillos, por los cuales pueda darse a la pinza de que cuelga el aplomo dos movimientos normales entre sí.

Encima de este extremo se coloca la columna del círculo en una situación vertical por medio del pequeño nivel de suerte que el eje de la rotación sea normal a la dirección de la base: En esta posición se dirige el anteojo al señal puesto en el otro extremo, o cerca de él cortándolo igualmente por el hilo vertical: Luego a distancias de cien en cientiesas, se coloca una barra de hierro vertical, de modo que sea bien cortada por el hilo, está posición se la hará entrar en tierra a golpe de martillo a fin de que forme un agujero capaz de recibir un piquete de madera de 15 a 18 pulgadas de largo y tres de diámetro en la parte superior; lo que debe quedar a flor de tierra. Si al tiempo de introducir el piquete se apartase algo de la dirección vertical, será fácil valuar esta desviación.

En habiendo colocado tres piquetes se transporta el círculo al último y de esta nueva estación se plantan otros tres y así sucesivamente hasta el segundo extremo de la base. Pero en todas estas posiciones no se debe poner encima del piquete la columna vertical del círculo, si no el plan del mismo círculo o más bien el eje del anteojo, de modo que dirigiendo este al Nadir, el rayo visual pasa por el eje del piquete.

Hecha y demarcada la alineación de la Base, se pasa a su medida, colocando la primera regla en la dirección misma y tangente al hilo aplomo que cuelga sobre el centro o extremo de la Base; en cuyo largo debe contarse el semi diámetro de dicho hilo.

Para alinear las reglas se pone en el primer piquete una regla bien vertical, la cual sirve de punto de mira y sobre la que deben proyectarse las dos puntas de hierro colocadas en el techo de la armazón que sostiene y guarnece cada regla.

La construcción de estas merece la mayor atención de parte del Artista, y en los casos que exigen medir las Bases con un rigor y exactitud imaginables, como sucede en las operaciones de toda Meridiana, deben emplearse las reglas de Platina construidas bajo la dirección de Borda para establecer el sistema Métrico en Francia.

Estas son cuatro marcadas cada una de su número que sirve a distinguirlas, hechas de Platina de largo de dos toesas, seis líneas de ancho y una de grueso. Cada una de estas reglas de Platina está superada de otra de cobre más corta de seis pulgadas. Ambas se hallan fijas en un extremo por tres tornillos, quedando libres en todo lo demás de su largo; de suerte que la regla de cobre en virtud de sus dilataciones relativas puede alargarse más o menos sobre la regla de Platina.

Un Nomius puesto a la extremidad libre de la regla de cobre, cuyas divisiones corresponden a las de un pequeño rectángulo de este metal unido a la regla de Platina indica con grande precisión la dilatación relativa al cobre; de esta se deduce fácilmente la dilatación absoluta de la Platina: Pues se sabe que la variación de una parte de este  Nomius, producida por la temperatura indica en la regla de Platina 0,000009243 toesas de dilatación.

Así por este medio se conoce con toda la exactitud deseable la verdadera dilatación de las reglas; al paso que la observación de un termómetro pegado a estás no indica generalmente, tengan al mismo instante de la observación la misma temperatura.

En la extremidad de la regla de Platina, que no está cubierta por la de cobre, hay una lengüeta o pequeña regla de Platina dividida en diez milésimas de toesa, la cual se mueve entre dos ranuras con un ligero frotamiento, un Nomius trazado en el borde de una de estas da las cienmilésimas de toesa. Esta lengüeta sirve para medir el intervalo entre dos reglas sucesivas, las que a fin de evitar todo choque o roce al tiempo de colocarlas en la dirección de la base.

El Nomius de la lengüeta y el del termómetro metálico están armados de una lente o microscopio a fin de poder observar con más facilidad y exactitud las divisiones.

Cada regla se haya puesta sobre una pieza de madera bien recta, asegurada por montantes que nada perjudican a la dilatación, pero que impiden que la regla sea parte de la línea recta.

Un techo cubre las piezas de madera a fin de preservar las reglas de los rayos del sol, los que producirían una dilatación rápida en la regla de cobre, al paso que la de Platina abrigada por aquella, se calentaría con mayor lentitud; y la marcha del Nomius indicaría durante algunos momentos una dilatación absoluta y no relativa.

Toda la armazón de madera que contiene cada regla está sostenida por dos trespiés de hierro con sus tornillos los que descansan igualmente sobre dos mesitas armadas de tres puntas de hierro que se meten en la tierra y aseguran la posición de cada regla.

Para poder alinear las reglas se han fijado hacia los extremos del techo o cubierta de madera dos juntas verticales cuyo eje prolongado a la parte inferior cortaría en dos mitades el ancho de la regla: Por la cual siempre que estas dos puntas se hallan en la dirección de la base, es evidente que la regla se halla igualmente.

Del mismo modo se alinearán las otras reglas, las cuáles no se ponen en contacto por sus extremos, sino que hay un intervalo mayor, o  menor entre estos cuyo valor mide la lengüeta.

Para nivelar estás reglas, o medir la inclinación que forman con el Horizonte, sirve una escuadra o triángulo rectángulo de madera: Del ángulo recto baja una regla perpendicular a la hipotenusa para dar solidez al instrumento, está regla de madera está separada de otra delgada de cobre, fina con tornillos, la cual tiene en su exterior inferior trazado un arco de círculo de diez grados divididos en 120 partes de las que vale cada una cinco minutos: Sobre esta regla de cobre se mueve la alidada del mismo metal con su Nomius abajo, y un nivel puesto en la mitad de su largo perpendicular a este. Véase la figura.

El orden que se observa en estas operaciones es cómo sigue: Se colocan las reglas a continuación unas de las otras, pero sin tocarse, se alinean por medio de las puntas verticales puestas en la armazón de madera y la mira vertical colocada sobre el piquete mediante se mide la inclinación de cada regla por medio del nivel descrito. Se observan los termómetros metálicos y los Nomius de las lengüetas: Se anotan sucesivamente los resultados de estas observaciones en dos registros separados, para mayor seguridad es bueno que un segundo observador vuelva a leer los termómetros metálicos y las lengüetas antes de separar la primera regla.

De esta manera se continúa la medida todo el día, más para interrumpirla a la noche una media hora antes que la lectura de los Nomius sea difícil se coloca la primera regla número 1º, por dónde debe empezar la medida del siguiente día: Se marca en el terreno el punto en que termina dicha regla; se la retira a fin de introducir en dicho punto un piquete con una lámina de plomo fija con clavos en su parte superior: Hecho esto se vuelve a colocar dicha regla en la misma posición: Se observa y anota su inclinación y el termómetro, así como el termómetro y lengüeta de la regla anterior qué es siempre la número 4.

Del extremo anterior de la regla número primero baja un hilo en aplomo, cuya punta deja una señal sobre la misma de plomo: Por este punto se trazarán dos rectas normales con una pieza de madera hueca, a fin de que no la toque el agujero en que entre el piquete cubierto de esta pieza se llena y cubre de tierra.

Al día siguiente se descubre, se vuelve a poner la regla en la misma posición, de suerte que el hilo aplomo caiga en el mismo punto o intersección de las directas normales: Se colocan las tres reglas siguientes y se continúa la operación de la misma manera hasta finalizar la medida total de la Base.

Toda Base medida de la manera dicha se compone de una serie de líneas rectas horizontales las que forman un polígono circunscrito a la superficie de la tierra, atendida la figura casi esférica de las dimensiones de esta, se confunde con un arco de círculo máximo.

Esta Base o Arco aún debe reducirse al nivel del Mar y para esto es preciso conocer la elevación del terreno en que se ha medido sobre este nivel: Si la medida se hace en un terreno inmediato al Mar, será fácil tener dicha elevación por medio de una nivelación; pero si se ha ejecutado tierra adentro será necesario conocer la elevación de las estaciones que van sucesivamente desde el Mar hasta la base; también se podrá obtener inmediatamente por medio de observaciones simultáneas del barómetro hechas a la orilla del Mar y en las estaciones de la Base.

Igualmente pueden emplearse por reglas para medir las bases con toda exactitud barras de fierro batidas fuertemente, a fin de hacerlas más densas y menos expuestas a las variaciones producidas por los diversos grados de temperatura. En las operaciones hechas últimamente por los Académicos de Suecia para verificar la medida del grado meridiano bajo el Círculo Polar ejecutada en 1736 por los Académicos de Francia se sirvieron de cinco  barras de hierro de 13 pies y algo más de largo. En la obra de S. Bamberg publicada sobre esto por la Academia de Ciencias de Estocolmo se pueden  ver los principios que dirigieron su construcción.

Si las circunstancias no exigen medir la base con todo el rigor imaginable se puede usar en lugar de las reglas dichas, de perchas de pinabete mojadas en aceite hirviendo y después cubiertas de un barniz espeso con el fin de hacerlas poco sensibles a las variaciones e higrométricas del aire y de temperatura. La figura representa una de estas perchas: Los brazos del Rombo (a.b.c.d.) y la traviesa (c.d.) sirven para dar mayor solidez a la regla A.B. e impedir el que se encorve. Se tienen dos o tres de estas perchas de 15 a 16 pies de largo, el que se medirá y compara con el mayor cuidado a una medida conocida.

Para servirse de estas reglas se les colocará en unos puentes sólidos de madera y sostenidos por tres pies; se pondrán en contacto unos de otros sucesivamente en la dirección de la Base, y por medio de un nivel graduado se medirá la inclinación de cada percha al horizonte. Pero en estos casos conviene medir varias veces la misma Base tomando por resultado la media aritmética entre las diferentes medidas.

Luego que se finaliza la medida de la Base se conservarán los extremos con el mayor cuidado: Para esto se pondrá una lámina de plomo sobre el cilindro de cobre y la piedra que lo contiene se echarán encima algunas libras de escoria de hierro reducida a polvo a fin de impedir que se introduzca la humedad, todo esto se cubrirá con una piedra de sillería hueca por adentro bien ajustada y cerradas las junturas con argamasa fina: Todo alrededor se levantará una pirámide cuadrangular en piedra de sillería la cual servirá a reconocer dichos extremos y a defenderlos de los estragos de las aguas y animales.

Todas estas precauciones son indispensables, tanto para el reconocimiento de los extremos en cualquiera tiempo que se quieran volver a medir las Bases, como para conservar la memoria de unas operaciones gloriosas a las ciencias y a la nación que las ha emprendido.

Para la formación del mapa de España podrían servir igualmente de Bases los lados de las cadenas de triángulos de la Meridiana comprendidos entre Bellegarde y el Mongó frente a Denia, estos  lados están calculados por la Base de Perpiñán y los resultados de los lados calculados por éstos y por las Bases medidas en la Península serán un nuevo medio de verificación exactitud de las observaciones.

Memoria de José Rodríguez. Fundación Domingo Fontán

-VI-

Reducción de los ángulos esféricos  a los formados por las cuerdas y cálculo del valor de éstas y de los arcos correspondientes

Conocido el valor de los ángulos horizontales y el de las Bases reducidas al nivel del Mar, es fácil calcular los lados de todas las series de triángulos la área de cada uno de estos y por consiguiente la superficie total del país a que se extienden. Pero esto supone que los tres ángulos horizontales entre tres objetos inmediatos, forman un triángulo esférico que tiene por centro el de la tierra y en el cual se resumen todas las verticales de los puntos de superficie: Más siendo elíptica o esférica la figura terrestre los tres ángulos dichos se refieren a tres verticales que no se reúnen en el mismo punto aún consideradas de dos en dos por hallarse cada una en un plano distinto de las otras: Así pues nada liga los tres ángulos de un triángulo esférico entre sí, y para establecer entre ellos una relación, o referirles  a rectas que se reúnen en el mismo punto, sería preciso hacer varias correcciones.

No obstante la tierra se aparta tampoco de la figura esférica que éstas correcciones serían menores que los errores inevitables de las observaciones.

Por esta razón se puede suponer sin error sensible que las tres verticales de los ángulos se reúnen en el mismo punto, y que estos forman un triángulo esférico, cuyos lados pueden calcularse por las reglas de la trigonometría esférica rectilínea conforme al Teorema de Mr. Legendre.

Según este teorema, se resta de cada ángulo horizontal el tercio del exceso esférico total y la suma de los tres ángulos restantes debe componer dos rectos o lo que es lo mismo el triángulo esférico queda reducido a rectilíneo por lo cual será fácil calcular sus lados, así como los más de la serie, por medio de las Bases conocidas.

Pero es muy útil conocer el error de las observaciones sobre el valor de cada ángulo en particular: Para esto el valor aproximado y conocido de los lados servirá a reducir los ángulos esféricos a los de las cuerdas de los arcos interceptados entre dos señales de suerte que la serie de triángulos observados quedará reducida a un polígono de triángulos rectilíneos inscrito en el esferoide.

Más la reducción del ángulo horizontal al rectilíneo formado por las cuerdas es el exceso esférico de aquel sobre este, y la suma de las tres reducciones debe ser igual al exceso total deducido de los ángulos observados: Así pues la comparación de este exceso con el calculado para las reducciones dichas hará juzgar del mayor o menor acuerdo de las observaciones; y toda la diferencia que puede hallarse entre ambos resultados, es efecto del error cometido en éstas.

Reducidos los ángulos horizontales a los formados por las cuerdas, se calcularán estás por reglas de la trigonometría rectilínea; y después estas cuerdas o más bien sus logaritmos se convertirán en logaritmos del valor de los arcos correspondientes.

También pueden corregirse los ángulos esféricos del error de las observaciones y después de calcular los lados de los triángulos horizontales corregidos por las reglas de la trigonometría esférica pero estos últimos cálculos solo deben hacerse en los triángulos principales; y ordinariamente poco o nada añadirán al valor de los lados hallado por el primer cálculo hecho según el teorema del Sr. Legendre; a no ser en algunos triángulos de 15 a 20 leguas por lados.

-VII-

De las observaciones Astronómicas

Estas se reducen a determinar la latitud y longitud de varias estaciones y el Azimuz de los lados inmediatos a estás. En rigor bastaría observar la latitud y longitud y Azimuz de un punto cualquiera de la serie de triángulos para obtener por el cálculo el valor de estas cantidades respecto de todos los demás de la serie; pero es siempre ventajoso tener varios medios de verificación de la verdad, exactitud de los resultados de las observaciones; y de la comparación de las latitudes longitudes y Azimuzes calculados con los observados en diferentes estaciones principales, ofrece está verificación, así como poder tomar el medio aritmético entre los diversos resultados, en caso de que estos no difieran sensiblemente unos de otros, pues si la diferencia fuese excesiva, esto probaría algún error considerable en las observaciones.

Las Astronómicas presentan la ventaja de poder hacerse cómodamente y en los mismos días y meses del año, sin más instrumentos que el círculo repetidor, un buen péndulo o cronómetro, el Barómetro y Termómetro. Si hubiese un anteojo meridiano de pasos el trabajo sería mucho más fácil.

En este caso el anteojo meridiano girará sobre dos columnas fuertes metidas en el suelo y apoyada sólidamente con cal y canto, de suerte que no puedan padecer el más ligero movimiento. A la distancia de unas diez o quince mil toesas se colocará un Reberbero sostenido de un pequeño tablero, asegurado fuertemente con piedras y argamasa, a fin de evitar todo movimiento o mudanza de sitio. Este Reberbero puede apartarse del Meridiano unas 18 ó 20 toesas al oriente o poniente.

Para determinar aproximadamente el meridiano del Observatorio por medio del sol, basta describir un arco con un radio arbitrario, y partir en dos mitades la parte de este arco que ha marcado la sombra de un hilo a plomo colgante sobre el centro, después de haberle tocado en dos puntos.

El paso de la Polar observado a la simple vista puede servir igualmente para esto.

El Reberbero, será el punto de mira al  que se dirige el anteojo meridiano y en esta posición que se verifica varias veces todas las noches, se observa el paso de las estrellas por el vertical que describe el anteojo, verificando igualmente la orientalidad del eje de este por medio del nivel de agua o espíritu de vino.

Si el Reberbero se halla muy cerca del observador su luz se presenta bajo un diámetro considerable, y difícil por lo mismo el poder cortarla igualmente por el hilo vertical; por esta razón es sumamente ventajoso colocar el Reberbero a una distancia bastante grande.

Por los pasos observados de las estrellas, se conoce la marcha diaria del Reloj y lo que adelanta o atrasa en las 24 horas. Comparando después estos pasos con las ascensiones rectas aparentes de las estrellas, se calcula y determina la dirección horizontal del anteojo al Este u Oeste del Meridiano, y esta desviación es precisamente el Azimuz de la mira o Reberbero. Por lo que, observando el ángulo entre éste y una de las estaciones se tendrá el Azimuz de estación, añadiendo o restando del ángulo dicho, la desviación conocida del Reberbero según este se halle al mismo lado del Meridiano que la estación, o al lado opuesto.

Esta desviación sirve igualmente para corregir el paso observado de las estrellas y obtener el paso verdadero por el Meridiano del anteojo en partes del Péndulo o Reloj de observación. El conocimiento de estos pasos al Meridiano es indispensable para saber los pasos de las estrellas circunspolares  que sirven a determinar la Latitud del Observatorio.

Cuando no hay anteojo meridiano, es preciso para mayor exactitud, tomar alturas absolutas de algunas estrellas a fin de determinar su paso al Meridiano en partes del Cronómetro o péndulo; conocer la marcha de estos se hace indispensable continuar estas alturas casi los más de los días, de esta manera se tienen los mismos datos qué al observar el paso de las estrellas por el anteojo meridiano.

Pero aun teniendo este será preciso para mayor exactitud, tomar los más de los días alturas absolutas de algunas estrellas y observar el paso de estas al anteojo: De este modo se tendrán dos medios diferentes para calcular el paso de las que sirven para determinar la latitud y el Azimuz.

Sobre todo el día que empiezan las observaciones de latitud se hace casi indispensable tomar las alturas dichas, a lo menos de una o dos estrellas bien conocidas de posición y cuyo paso debe observarse también al anteojo meridiano.

Se elegirán estrellas que puedan observarse casi en todo el tiempo que duren las observaciones de latitud a fin de tener los mismos objetos de comparación y que difieran bastante en la declinación para poder obtener el Azimuz con la mayor exactitud posible.

También podría servir el anteojo superior del círculo repetidor de anteojo de pasos: Pues el Reberbero destinado al cronómetro del Azimuz sería el punto fijo de la mira para colocar dicho anteojo en la misma posición, o en el mismo vertical, al observar el paso de las estrellas. Así las inclinaciones del eje del círculo en la dirección de este plano o del meridiano de quién debe apartarse poquísimo, nada influirán; pero sería preciso evitar toda inclinación del eje a los lados del Meridiano; y acaso esta es la única dificultad aneja al uso del repetidor empleado como anteojo de pasos. Más esto solo podrá verificarse cuando haya dos círculos, uno destinado a las observaciones de latitud y pasos, y el otro para las geodésicas, o medir los ángulos.

Para las observaciones de latitud se coloca el  limbo del círculo vertical y en el plano del Meridiano, a fin de poder tomar las distancias de las estrellas al Zenit. Entre éstas deben preferirse las circunspolares y en especial la Polar y B (Beta)  de la Osa Menor: Estas dos estrellas son de segundo tamaño muy fáciles de distinguir: Su paso inferior y superior se puede observar en una misma noche y en el mismo tiempo del año; y por esta razón deducir la latitud del observador independientemente del error que pueda haber en su declinación.

Por otra parte se hallan bastante elevadas sobre el horizonte, respecto a los pueblos de Europa; de suerte que la refracción no puede producir error sensible aún en las observaciones de B todas estas consideraciones han obligado a los Astrónomos, a dar la preferencia en sus observaciones de latitud a las dos estrellas de la Osa Menor A (Alfa) o la Polar y B.

En todos los meses de Diciembre se puede observar el paso superior de la Polar y el inferior de B.  Al principio de Enero se empieza a ver La Polar bajo del Polo pudiendo observarla hasta finales de Febrero.  A mediados de Enero se puede observar igualmente el paso superior de B, de suerte que las observaciones de las 2 estrellas pueden terminarse a últimos de Febrero o antes pero importa empezarlas a principios de Diciembre con el fin de prevenirse contra las malas noches y aprovecharse de las primeras buenas que se presenten.

Unas 200 o 300 observaciones de cada uno de los pasos superiores o inferiores son suficientes, y para mayor autenticidad conviene anotar en un registro todas las observaciones a medida que se van haciendo antes de ejecutar cálculo alguno.

Para observar las distancias de estas estrellas al Zenit del círculo, primero se calcula el paso aproximado por el Meridiano de este, y después se empiezan y finalizan las observaciones a intervalos iguales con corta distancia, antes y después del paso dicho. Por La Polar se puede empezar y acabar 20 ó 30 minutos antes y después del paso de esta estrella por el Meridiano; pero respecto de B solo se podrá continuar la serie un cuarto de hora antes y después.

Conocidas las distancias horizontales de unas estaciones a las otras, la latitud,  longitud, y Azimuz de dos o tres de éstas se calcularán finalmente, las latitudes y longitudes y Azimuzes de todas las estaciones o puntos principales y secundarios del país, así como sus alturas absolutas y respectivas sobre el nivel del Mar de esta manera se tendrán todos los datos necesarios para formar la carta general de todo el Reyno y las particulares de las provincias, Obispados, jurisdicciones o parroquias con la exactitud y pormenores deseables.  Pero la descripción geométrica de todas las operaciones medidas, señales, y métodos para la ejecución de este trabajo debe preceder la Colección dicha de los Mapas generales y particulares.

Igualmente será fácil calcular las distancias de todos los lugares a una Meridiana cualquiera del Reyno, como por ejemplo a la qué pasa por el Observatorio de Madrid, y a la perpendicular de esta Meridiana tirada por el mismo Observatorio: Con esto todo el país quedará reducido a cuadriláteros cuya área es fácil de calcular: De este modo está construida la carta de Francia por Casini el tiempo de Luis XIV.

Pero una de las operaciones más interesantes y fundamentales que deben ejecutarse al tiempo de levantar el plano de un Reyno como la España es la medida del arco meridiano que la atraviesa en su mayor amplitud.  En Francia se ha dado la preferencia a la Meridiana que pasa por el Observatorio Nacional; más esta circunstancia solo me es suficiente para tomar una Meridiana más bien que otra. En España no debe medirse la que pasa por el Observatorio de Madrid si no la que atraviesa en su mayor ancho comprendido entre las costas del Estrecho y las de Asturias.

La latitud de Gijón es de 43º1/3; la de Tarifa en el Estrecho es de 36º, así la amplitud del arco meridiano será de unos siete grados y un tercio.

El sistema de operaciones para esta medida es el mismo, con solo la diferencia el mayor rigor que debe ponerse en observar los ángulos de las cadenas de triángulos que atraviesa dicho Meridiano y en medir las bases. Estás eran dos distantes a lo menos unos cinco o seis grados. A los extremos del arco se observarán las Latitudes y Azimuzes correspondientes; y todo este trabajo hecho con el mayor cuidado y exactitud servirá para levantar el plano del país por donde pasa la Meridiana.

La medida de esta puede dar nuevas luces sobre la figura y dimensiones de la tierra y presenta las mismas ventajas que la ejecutada en Francia pues a más de tener el arco dicho una amplitud considerable capaz de hacer que sensibles los errores de las observaciones en el valor del grado correspondiente a la latitud media, sus extremos terminan igualmente en la orilla del Mar; pero una ventaja peculiar a la Meridiana de España y de que carece todas las demás de Europa consiste en poder prolongarla hasta el África entre el Cabo Espartel y Ceuta o el Monte de las monas y si en algún tiempo aquellos pueblos bárbaros llegasen a civilizarse se podrá prolongar la medida hasta las costas de la Guinea muy cerca del Ecuador.

-VIII-

Medida de dos o tres grados de Longitud

Por el cálculo se tiene la diferencia de longitud entre dos o tres, o más estaciones principales suponiendo Elíptica la figura de la tierra, y a los paralelos la de un círculo regular. Pero esta misma diferencia de longitud se puede tener por observación independientemente de la figura de la tierra.

Así pues comparando los resultados de la observación y del cálculo entre sí, se verá si la hipótesis elíptica se aparta o se aproxima a la verdadera.

El medio más exacto y seguro de observar la diferencia de longitud entre dos puntos diferentes y bastante distantes en la dirección de los Paralelos es el siguiente: Dos observadores puestos cada uno en su estación deben estar provistos de un buen péndulo y de un anteojo meridiano colocado exactamente en el plano de este círculo, o cuya desviación horizontal sea bien conocida por medio de una mira fija, y del paso observado de varias estrellas.  Además de esto el observador oriental tendrá en su Observatorio unos cuatro o cinco  o más Reberberos colocados en un tablero, cuya luz se dirigirá al observador occidental a fin de que la observe por medio de un anteojo fijo.

Encima de los Reberberos colgará de una roldana un tablero o lienzo muy  encerado y oscuro de suerte que el observador podrá hacerlo caer cuando quiera de manera que cubra enteramente y oculte la luz de los Reberberos al segundo observador. A fin de que el tablero o lienzo caiga y oculte un instante la luz debe ser bastante pesado, o tener en el lado inferior alguna barra de plomo, por otra parte la velocidad de la luz es tan prodigiosa que el observador dejará de verla al mismo tiempo que el tablero la cubra.

Este supuesto observador Oriental observará el paso de una estrella por el anteojo meridiano; y al tiempo que está toca el hilo vertical del medio hará caer el tablero para que cubra la luz al segundo observador, quien atento al anteojo y a los segundos que marca su péndulo, notará el instante en que observo la ocultación de la luz. Después observará el paso de la misma estrella por su meridiano, y la diferencia de los dos instantes observados será la diferencia de longitud de los dos lugares en tiempo sideral o del Péndulo.

Para esto es preciso que los dos observadores se convengan en las estrellas que deben observar y en conociendo el paso de estas a la primera noche, y la marcha del péndulo, saben cuándo deben estar pronto para las observaciones.

Como un segundo de tiempo sideral vale 15 segundos de grado, es preciso repetir varias noches y con diferentes estrellas el mismo género de observaciones a fin de que el medio entre todos los resultados observados no difiera del verdadero, se le acerque a este todo lo posible.

José Rodríguez González

-IX-

Medida de una Perpendicular a la Meridiana

La medida y observación de algunos grados de longitud, o de los paralelos, no es la que puede dar mayores luces sobre la figura de la tierra. Estas deben expresarse de la medida de los arcos meridianos del largo de los péndulos observados en los dos hemisferios y a diversas latitudes; y de las perpendiculares a estas Meridianas.

Si la tierra fuese esférica estás perpendiculares serían círculos máximos cortados igualmente por el Ecuador. Más siendo Elíptica o esférica, dichas normales al Meridiano trazadas por una serie de operaciones geodésicas son curvas a doble curvatura, al paso que la intersección del esferoide de revolución por un plano Normal al Meridiano, es una elipse que se halla en el mismo plano secante. No obstante estas dos curvas diferirán entre sí, tanto menos cuanto la elipticidad terrestre sea menor.

Los lados sucesivos de la Normal se determinan y calculan por medio de una triangulación hecha en la dirección de la perpendicular. Ésta atraviesa la España de Oriente a Poniente y se termina igualmente que la Meridiana por los bordes del Océano y el Mediterráneo.

Se puede tomar por dicha perpendicular la que pasa por el Observatorio de Madrid o por otro punto determinado, del cual se observará la latitud, así como la de los extremos de la curva, y los Azimuzes. Por este medio se podrán obtener datos  sobre la naturaleza y dimensiones del Esferoide Osculador de la superficie de la tierra, en el punto en que dicha perpendicular corta el Meridiano.

Después se calcularán las distancias de cada lugar a este Meridiano y a la perpendicular las que serán las dos coordenadas horizontales; y añadiendo a estas la altura del lugar hecho sobre el nivel del mar, las tres coordenadas, que fijan la posición de un punto cualquiera en el  espacio. En los mapas ordinarios la latitud y longitud juntos a la coordenada vertical, sirven igualmente para fijar la posición dicha.

-X-

De un Sistema uniforme e invariable de Pesos y Medidas

Uno de los importantes servicios que el Gobierno puede hacer a la Nación es abolir esa multitud escandalosa de pesos, medidas, y valor fractivo de la moneda que reinan en las provincias haciendo perder la ejecución de todas las operaciones que acabamos de exponer del establecimiento de un sistema uniforme decimal invariable de medidas y pesos en todo el Reyno. Con esto cesaría la confusión, la arbitrariedad, los fraudes y reducciones, cálculo que el sistema actual exige en el comercio y trabajo usual.

La unidad fundamental en un sistema invariable debe tomarse en las que presenta la naturaleza y entre está merece la preferencia, la diezmillonésima parte del cuadrante de meridiano terrestre; bien conocido hoy en día cómo por las últimas medidas hechas en Francia y en España. Todos los pueblos civilizados adoptarán probablemente esta medida física, como tipo de las que se emplean en los usos comunes, no habiendo en ella nada arbitrario ni que presente motivo alguno a las prevenciones nacionales.

Por otra parte esta diezmillonésima a que se dio el nombre de Metro no es demasiado larga ni corta, y se presenta con facilidad a todos los usos del tráfico.

En España bastará aumentar la vara de Burgos en siete  pulgadas y una línea para reducirla al valor del Metro.

Pero las reglas Platina que servirán de tipos fundamentales para todos los que se establezcan en la Nación se compararán con el mayor rigor y escrúpulo a la toesa o Metro deducido de estas tomada a la temperatura de 16º ¼  del termómetro centígrado puesto que el largo del cuadrante meridiano está expresado en toesas puestas a esta temperatura.

Las divisiones y subdivisiones del Metro, deben seguir naturalmente el orden decimal, conforme a la escala de nuestra Aritmética a fin de evitar  toda reducción.

Igualmente todas las medidas mayores o menores y lineales y de peso y capacidad deberán ser múltiplos o fracciones decimales del Metro, unidad fundamental de cualquiera manera que se las denomine. Sin esto el sistema carecería de toda uniformidad y sencillez de qué es susceptible.

En el estado actual de las ciencias, y considerando el poco conocimiento que se tiene entre nosotros de las producciones de la Península me parece que  a la Comisión empleada en las operaciones geodésicas para la formación de los planos de las provincias, debe agregársele otra compuesta de sujetos hábiles en Botánica Minerología, Geología, Química, Física y demás ramas de Historia Natural.

Verdaderamente es una cosa bastante singular el que hayan enviado a personas muy instruidas a recorrer las Américas, el África, las Islas del Sur, Asia, dando la vuelta al mundo; a fin de recoger todo cuanto podían  ofrecer aquellos países distantes y poco conocidos al paso que los nuestros en que vivimos, se ignoran la mayor parte de las producciones. Esta indiferencia por todo lo que nos rodea sería inexplicable, si no  supiéramos que la vanidad, la intriga y el interés personal han sido el móvil de estas expediciones lejanas, más bien que el celo ilustrado y el deseo del bien de nuestro país.

Así pues la Comisión de Naturalistas deberá recorrer y examinar menudamente el de cada provincia; colectar y describir con exactitud las diferentes producciones naturales que se encuentran en cada una, formando diseño de  las que no puedan conservarse en el estado de vida,  como algunas plantas, insectos, pescados y moluscos y en general de todo lo que merezca hacerse sensible por medio del dibujo. La estructura de los montes la posición de los Bancos de los Fósiles, la naturaleza y elevación a que éstos se encuentran, la calidad de las tierras, Análisis de aguas termales y minerales, enfermedades endémicas a ciertos países, sus causas más probables, la temperatura y elevación de éstos sobre el nivel del mar, lo que se hace o puede hacer de tales y tales producciones, todo esto deberá entrar en la descripción dicha así como lo más que pueda ilustrar el Gobierno y a los Pueblos sobre la Agricultura, ramos de Industria y usos diversos que pueden hacerse de las diversas producciones de cada país.

Todas éstas se clasificarán, rotularán y colocarán en un Gabinete según el orden de Provincias y de las clases a que pertenezcan de manera que a un solo golpe de vista puedan reconocerse las producciones que poseen las provincias.»

(Concluye el manuscrito)

Presentada la anterior Memoria por José Rodríguez ante la Junta Central, a éste, no le fue posible llevarla a la práctica por la guerra que se libraba contra Napoleón Bonaparte, cayendo en el olvido. Sin embargo, el deseo de contar con una Carta General del Reino, se evidencia en el oficio o comunicación de la Junta Central Suprema a la Secretaría de Estado, que obra en el Archivo Histórico Nacional, signatura 22A – 29,30:

«Al Señor Secretario de Estado en 17 de Noviembre de 1808

E.S.

El R.N.S. Fernando VII y en su R.N. la J.C.S. del Reyno se ha dignado resolver que para los usos que puedan conducir, exista en ella un Mapa del Reyno de España de los más exactos y que a V.E. se le diga por mi conducto y orden de S.M. se lo participo a V.E. para su inteligencia a fin de que se lo remita a la mayor brevedad. Dios guarde…»

Al año siguiente de 1809, la Junta Suprema Central del Reino envió a José Rodríguez a Londres comisionado para examinar los establecimientos científicos de ese país dedicados a la Ciencia de la Astronomía.

Mediante Decreto de 30 de Noviembre de ese año de 1809, el Rey José I acuerda la creación del establecimiento de un Depósito General de Cartas geográficas, planos y diseño topográfico.

En cuanto a la división territorial el 30 de Mayo de 1808 el Canónigo Juan Antonio Llorente remitió a Napoleón Bonaparte una propuesta consistente en dividir España en quince provincias civiles y eclesiásticas respectivamente.

La Gaceta de Madrid número 124 del viernes 4 de Mayo de 1810, publicaba el Decreto de División del Reino de «José Napoleón por la gracia de Dios Rey  de las Españas y de las Indias» por el que el Territorio Nacional quedó fragmentado en 38 prefecturas; particularmente Galicia quedó dividida de la siguiente forma:

Capital                      Subprefecturas

La Coruña                 Santiago – Corcubión

Lugo                           Mondoñedo – Vivero

Ourense                     Monterrey – Monforte

Vigo                            Pontevedra – Tui

El autor de tal División Territorial fue José María Lanz y de Zaldívar, quién se inspiró en la división que José Bonaparte, en Vitoria el 7 de Noviembre de 1808 encargó al General Francisco Amorós Ondeano quien propuso el 16 de Noviembre de 1808 la División de España en 38 departamentos.

Aunque la Constitución de Bayona promulgada en esa ciudad francesa el 6 de Julio de 1808 por José Napoleón, Rey de las Españas y de las Indias, que juró el día 8 de Julio en unión de los Diputados, expresamente no contemplaba ninguna división del territorio, sin embargo de su artículo 61 se desprende que serían 38 los Diputados a elegir, que se corresponderían con 38 circunscripciones con una población cada una poco más o menos de 300.000 habitantes según determinaba el artículo 67 de dicho texto.

En cuanto a los proyectos geográficos de la España liberal, Carlos Lamaur de la Murere, presentó al Consejo de Regencia el 19 de Mayo de 1811, una Memoria proponiendo la formación de un Mapa Geográfico de todo el Reino. La Junta Suprema Gubernativa fue sustituida por el Consejo de Regencia o Suprema Regencia, creado el 31 de Enero de 1810.

Las Cortes de Cádiz, tuvieron como una de sus prioridades, la división territorial, así en la Constitución promulgada el 19 de Marzo de 1812,  “Constitución Política de la Monarquía Española» en su artículo 10 citaba la composición del territorio peninsular, con sus posesiones e Islas adyacentes.

Del territorio peninsular enumeraba:

Aragón, Asturias, Castilla la Vieja, Castilla la Nueva, Cataluña, Extremadura, Galicia, Navarra, Provincias Vascongadas, Sevilla, Valencia, además de las Islas Baleares y las Canarias.

En el artículo 11 expresaba:

«Se hará una división más conveniente del territorio español por una ley constitucional y luego que las circunstancias de la Nación lo permitan».

El primer proyecto de división fue elaborado por Antonio Ranz y José Espiga;  El segundo de esos proyectos fue el de Felipe Bouza, titulado: “Descripción de una nueva división de España arreglada a las circunstancias actuales según lo han permitido los incorrectos mapas de Tomás López«  que fue presentado el 21 de Septiembre de 1813, en el que  particularmente se dividía Galicia en cuatro provincias: Santiago, Lugo, Tuy y Orense. El Proyecto fue remitido a las Cortes a últimos de Abril de 1814; Concluida la Guerra de la Independencia, el 22 de Marzo de 1814, el Rey Fernando VII regresó de su «exilio» estableciendo de nuevo el Régimen Absoluto disolviendo las Cortes y aboliendo la Constitución, derogando todo lo que por ellas se había legislado, mediante Decreto de 4 de Mayo de 1814, quedando en el olvido el Proyecto de Bouza.

En cuanto a José Rodríguez González a quién dejamos en Londres en 1809, por Orden del 8 de Agosto de 1811 el Consejo de Castilla declaró su Cátedra de Matemáticas de la Universidad de Santiago, vacante, sacándola a concurso el 26 de Septiembre de 1811, Rodríguez conocedor de este hecho regresó a Santiago reclamando la propiedad de su Cátedra de la que había tomado posesión como propietario el 11 de Abril de 1801, siéndole reconocido su derecho después de acreditar las comisiones por él desempeñadas durante su ausencia.

En el Archivo Histórico Nacional, Consejo 12005, Expediente Número 51, se encuentra la Instancia de Juan Lareo Silva remitida al Consejo de Regencia el 20 de Junio de 1810, reclamando la propiedad de la Cátedra de Rodríguez:

«El Señor Don Juan Lareo del gremio y Claustro de la Universidad de Santiago puesto a los reales pies de V.A. con el más profundo respeto representa, que en el año pasado de mil ochocientos cinco, el Claustro de dicha Universidad le confió la enseñanza de la única Cáthedra de Matemáticas que entonces tenía por ausencia de su propietario Don Josef Rodríguez que sin licencia de dicho Consejo ni del Claustro se ausentó a Reynos extranjeros. Desempeñó la misma enseñanza en el curso siguiente de ochocientos seis por otro igual nombramiento, y  eregido en el curso de ochocientos siete la Cáthedra de Matemáticas Superiores por otro último plan de estudios se puso a su cuidado esta nueva asignatura en la que por sucesivos nombramientos continúo hasta el presente curso en que se le hizo también igual confianza.

El Claustro asiste al Exponente con la mitad de la dotación total de esta Cathedra quedando la otra mitad para las Arcas de la Universidad, considerando así en vacante la Cáthedra de Matemáticas Superiores con arreglo a la ley que manda se consideren tales, todas aquellas de que voluntariamente faltaren en ellas sus propietarios por más de seis meses. Sin embargo el Claustro no se ha determinado aún en ponerla en oposición sin duda porque la falta de Graduados conocedores que puedan ser Jueces y la de Sujetos que puedan ser Opositores, junto con las agitaciones actuales hacen casi impracticable la oposición. Más entretanto la enseñanza pública no puede dejar de resentirse de la falta de un Propietario, en una Cáthedra tan necesaria aún en los presentes tiempos por su inmediata relación con los conocimientos militares, tanto más cuanto habiéndose fugado con el enemigo dos de los Cathedráticos de Filosofía, viene a estar esta Facultad toda en manos de meros Sustitutos que por falta de estabilidad en sus destinos y que por no gozar más que de medio sueldo no pueden dejar de dedicarse a otros estudios que les proporcionen más permanentes y lucrosos acomodos: Perjuicios  que si bien es de grande consecuencia en las sustituciones de toda Cáthedra, lo es con mucho más en la de Matemáticas Superiores por el más particular y obstinado estudio que exigen estas ciencias y la mayor dificultad de hallar Sujetos capaces de enseñarlas.

El Exponente tiene el honor de haber hecho a la Patria desinteresados y no vulgares servicios. Fue asignado para formar, y organizar y con otros formó y organizó el Batallón Literario de esta Universidad de Santiago verificada la irresistible invasión del enemigo en esta Capital no omitió medio para empeñar los pueblos en su natural defensa, circulando por entre mil peligros, proclamas del Excelentísimo Señor Marqués de la Romana, solicitando y repartiendo armas y municiones de los Buques Ingleses y practicando otras no menos arriesgadas diligencias que le atrajeron de parte del Gobierno interino la confiscación de sus bienes y otras más infamantes penas.

Por todo lo cual a V.A. rendidamente Suplica: que en consideración a estos servicios y para de algún modo resarcirse de las quiebras que por ellos experimenta y en la de los méritos literarios contraídos en cinco años continuos que lleva de enseñanza en la Cáthedra de Matemáticas Elementales y Sublimes, a la dificultad casi imposibilidad de sacar a concurso esta última y a la conveniencia que tiene a la común instrucción de que está Cáthedra no carezca de Propietario en estos tiempos, se sirva V.A. conferírsela en  propiedad, o quedando menos por el tiempo que fuere del agrado de V.A. con el sueldo y emolumentos por entero. Favor que espera de la bondad de V.A. Santiago, 20 de Junio de 1810. A.L.P.P. de V.A. Juan Lareo Silva”.

En dicho Expediente también consta el Informe que el Claustro de la Universidad de Santiago remitió al Consejo de Regencia el 19 de junio de 1811:

M.P.S.

“El Claustro de la Real Universidad de Santiago, en cumplimiento de la Real Orden de 19 del mes de Febrero de este año por la que se ha servido prevenirle Informe lo que se le ofrezca y parezca en orden al memorial que ha dirigido al Consejo de Regencia el Doctor Don Juan Lareo solicitando la propiedad de la Cátedra de Matemáticas que por ausencia del propietario se halla ejerciendo en esta Universidad hace cinco años, compone a V.A.

Que en el año de 1801 el Doctor José Rodríguez se opuso a la Cátedra de Matemáticas, para la que S.M. se ha servido elegirle a consulta de V.A. mandó informarse el Claustro que lo ejecutó; pero como un Vocal del Claustro representase a V.A. los perjuicios que se ocasionan a la pública enseñanza por la ausencia de aquel Profesor, no había podido formar Discípulos que fuesen capaces de sustituirle y desempeñar la enseñanza parece no accedió V.A. la súplica del Señor Rodríguez, respecto al Claustro no se le comunicó orden alguna, el Señor Rodríguez marchó a París en donde hizo aventajados proyectos en las Matemáticas y particularmente en la Astronomía, por lo que de orden de S.M. vino a las Islas Baleares a fin de hacer especulaciones convenientes para la fijación del Meridiano y últimamente según noticias pasó a Londres con comisión del Gobierno.

Por su ausencia el Claustro nombró sustituto a la Cáthedra de Matemáticas que únicamente era de Elementos al tiempo que la regentaba el Señor Rodríguez pagando al Sustituto la mitad de la Dotación de la Cátedra, quedando la otra para las Arcas de la Universidad, según previenen los estatutos y de esta manera se pagó al Doctor Lareo desde los cinco años que há la regenta en sustitución por nombramiento del Claustro, no solo antes del Plan de Estudios del año de siete, sino desde que se ejecuta la enseñanza con arreglo a éste, por el que se mandó se enseñasen Matemáticas Sublimes en la Cátedra que antes era de Matemáticas y Geometría.

El Claustro desea promover el estudio de una ciencia tan precisa, por lo que contempla sería muy útil provistarse la Cátedra de Matemáticas en propiedad, pues no puede mirar con indiferencia la ausencia de siete años del Catedrático Rodríguez, sin licencia de S.M.  o la V.A. por los Estatutos de esta Universidad se mandó vacue la Cátedra del Catedrático que estuviese ausente más de un mes en cada curso. Por la Real Orden comunicar a esta Universidad en el año de ochocientos siete se declaran vacantes las cátedras de que sus propietarios faltasen voluntariamente por más de seis meses y que el Claustro está persuadido de que el Doctor Don José Rodríguez no piensa volver a enseñar en esta Universidad.

Del Doctor Lareo acreditó sus conocimientos a satisfacción del Claustro y del público por lo que le consideró acreedor a que V.A. concederle la gracia que tuviere por conveniente.

Es la que el Claustro puede informar sobre la representación del Doctor Lareo y original devuelve a V.A. sirviera determinar la que sea más útil a este General Estudio.

Dios guarde a V.A. muchos años. Universidad de Santiago, 19 de Junio de 1811.

M.P.S.

Doctor Don Agustín Vales Bahamonde, Decano

Doctor Don Benito Carmena y Pazos, Consultor

Doctor Don Mariano Espiñeira

Doctor Don Juan Camiña

Por acuerdo de la Real Universidad

Don Jesús Cotón»

Por último, en el tan meritado Expediente obra la contestación emitida por el Consejo de Regencia de 8 de Agosto de 1811 ordenando sacar a público concurso la Cátedra de Matemáticas de José Rodríguez.

“He hecho presente al Consejo el informe de V.S. 19 de Junio último sobre la instancia de Don Juan Lareo y Silva que solicita la propiedad de la Cátedra de Matemáticas que hace cinco años está desempeñando por ausencia del propietario y nombramiento de V.S. y enterado ese Supremo Tribunal de cuánto manifieste V.S. sobre la ausencia del propietario Don José Rodríguez ha resuelto a V.S. lo reparable que le ha sido el silencio que le ha observado en el largo transcurso de siete años que falta a su Cátedra del Sr. Rodríguez; y que declarándole por vacante se saque a público concurso, para que verificados los ejercicios como previenen los Estatutos de esa Universidad se provea en el más benemérito; teniendo siempre en consideración los méritos contraídos por Don Juan Lareo y Silva en los cinco años que ha sustituido la Cátedra y a los conocimientos y aplicación que ha manifestado y expresa la Universidad en su informe. De acuerdo del Consejo lo comunico a V.S. para que disponga su puntual cumplimiento, enviada sus partes.

Dios guarde a V.S.m.a.

Cádiz 8 de Agosto de 1811.

Por ocupación del Señor Secretario

Señor Rector y Claustro de la Universidad de Santiago”.

Domingo Fontán asistió a la Cátedra de Matemáticas de Rodríguez durante los cursos de 1812-1813; 1813-1814, y al ser éste becado se marchó a Alemania en viaje  de estudios el 4 de Octubre de 1814 quedándose Fontán como sustituto de su maestro durante los cursos 1814-1815; 1815-1816; y  1816-1817 hasta que el día 10 de Abril de 1818 adquirió la Cátedra de Matemáticas en propiedad.

Domingo Fontán en estos primeros años de su labor docente no estuvo exento de percances con la absolutista Universidad de Santiago, al igual que José Rodríguez a quien el Claustro trató de privarle de su Cátedra, emitiendo el interesado informe al Consejo de Regencia, según tenemos expuesto.

En el Archivo Regional de Galicia, Librería 99.3 obra un legajo titulado:

«Criminal Año de 1814.

Declaración de unos Doctores de la Universidad de Santiago contra otros compañeros suyos sobre sus sentimientos, doctrinas y proceder.

Vino podrido, inservible del todo en dos piezas de que consta»

Se refiere a la Causa Criminal seguida contra Joaquín Patiño, Domingo Fontán y Juan Camiña, incoada por su adicción al sistema constitucional en virtud de las declaraciones efectuadas en el Claustro por los Doctores Francisco Cabrera y Manuel Corral el 23 de Marzo de 1814, causa en la que recayó Sentencia el 3 de Junio de 1815.

De la misma tenemos conocimiento a través del testimonio interesado por Domingo Fontán, el 8 de Noviembre de 1820, que libró el Escribano Lorenzo López de Borea quien afirma que el expediente obra en el Real Archivo muy deteriorado por la humedad y muchas de sus hojas perdidas no obstante sobre la Sentencia testimoniaba:

«… por la que se absuelve al citado Don Domingo Fontán de las resultas del expediente cuya formación no pudiese perjudicar a la opinión que gozase: Se sigue con lo correspondiente a otros comparecidos, y la expresaron de ser muy sensible a la Comisión de  ¿ilegible?…» La Declaración hecha al Claustro de la Real Universidad en 23 de Marzo del año anterior por los Doctores Cabrera y Corral efecto de resentimientos particulares o bien de un celo demasiado exaltado que deberán moderar en lo sucesivo como se corresponde».

Fontán en un manuscrito hoy propiedad de los amigos y albaceas testamentarios de Pilar Fontán Segura (1914-2009), reproducido por el Instituto Padre Sarmiento en sus Cuadernos Estudios Gallegos, Anejo I, 1946, en el que  redactó su autobiografía, al respecto sobre su maestro nos comenta:

«… En el estudio de las Matemáticas tuvo la dicha de oír en dos años las lecciones del sabio y eminente profesor Don José Rodríguez, y compañero de los célebres Biot y Arago juntamente con José Chaix en la continuación de las operaciones de la Meridiana desde Barcelona hasta Formentera…» «… A tan digno  profesor debió no solo el entusiasmo con que prefirió a toda otra ocupación, la de cultivar más y más el estudio de las ciencias naturales y exactas sino que él mismo le inspiró el pensamiento de emprender la triangulación de Galicia y el levantamiento de su Carta Geométrica y a este fin le adquirió en París los mejores instrumentos para llevar a cabo tan útil proyecto…»

Fontán se convirtió en el discípulo preferido de Rodríguez a quien no solo transmitió sus conocimientos, sino también su experiencia acumulada durante los trabajos de triangulación de la prolongación de la Meridiana, igualmente le hizo partícipe de su Memoria sobre este trabajo, así como de otra sobre «Pesas y Medidas Uniformes para la aplicación del Sistema Métrico Decimal», pues ese era el fin último de la prolongación de tal Meridiana de París como también de la Memoria del Mapa General de España que anteriormente reproducimos, que Fontán copió con esmerada letra en el citado cuadernillo; a la vista que su texto nos remite a observar determinadas figuras, que no reprodujo Fontán, nos inclinamos a pensar que fue editado en Cádiz, desconociendo el número de los ejemplares de tal impresión.

A la vista de su contenido, no es de extrañar que Fontán concibiese su Carta Geométrica de Galicia como el inicio de la Carta General del Reino, por ello  dejó su triangulación dispuesta para extenderla por toda España, con la intención de que en el futuro pudiese ser ligada con la efectuada por su maestro en el Levante para la prolongación de la Meridiana de Francia según describe en la Memoria que efectuó en 1834 de la que nos ocuparemos en su momento.

Fontán en ese año de 1817, además de sustituir a su maestro en la Cátedra, formaba parte de la Junta de Repartimiento de Tributos de la antigua provincia de Santiago, aplicando la Contribución General del Reino del Ministro de Hacienda Martín Garay y al año siguiente se integraba en la Junta Superior de Repartimientos y Estadística de la Galicia, trabajos éstos que desempeñaría hasta 1820, y que le confirmarían aún más en la necesidad de levantar la Carta Geométrica de Galicia que comenzó ese mismo año.

José Rodríguez nuevamente dejó vacante su Cátedra durante el curso de 1817-1818  al desplazarse a Madrid para tomar posesión de la Cátedra de Astronomía del Museo de Ciencias Naturales, de la que fue nombrado titular el 19 de Enero de 1819, y del puesto de Director Observatorio Astronómico el 22 de Julio de 1821.

Sobre este particular Fontán afirmaba en la Sesión del Congreso del 21 de Junio de 1838:

«… Señores he creído mi deber tocar muy por alto estas  razones, porque creo cuál es la suerte de mis compañeros, de los cuales, el que pensó mejor tuvo que huir de una carrera que no le ofrecía ninguna ventaja ni ninguna esperanza, ha habido otros que todo lo han sacrificado movidos por un sentimiento de patriotismo. Citaré un ejemplo mi maestro Don José Rodríguez Catedrático de Astronomía del Museo de Madrid, convidado a pasar a Petersburgo de Director de aquel Observatorio con 4.000 rublos y además de otras consideraciones militares como las que tuvo Betancourt, que era Teniente General y sin embargo por amor a su Patria prefirió quedarse aquí con 24.000 reales mal pagados. Estas consideraciones con los profesores de las Ciencias no solo se tienen en los países extranjeros; en algunas provincias de España son también mirados con ellas, pues cuando levanté el plano de Galicia, fui acogido de una manera lisonjera en los pueblos no por las órdenes que llevaba, sino porque estaba dedicado a la enseñanza…»

Desde la llegada de Fernando VII en 1814 hasta 1820, la división territorial de España no fue un tema de interés para el Régimen Absoluto, volviendo a tomar vigencia durante el Trienio Liberal (1820-1823) iniciado con ocasión del Levantamiento del General Riego en Cabezas de San Juan el 1 de Enero de 1820, en el que proclamó la Constitución de 1812, que cobró nueva vigencia al jurarla el Monarca Fernando VII el 6 de Marzo de 1820:

«Marchemos francamente y yo el primero por la senda constitucional»

En consecuencia, por Real Decreto de 20 de Marzo de 1820 se convocó la formación de las Cortes; entre los Procuradores se encontraba José Rodríguez González quién representó al Reino de Galicia en las legislaturas de 1820-1821 y 1821-1822 causando alta el 1 de Julio de 1820 y baja el 14 de Febrero de 1822, formó parte de las Comisiones de Marina y de Pesas y Medidas desempeñando al mismo tiempo la Cátedra de Astronomía del Real Museo de Ciencias Naturales y posteriormente la dirección del Observatorio.

“El Constitucional”, Correo general de Madrid número 110 del 18 de Junio de 1821 en su página 446 publicaba:

«… También se aprobó el dictamen de la Comisión de Legislación e Instrucción Pública, la que enterada de la Instancia de José Rodríguez, en la que pedía se le comisionase para la formación del calendario y se le encargarse de la dirección del Observatorio Astronómico con el mismo sueldo que disfruta en día; opina la Comisión juntamente con el Gobierno que es muy útil y ventajosa a la instrucción pública que el Sr. Diputado se encargue de la enseñanza en el Observatorio, no siendo incompatible con el cargo que tiene».

Al objeto de dar cumplimiento al artículo 11 de la Constitución, se formó la Comisión Especial de División del Territorio presidida por Felipe Bouza, quién con la colaboración  de Agustín de Larramendi efectuaron tal División que fue objeto de amplios debates cuando se presentó a la Comisión del Congreso.

El periódico «Miscelánea de Comercio, arte y literatura “del que fue Redactor principal Javier de Burgos, futuro Ministro de lo Interior, en su número 90 del viernes 26 de Mayo de 1820, página primera afirmaba:

«… Ahora que nombrados en todo el Reyno los Diputados en Cortes…» «… Insistimos en la importancia y necesidad de hacer una nueva división territorial para poder formar una nueva estadística como creemos haber entonces probado esta verdad hasta la evidencia, nos limitamos ahora que añadir esta división será el primer elemento de nuestra organización constitucional y el edificio majestuoso que los padres de la patria están encargados de levantar.

La razón, la política, la  conveniencia, exigen  a todos los españoles sean tratados de la misma manera, que por todos ellos se mire igualmente, y que se ocurra por medios idénticos o análogos a las necesidades de esa gran familia. ¿Cómo sucederá ésto subsistiendo la actual división territorial? La Diputación Provincial del Reyno de Galicia por ejemplo, donde se encuentra millón y medio de individuos diseminados en un espacio de 1300 leguas cuadradas ¿podrá atender lo mismo el fomento de este vasto territorio, que la que cuide de Álava, Guipúzcoa? ¿por qué medios los habitantes de las montañas de Fuentebadon, situado a 40 leguas de La Coruña podrían hacer oír sus reclamaciones, dar a conocer sus necesidades, y lograr alcanzase hasta para ellos la acción vivificadora de la de la administración local?….»

En el número 160 he dicho Periódico correspondiente al 7 de Agosto de 1820 refiriéndose a la Sesión de las Cortes del día anterior recogía la petición del Diputado Agustín Rodríguez Bahamonde defensor de la capitalidad de Tuy frente a los que proponían fuese Pontevedra:

«Leyóse una indicación del Sr. Bahamonde sobre que se pida al Gobierno expediente de división territorial de Galicia que debe existir en la secretaría del despacho.

Así se manda»

También en el número 116 del 13 de Agosto de 1820, El Periódico «Miscelánea»,  se hace referencia a la exposición que se leyó en la Sesión de las Cortes del día anterior por el Diputado José María Moscoso de Altamira y Quiroga quién fue Ministro de lo Interior en 1834, a quien Fontán presentó su Carta Geométrica.

«El Sr. Moscoso leyó exposición de la Diputación Provincial de Galicia relativa a la división de partidos de aquella provincia…»

El referido Periódico de la Corte en su Número 234 correspondiente al día 21 de octubre de 1820, en Noticias del Reino páginas 1 y 2 afirmaba:

«Madrid 19 de Octubre: Tenemos a la vista la representación hecha al Congreso con fecha 9 del anterior por el Ayuntamiento de Orense relativa que se divida en dos provincias del Reyno de Galicia y se designe a aquella ciudad para la capital de la parte Sur. En apoyo de su solicitud invoca el Ayuntamiento Constitucional, consideraciones de grande importancia, denuncia con una notable franqueza las otroras vergonzosas de la división hecha en 1813 por la Diputación Provincial y la Audiencia de La Coruña y desenvuelve inconvenientes gravísimos, que resulta de estar contenida a un solo jefe la administración de tan vasto territorio, inconveniente que ya hemos hecho nosotros más de una vez…»  «…. Nuestro dictamen,  pues que el Reyno de Galicia no puede dividirse en menos de cuatro provincias cuyas capitales deberían ser: La Coruña, Lugo, Orense y Vigo…»

«El Imparcial» número 34 del 13 de Octubre de 1821, anunciaba:

«Cortes Extraordinarias Sesión del 12 de  Octubre de 1821:

Leída y aprobada el acta de la anterior se manda tener presente para la división del proyecto de división territorial el mapa topográfico presentado por el Ayuntamiento Constitucional de Pontevedra con el objeto de dar nuevo apoyo a los fundamentos que tiene la Comisión para proponer que dicha ciudad sea capital de una de las nuevas provincias de Galicia».

Por Real Orden de 29 de Junio de 1821, se procedió a la División Interina de las Provincias de Galicia:

«Excelentísimo Señor, las Cortes después de haber examinado con la debida atención el expediente de División de Partidos de las provincias de Galicia, formado por sus Diputaciones Provinciales y de acuerdo con la Audiencia Territorial y conocidos los inconvenientes que ofrece dicha división en los cuarenta y tres  partidos que se proponen, han resuelto que subsista interinamente los cuarenta y siete  partidos en que actualmente está dividida la provincia de Galicia con arreglo a la división que se hizo en 1813 y se puso en planta después del restablecimiento de la Constitución, no haciéndose necesidad por ahora y hasta tanto que llevada a efecto la nueva división del territorio español, pueda las respectivas Diputaciones provinciales hacer las variaciones que convengan al bien de los pueblos, con todos los conocimientos que exige una operación tan delicada y que no es posible adquirir a una autoridad en tan grande extensión de territorio y en medio tantos y tan arduos negocios como esta misma le proporciona.

Dios guarde a V. E. muchos años, Madrid 29 de Junio de 1821″

Finalmente, por Real Decreto de División Territorial de 27 de Enero de 1822, España provisionalmente quedó dividida en 52 provincias agrupadas en 14 regiones, y particularmente Galicia en cuatro provincias: La Coruña, Lugo, Orense y Vigo.

En el artículo Primero del Decreto se expresaba:

“Con el fin de disponer el cumplimiento del artículo 11 de la Constitución y en vista del Proyecto de división remitido por el Gobierno, por lo respectivo a la Península e Islas adyacentes, las Cortes decretan con calidad provisional la división de su territorio en las provincias que a continuación se expresan……”

En el artículo 12 se citan en las 52 provincias con sus respectivas capitales.

En el artículo 3 se proclamaba:

«Los límites de las provincias expresadas serán los que se señalan en el número primero del apéndice qué se acompaña…»

El artículo 13 estipulaba:

«El Gobierno circulará la conveniente Orden a las nuevas Diputaciones para dentro del plazo que les señale informen sobre los puntos siguientes:

1º Si alguno o algunos de los pueblos fronterizos de su comprensión deben agregarse a las provincias confinantes por su localidad u otras causas perentorias.

2º Si por razones de la misma clase deben agregarse a sus provincias respectivas alguno o algunos de los pueblos fronterizos de las comarcas.

3º Si hay inconveniente grave en que siga la capital señalada de su provincia.»

Por último el artículo 16 exponía:

«Las nuevas Diputaciones Provinciales se ocuparán desde su instalación en rectificar la división de partidos de sus provincias respectivas, para poder remitir este negocio en los términos oportunos a la resolución de las Cortes, a fin  de qué establecida la división de partidos, gobierne ya para la elección de Diputados a Cortes de 1824 y se ajuste a ella la división de los juzgados de primera instancia».

Como consecuencia del Pronunciamiento del General Riego acaecido el 1 de Enero de 1820 se creó en La Coruña la Junta Suprema del Reino de Galicia, que el 9 de Junio de 1820, paso a llamarse Diputación Provincial de Galicia, a la que Fontán fue llamado para ocupar la Secretaria el 12 de Agosto de 1821, en sustitución del Secretario interino Plácido Muñiz Fontana, puesto al que accedió dejando sustituto en su Cátedra de Matemáticas de la Universidad de Santiago. Ocupando dicho cargo se le encomendó la rectificación de la división de los partidos judiciales.

Una vez  creada la Diputación Provincial de La Coruña el 26 de Marzo de 1822, también fue su Secretario encomendándole las funciones recogidas en los artículos 13 y 16 del Decreto de División Territorial de 27 de enero de 1822, trabajos éstos que  compagino con los de su Carta Geométrica de Galicia.

En el “Repertorio General de noticias públicas, civiles, económicas y estadísticas de Europa y más particularmente de España para el año 1823″ en su página 117, Madrid imprenta de Don Miguel de Burgos 1823, se afirmaba:

«Por disposición de las Diputaciones Provinciales de La Coruña y Lugo pasó Don Domingo Fontán Secretario de la primera a formar el plano geométrico de los límites comunes de las dichas y casi le tiene concluido; sería muy de desear que los demás siguiesen su ejemplo pues así conseguiríamos un mapa general correcto, para la formación de una buena estadística sin la cual no se puede dar un paso con fruto.  La Patria, pues debe mucho a esta Diputación y su benemérito Secretario; porque sin parar en las grandes atenciones de su instituto, ha dado este primer paso precursor de otros que atraerán la felicidad a la masa de los pueblos que se compone».

El Trienio Liberal concluyó con la entrada en España de los llamados Cien mil Hijos de San Luis enviados por el Rey de Francia Luis XVIII quiénes repusieron en el Trono a Fernando VII quién, el 1 de Octubre de 1823 declaró nulas todas las disposiciones de las Cortes Constitucionales desde el 7 de Marzo de 1820, creando las llamadas Juntas de Purificación para examinar la conducta política de los empleados en el Real servicio.

José Rodríguez González fue cesado de su Cátedra de Astronomía del Museo de Ciencias Naturales y también de la Dirección del Observatorio, exiliándose en Coimbra (Portugal). En 1824 regresó a Galicia para morir en Santiago el 30 de Septiembre de 1824 en la más absoluta pobreza.

La Diputación Provincial de La Coruña fue suprimida el 26 de Octubre de 1823 y el 18 de ese mismo mes y año, Domingo Fontán fue apartado de su Cátedra de Matemáticas de la Universidad de Santiago, hasta el 22 de Agosto de 1826 en que fue repuesto.

En ese año de 1826, se le encarga por acuerdo de la Audiencia de Galicia, efectuar los trabajos para la división judicial y municipal de Galicia, que efectuó con la colaboración de José Dionisio Valladares y con José Lamas Pardo coordinador del Proyecto llamado de División en Corregimientos o Alcaldía Reales de España que sirvió de ensayo a la división territorial de 1833. El artífice del Proyecto fue Francisco Tadeo Colomarde, quien ocupaba la Secretaria de Gracia y Justicia, quien lo autorizó mediante Real Orden de 23 de Diciembre de 1826.

Plano de La Cañiza. Museo de Pontevedra

De esos trabajos es exponente el «Plano del Corregimiento de La Cañiza dividido en Alcaldías Reales por el Doctor don Domingo Fontán efectuado en 1826 en escala de 2 leguas que se conserva en el Museo de Pontevedra.

Fontán también colaboró activamente en el Diccionario Geográfico y Estadístico de España y Portugal que Sebastián de Miñano y Bedoya publicó en X Tomos y un suplemento o Tomo XI, entre los años de 1826 y 1829, al que facilitó el Mapa de la parte Occidental del Reino de Galicia en escala de 28 líneas por legua marina, todavía inconcluso, además de:

El «Plano del País Adyacente a las tres Rías de La Coruña» Betanzos y Ferrol», Plano de la Ría de Pontevedra con las Rías de Ons y Oza», «Plano de la Ría de Arosa», «Plano de la Ría de Vivero» y «Plano de la Ría de Vigo».  Sebastián de Miñano además de los citados planos de Fontán y otros de diferentes autores, también  publicó y acompañó a su Diccionario,  la Carta Geográfica de España y Portugal dedicada al Rey N.S«. 

Carta Geográfica de España y Portugal de Sebastián de Miñano. Diccionario Geográfico y Estadístico

Dicha Carta fue delineada por Isidro Esquivel y grabada por Alejandro Blanco, con independencia del grabado de la letra que efectuó M.C. Maré. Su escala es de 1:2.800.000 calculada a partir de un grado de latitud, con márgenes graduados, el relieve está representado por normales y sombreado.

La publicación del Diccionario de Sebastián de Miñano no estuvo exenta de polémica al ser severamente criticada en el Folleto titulado:

«Observaciones necesarias a un Diccionario Geográfico y Estadístico de España y Portugal que se está publicando…. por J. Álvarez, Madrid, Imprenta de León Amarita 1826″.

Tal Folleto tuvo como respuesta la «Contestación del Autor del Diccionario Geográfico y Estadístico de España y Portugal a las observaciones de J. Álvarez, Madrid Imprenta de Pierat Peralta 1826″.

Miñano como cabecera de la Contestación afirmaba:

«Quien sepa hacer un diccionario mejor, ponga manos a la obra; quién no, tenga tolerancia y no nos quiebra la cabeza».

J. Álvarez publicó un nuevo Folleto titulado:

«Nuevas Observaciones sobre el Diccionario Geográfico Estadístico de España y Portugal, Madrid, Imprenta de Repullés 1827″.

En su primera página aseveraba:

«Entre los crímenes de un hombre ingrato, es el mayor ponerse a maltratar y desfigurar de un modo horrible a la madre patria que le da de comer sin necesidad de que la cultive».

J. Álvarez también editó un tercero que tituló:

«Continuación de las observaciones sobre el Diccionario Geográfrico y Estadístico de España y Portugal, Madrid, Imprenta de Repullés 1827″.

En el que afirmaba en su comienzo:

«El que se pone a escribir

sobre asuntos que no entiende

sepa que no en todos los casos

la audacia fortuna tiene

de mi flor»

J. Álvarez que al parecer es un seudónimo con el que se enmascara el autor de las críticas, también publicó un cuarto y un quinto folletín en 1827, éste último se inicia con un Aviso al Lector» del que recogemos los siguientes párrafos:

«… el ver cumplido su primero y único objeto que era el de excitar la pluma de personas más inteligentes, lo que ha visto conseguido en las juiciosas fraternas de Caballero….» «… conozco que un caballero bastaba para los dos; pero yo también soy caballero».

J. Álvarez se refiere a la corrección fraterna al Presbítero D. Sebastián de Miñano publicadas por Fermín Caballero Morgáez en diez números entre 1826 y 1828; en el último Caballero se despide de Miñano con las siguientes palabras:

«Guarde Dios a Vmd. los años que necesita para corregir su Diccionario, que pocos de los que viven han de ver su entierro»

La pluma de Fermín Caballero Morgáez también la evidenciamos en el folleto de 16 hojas titulado:

“Carta del Licenciado Chirivia al Presbítero Doctor Don Sebastián de Miñano, autor del Diccionario Geográfico de España y Portugal.

Por D.L.R.

Madrid de D.L. Amarita 1828”

El folleto se inicia con los siguientes versos:

“No sabiendo Geometría

Teniendo poca paciencia

Faltándole mucha ciencia

E ignorando Geografía;

Como tengas osadía,

Muy bien puedes comprender

Y en un año o dos hacer

Bueno o malo un Diccionario

Pues como buen temerario

Debes siempre acometer”.

La profunda razón de esta nueva crítica, la podemos encontrar en las veladas acusaciones de plagio que el Bibliotecario y Escritor Bartolomé José Gallardo, autor del «Diccionario Crítico-Burlesco» (1819), vertió contra Fermín Caballero autor de «La Turquía, teatro de la guerra» (1826); crítica ésta que Sebastián de Miñano efectuó de manera formal contra la citada obra de Caballero y su persona, a través del Folleto titulado:

«Fraternal Correccional que ofrece a Fermín Caballero, editor del Libro titulado La Turquía teatro de la guerra presente. Don Sebastián de Miñano, Madrid, Imprenta de Pierat Peralta«.

En dicha Corrección Miñano afirmaba:

«Muy Sr. mío: no se asuste V. al ver anunciado este cuaderno con un título que indica, al parecer, el deseo de  tomar una justa venganza de las severas correcciones que V. me ha dirigido en los muchos folletos que ha dado a luz contra mi diccionario…»

Retrato Luis López Ballesteros. Real Academia de Historia, Madrid

Fontán en 1829, solicita una ayuda económica para poder concluir su Carta Geométrica, a Luis López Ballesteros, quien sirvió la Secretaría de Hacienda desde su nombramiento por Real Decreto de 2 de Diciembre de 1823 hasta su dimisión el 20 de Septiembre de 1832 al no poder hacer frente a la bancarrota del Estado. Ballesteros accede a subvencionar la Carta Geométrica de Galicia con 7.000 duros, procedentes de los fondos del Derecho de Balanza destinados al fomento de las artes, ello mediante Real Orden de 6 de Febrero de 1829, al considerarla de utilidad pública, exigiendo la previa redacción de una Memoria, ofreciendo Fontán: «darla concluida en término de 3 años, entregando a fines del primero la mitad Occidental…»

Seguidamente, por Real Orden de 3 de Abril de 1829, se le encargó efectuar el trazado de las futuras carreteras que habrían de abrirse en Galicia, aunque su Carta no estaba concluida, lo que retrasó su terminación.

Domingo Fontán en ese año de 1829, agradecido felicitó a Luis López Ballesteros con ocasión de concedérsele La Gran Cruz de Carlos III; Orden  la que ya pertenecía desde el año 1824 en que se le otorgó la Cruz de Caballero pensionista de número. El Diploma de tal nombramiento está fechado el 1 de Mayo de 1824 y se conserva en el Museo de Pontevedra. (R. 13810 Signatura P.2C8/14).

La carta de Fontán, sin fecha se encuentra en los fondos documentales de la Fundación Penzol, su texto es el siguiente:

«Muy Sr. mío y de todo mi respeto: Felicito a V.E. por la condecoración de La Gran Cruz de Carlos III con que el Rey N.S. se ha dignado a honrar a V.E. alentándole a continuar en la penosa tarea de su ministerio y acreditando a toda la monarquía lo gratos que son a S.M. los muy importantes servicios de V.E.

Ruego al Todopoderoso proporcione a V.E. y a su amable familia todas las satisfacciones que pueda apetecer, así como lo será para mi el que me emplee en cuanto me considere útil como a su muy atento y obligado servidor que deseando ocasiones de mostrar mi reconocimiento.

B.L.M. de V.E.

Excmo. Sr.

Domingo Fontán

Excmo. Sr. Don Luis López Balleteros«.

Fontán trabajó durante los siguientes años en la conclusión de su Carta Geométrica venciendo las dificultades que le prodigaban las recelosas autoridades locales Realistas, lo que retrasó su trabajo aún más, además de tenerlo que compaginar con el arreglo de los Corregimientos como tenemos dicho, y la atención a su Cátedra de Matemáticas de la Universidad de Santiago.

Fernando VII falleció el 29 de septiembre de 1833, cediendo sus derechos a la Corona a su hija menor de edad, la futura Reina Isabel II, ocupando la Regencia su esposa María Cristina de Borbón Dos Sicilias, las pretensiones al trono del hermano del Rey, Carlos María Isidro de Borbón fue causa de la Primera Guerra Carlista.

Una de las primeras disposiciones de la Regencia fue la elaboración de un Proyecto de División Territorial que se recogió en el Real Decreto de 30 de Noviembre de 1833. «Sobre la división del territorio español en la Península e islas adyacentes en 49 provincias», firmado por Javier de Burgos, Secretario del Despacho del Ministerio de Fomento, qué fue publicado en la Gaceta de Madrid número 154 del 3 de Diciembre de 1833.

La muerte de Fernando VII determinó el fin del Régimen Absoluto, iniciándose la construcción del Estado liberal. El Liberalismo se fraccionó dando lugar al Partido Progresista y al Partido Moderado, Domingo Fontán se posicionó en el ala conservadora del liberalismo. La Reina Gobernadora se convertiría en «Regente de los Moderados». El 10 de Abril de 1834, sancionó el Estatuto Real que era en realidad una Constitución que introdujo el bicamarismo,  creando el Estamento de Próceres y Procuradores.

El incipiente Régimen Liberal ya contaba con su División Territorial, solo faltaba el levantamiento de la Carta General del Reino, que hubiese sido lógico y deseable que esa División se hubiese efectuado sobre ella.

El artículo 7º y último del Decreto de Javier de Burgos de 30 de Noviembre de 1833, proclamaba:

«Entre tanto dichos subdelegados del Ministerio de Fomento cuidarán de hacer levantar los planos topográficos exactos de sus provincias, con presencia de los cuales haréis levantar una nueva Carta General del Reino. Tendréis lo entendido, dispondréis de lo necesario a su más pronto y puntual cumplimiento, y lo haréis imprimir, publicar y circular comunicándolo desde luego a todos los Ministerios».

Así mediante Real Orden del Despacho de Fomento de 22 de Mayo de 1834, firmada de mano de su Secretario, en cumplimiento de lo preceptuado en el anterior artículo 7º, se le encargó a Domingo Fontán la redacción de una “Memoria sobre la formación de los planos topográficos de las provincias y Carta  General del Reino”.

Fontán al igual que su maestro José Rodríguez, interrumpiendo los trabajos de conclusión de su Carta Geométrica de Galicia, diligentemente, el 21 de Junio de 1834, se la presentó al Gobierno Moderado de Francisco Martínez de la Rosa.

Antonio Teodoro Reguera Rodríguez en su libro «Geografía del Estado: Los marcos institucionales de la ordenación del territorio en la España contemporánea (1800-1940)», Universidad de León 1998.

Sobre la Memoria de Fontán en la página 203 nos comenta:

«En Junio de 1834, D. Fontán concluía el encargo de la redacción de la Memoria sobre la formación de los planos topográficos, después de la oficialización de la Carta Geométrica de Galicia presentada ese mismo año, todo hace pensar que el Gobierno daría las instrucciones necesarias para iniciar el plan cartográfico general y que D. Fontán se haría cargo de la Dirección Central o Junta Directiva encargada de revisar el plan y coordinar el trabajo de las comisiones provinciales.

Sin embargo, nada de esto se cumplió…» «… Lo cierto es que la gran diversificación de tareas que se le encomiendan le separan de la práctica de los trabajos que eran necesarios dirigir para comenzar la ejecución del Mapa. Entre las razones que se pueden apuntar para explicar el abandono del proyecto, no debemos descartar las de índole personal, D. Fontán muestra un gran interés en publicar la Carta Geométrica de Galicia…» «… Pero debemos recordar que el Gobierno había financiado en parte su ejecución en su última fase, circunstancias que dio lugar a discrepancias en materia de derechos editoriales, planteadas así las cosas, tenemos indicios para suponer que D. Fontán renunció a seguir trabajando en el Proyecto General del Mapa de España hasta no ver editada la Carta Geométrica de Galicia…» «… A la vez empieza a manifestarse abiertamente crítico con el régimen liberal. En 1840 en el que finalmente preveía ver cumplido su propósito, es sustituido de su cargo directivo por la Junta de Madrid a raíz del pronunciamiento del General Espartero. En el año siguiente seguirá siendo Diputado pero su actitud descalificante ante cualquier opción política.  «Gobiernos absolutos o Gobiernos representativos, lo mismo le da» dice, le aleja de cualquier diálogo con las autoridades que en ese momento podían retomar el proyecto cartográfico…»

Reguera Rodríguez, vuelve a insistir en este tema, en la página 509 de su citado libro «La Carta Geométrica, antecedentes del Mapa Topográfico Nacional»  Área de publicaciones e Instituto de Humanismo y Tradición Clásica de la Universidad de León 2017:

«…Tras la redacción de la Memoria de 1834 el Proyecto del Mapa de España de Fontán parecía dispuesto para su ejecución inmediata, permitía cumplir con el mandato cartográfico del Decreto sobre la ordenación provincial de 1833 que se apoyaba claramente en bases geodésicas y no era flexible en los plazos ritmos de trabajo, en los presupuestos y en el personal especializado necesario. Pero los poderes públicos vuelven a extenderse sobre este asunto el manto de la incuria. No puede tomarse como disculpa definitiva que el resto de la década fueran años de guerra civil; ni siquiera que el previsible director de la empresa, el propio Fontán, tuviera sus propios intereses, prioridades y sus problemas políticos.

Esto era cierto pero nada le impidió a Fontán hacerse cargo en 1835 de la dirección del Observatorio Astronómico de Madrid y de la finalmente no nata Escuela Especial de Ingenieros Geográficos. Participó igualmente en estos años en varias comisiones relacionadas con la división territorial y pesos y medidas ¿Por qué entonces no pudo asumir la Dirección Ejecutiva del Proyecto del Mapa, si ésta era del todo compatible con la del Observatorio y con la gestión editorial que como prioridad quería hacer respecto a la publicación de la Carta Geométrica de Galicia?

Seguramente ninguna autoridad competente tomó la decisión en firme que se quería.

Desde luego, que debe haber explicaciones pero de momento se impuso el vacío que, lo que ya sabemos de esta historia de la colaboración de mapas tiende a llenarse de sucedáneos paliativos…»

También Reguera Rodríguez en su ya comentado artículo titulado:

«La Cuestión de la forma de la Tierra y la descripción exacta de España debates y proyectos» Universidad de León, páginas 359-375, inserto en el Tomo I de “Estudios de Historia das Ciencias e das Técnicas”,  Diputación Provincial de Pontevedra 2001 en su página 367, capítulo “La Carta Geométrica de los Liberales” comenta sobre José Rodríguez y Domingo Fontán:

“En los años 1817-1818 Rodríguez cede el testigo de la geografía matemática y su proyección práctica en las operaciones geodésicas para hacer la “Descripción exacta de España” a su discípulo y sucesor de la Cátedra de Matemáticas Domingo Fontán…” (página 370) “… La obra del Matemático Rodríguez nos es desconocida prácticamente en su totalidad como ya hemos advertido; sin embargo la parte de la misma relacionada con el objeto de esta comunicación la “Descripción exacta de España”, dio sus frutos en trabajos posteriores. Nos referimos a los trabajos cartográficos de Domingo Fontán, discípulo y sucesor de J. Rodríguez en la Cátedra de Matemáticas de la Universidad de Santiago. Podemos por tanto establecer una relación de dependencia y continuidad entre la obra de cartografía matemática de ambos autores, razones que avalan  esta conclusión. Domingo Fontán concibió la idea de aplicar las matemáticas a la Cartografía asistiendo a las “prácticas geodésicas” dirigidas por J. Rodríguez en su Cátedra, este fue el origen de su gran proyecto, la Carta Geométrica de Galicia, verdadero hito de la historia de la Cartografía peninsular. En varias ocasiones D. Fontán manifiesta conocer e incluso llegar a tener la Memoria de los trabajos inéditos sobre la prolongación de la Meridiana por el Levante Peninsular redactada por J. Rodríguez.

De esta forma, podemos establecer una relación entre las triangulaciones hechas en el Litoral Mediterráneo y la Carta Geométrica de Galicia…»

Seguidamente insertamos el contenido de la página 371 del citado artículo, referente a la Memoria de Fontán de 1834 sobre el Proyecto de la Carta General del Reino del que nos ocuparemos en su momento:

«… Al final de este trabajo vuelve a recordar a su maestro José Rodríguez, y lo hace en calidad de autor de una «Memoria concerniente a este mismo asunto que da a entender que conoce…”  «… El alcance de la relación en cuanto a la similitud o identidad de contenidos no podemos precisarlo pero si podemos asegurar que D. Fontán es el heredero científico de J. Rodríguez y que parte de los manuscritos de éste inéditos y desconocidos debieron subrogarse en la obra del discípulo.

El proyecto de Fontán quedó reducido a su mera exposición textual. Ninguna decisión permitió avanzar hacia su ejecución sería prolijo enumerar tan solo las circunstancias políticas y económicas que concurren en los años treinta  y que tenían que ver con la redacción de una empresa científica de tanta importancia. Sobre el autor sabemos que entre 1834 y 1835 sostuvo un pleito con el Gobierno relacionado con la publicación de la Carta Geométrica de Galicia y que en esos años su presencia como Diputado en el Congreso adopta un tono cuando menos displicente con el Gobierno, con los políticos y con los partidos…» «… El proyecto del mapa de España siguió su curso durante otras dos décadas, marcado por propuestas de coste nulo pues nunca se alcanzaba la fase de ejecución. En los años cuarenta aparecen nuevas propuestas relativas al Mapa pero no será hasta mediados de los cincuenta en que se cumplían así con creces cien años desde la formulación hecha por Jorge Juan cuando se comiencen los trabajos geodésicos sobre los que se iba a levantar el Mapa…»

(Conclusión  página 372)

«… Su aportación (la de José Rodríguez) más relevante, fue el camino que dejó abierto para los trabajos cartográficos de Domingo Fontán que se benefició de sus enseñanzas en la Cátedra, de sus proyectos, de y de sus instrumentos de prácticas. D. Fontán representa la figura del alumno aventajado, que da medida de su valía, alcanzando y llegando a superar el nivel del maestro. Su Carta Geométrica de Galicia pone en evidencia sin discusión la existencia en España de los medios científicos técnicos adecuados para haber podido adelantar en más de medio siglo los trabajos de la Carta General del Reino. Sin embargo ¿Por qué  ésta hubo de posponerse con respecto a la francesa? No es posible dar una respuesta rápida y concluyente. Nos hemos de conformar con algunas vías de tránsito o en particular con el marco explicativo».

La pregunta que se fórmula Reguera Rodríguez ¿Por qué Fontán no asumió la dirección ejecutiva del Proyecto del Mapa de España? Nosotros también nos la hicimos pero de diferente forma: ¿Por qué la Carta Geométrica de Galicia no fue el principio del Mapa Topográfico Nacional? Las respuestas a estas preguntas, no están en la pura especulación explicativa. Se encuentra estudiando, tanto los acontecimientos históricos de esa España del siglo XIX donde transcurrió la existencia de Domingo Fontán y sus actividades tanto en la vida pública como en la privada y como Geógrafo, ello de forma rigurosamente cronológica desde que comenzó los trabajos Geodésicos de su Carta Geométrica de Galicia desde 1816 hasta el año 1852 en que publicó en la Revista Jurídico y Administrativa de Galicia su “Memoria sobre la formación de los Planos Topográficos de las Provincias y del General del Reino», que efectuó en virtud de Real Orden de 22 de Mayo de 1834, de la que en su momento nos ocuparemos, y que entregó al Gobierno al 21 de Junio de 1834.

De ese largo período comprendido desde el inicio de los trabajos Geodésicos hasta la confección de la Carta Geométrica, ya nos hemos ocupado en tres artículos publicados en los “Cuadernos de Domingo Fontán”:

– «El Levantamiento de la Carta Geométrica de Galicia» (Octubre 2017).

– «El Grabado de la Carta Geométrica de Galicia» (Noviembre 2016).

– «La Impresión de la Carta Geométrica de Galicia» (Junio 2017).

En ellos damos nuestra opinión, sobre las no fáciles respuestas a ambas preguntas.

Opiniones éstas que concretamos en nuestro artículo «La Exposición Compostelana de 1858» (Marzo 2019) al referirnos  a la época en que se iniciaron los trabajos del Mapa Topográfico Nacional.

En cuanto a lo manifestado por Reguera Rodríguez, apoyándonos en la documentación referida en los anteriores artículos, es de precisar:

1º La Carta Geométrica nunca fue declarada oficial pues fue censurada por el propio Gobierno en 1849 «por no estar ajustada a datos Geodésicos».

Manuel María Vázquez Queipo en la carta remitida a Fontán con fecha del 30 de Enero de 1850 afirmaba:

«… Aún cuando estaba en el Ministerio (su hermano Vicente desempeñando el cargo de Subsecretario de Gobernación), tampoco pudo detener el golpe enteramente, aunque retardarlo pero tanto el Director del Negociado como el Ministro le aseguran y decían: Si usted cree que el plano de Fontán está arreglado a datos geodésicos y él está satisfecho de su trabajo, por qué no lo presenta sobre todo cuando el Gobierno está pronto a satisfacérselos, si no estuviera bastante indemnizado con los muchos miles de pesos que ya tiene recibidos. Pero fuera de ésto como el Gobierno ha de declarar mapa oficial sin estar convencido por sí mismo de su exactitud y habiendo de pasar solo por la palabra de Fontán…»

También es necesario señalar que el Periódico “El Eco del Comercio” órgano de difusión del Partido Liberal Progresista del que Fermín Caballero Morgáez era su Director, criticó la Carta Geométria de Galicia alegando ese mismo motivo:

«Eco del Comercio» número 1595 del 12 de Septiembre de 1838

«Eco del Comercio» número 1597 del 14 de Septiembre de 1838

«Eco del Comercio» número 1619 del 16 de Octubre de 1838

Desde  ese Periódico se ganó tantos detractores que en 1837 se vio en la necesidad de publicar un folleto de 16 hojas titulado:

«Fermín Caballero a sus detractores», Madrid, Imprenta de Yenes.

Sus primeras líneas son las siguientes:

«El asqueroso periódico titulado El Mundo en su número 1º del corriente mes de abril…»

2º Las citadas » discrepancias por los derechos editoriales» por así llamarlas, que dieron lugar a un pleito, surgieron cuando Fontán una vez que cumplió escrupulosamente con el compromiso pactado con el Gobierno y liquidado satisfactoriamente las cuentas del grabado y estampado de la Carta, aprobadas por Real Orden de 10 de Abril de 1848, pretendió imprimir a su disposición una tercera edición en 1849, nunca entre 1834-1835, se suscitó controversia alguna sobre esta cuestión.

El «Eco del Comercio», extemporáneamente, también cuestionó la honorabilidad de Fontán respecto a la inversión de los fondos recibidos por parte del Gobierno:

«Eco del Comercio» número 2834 del 3 de Febrero de 1842

«Eco del Comercio» número 2835 del 4 de Febrero de 1842

«Eco del Comercio» número 2837 de 6 de Febrero de 1842

Posteriormente la prensa de la Villa y Corte, exigió al Gobierno que diera públicas explicaciones en la Gaceta de Madrid, sobre la inversión por él efectuada en el levantamiento grabado y estampado de la Carta Geométrica de Galicia que consideraba «un escandaloso despilfarro» cuando en nuestra opinión ese despilfarro fue no extender su triangulación por el resto de España, duplicándola en Galicia.

– «La España» número 2252 del 7 de Agosto de 1855 que fue el periódico del ala más conservadora del Partido Moderado.

– «La Época», diario de la mañana Monárquico Conservador de 8 de Agosto de 1855.

– «El Clamor Público», periódico del Partido Liberal Progresista del citado 8 de Agosto de 1855.

– «La Iberia», periódico afín al Partido Liberal Progresista del referido 8 de Agosto de 1855.

– «El Balear» número 225 del 13 de Agosto de 1855.

3º La «Carta General del Reino» no pudo emprenderse en 1834 principalmente por motivos puramente económicos, pues el Estado estaba al borde de la bancarrota como herencia del Régimen Absoluto. Además el Gobierno Cristino, tenía como interés prioritario asegurarse el resultado favorable de la Guerra Carlista que se presentaba incierto, para cuya financiación tuvo que recurrir a numerosos empréstitos. Con independencia de ese inconveniente que igualmente impidió el grabado y estampado de la Carta Geométrica de Galicia, como tenemos dicho, el país estaba en guerra civil ¿se puede cartografiar España en esas condiciones? con extensos territorios ocupados por los Carlistas, de quiénes no tenemos la menor duda, que hubieran fusilado sin contemplaciones a los Ingenieros muchos de ellos Militares integrantes de las diferentes comisiones geodésicas que recorriendo la parte del país por ellos ocupada, hubiesen caído en sus manos.

Este argumento no es nuestro,  lo recogemos de «El Eco del Comercio», en su editorial del día 16 de Octubre de 1838, pertenece a Fermín Caballero Morgaez quien criticó la Carta Geométrica denominándola «paisaje de abanico»:

«… Mal podían los geómetras, astrónomos ser los jueces del Sr. Fontán, como el mismo desea, si rehusase a suministrar por si las pruebas, han de verse en el compromiso de visitar tan escabroso país a trueque de ser fusilados por los facciosos…»

4º En cuanto a esos supuestos intereses personales de Fontán:

Es de lógica, que primero se grabase y estampase la Carta Geométrica de Galicia concluida desde el año 1834 para ser de utilidad antes de comenzar los trabajos para el levantamiento de la Carta General del Reino, dado que Fontán concibió su Carta Geométrica como uno los primeros trabajos de esa Carta General. 

¿Acaso no redactó en ese año de 1834 la Memoria de las operaciones necesarias para levantar ese Mapa General? ¿No levantó la Carta Geométrica de Galicia con el fin de extender su triangulación por el resto de España ligándola con la de la prolongación de la Meridiana de Francia? a cuyo fin la prolongó a las provincias limítrofes incluso a Portugal?:

Leguas cuadradas     

León         22,8

Oviedo     54,8

Zamora    16,1

Portugal   14,1

Total        107,8

Más la  superficie de Galicia de 937 leguas cuadradas.

Fontán, nunca renunció a levantar la Carta General del Reino, más tarde llamada Mapa Topográfico Nacional,  simplemente se le excluyó.

5º En cuanto a sus intervenciones en el Congreso, desde que causó alta como Diputado por Pontevedra, el 19 de octubre de 1836. Igualmente se le desacreditó, así «El Eco del Comercio» número 1514 del 23 de Junio de 1838, empezó a crear el mito de ser Fontán un Diputado exaltado. No fue descortés con sus compañeros y partidos, aunque si crítico con los Gobiernos de turno, cosa diferente es ser desagradable o displicente, me remito a los libros de actas de las Sesiones del Congreso de los Diputados.

Aún hoy en día, hace las delicias de diferentes autores reputarle un pretendido mal carácter no solo en la política sino también en otros aspecto de su vida profesional y familiar.

Por último, queremos salir al paso sobre la pretendida radicalidad de Fontán en el Congreso, que según afirma Reguera Rodríguez comenzó a ser crítico con el Régimen Liberal, lo cual es incierto, fue crítico con el Gobierno Progresista del General Baldomero Espartero como Diputado Liberal Moderado en minoría, ello en su legítimo ejercicio de oposición parlamentaria.

El 1 de Septiembre de 1840, tras el «Glorioso Pronunciamiento» así llamado por los Progresistas. El General Baldomero Espartero instauró un Gobierno Progresista de carácter dictatorial. Sin embargo Reguera Rodríguez presenta a un Domingo Fontán en su labor de oposición, como un radical exaltado, que le da lo mismo los Gobiernos Absolutos como los Gobiernos Representativos. Por ello recurrimos a las Actas del Congreso de los Diputados donde se dice vertió esas palabras, concretamente en la Sesión celebrada el día 11 de Febrero de 1842 en la que se prosiguió el debate sobre el Proyecto de contestación al discurso de la Corona (discurso del Regente Espartero), juzgue el lector por sí mismo:

Fontán tomó la palabra y dijo:

«Señores, con objeto de promover en lo que de mi dependa las mejoras positivas que el país necesita, único medio de consolidar y hacer apreciable en él el Sistema Constitucional, he tomado la palabra en este párrafo, que viene a ser la contestación a algunos de los que contenía el discurso del Regente a las Cortes.

Empieza el primero de estos párrafos haciendo referencia de las mejoras hechas en varios ramos, entre ellos los caminos. Yo señores, cuando me he dirigido desde mi casa a este lugar caminando ciento y tantas lenguas creí al empezarlas que los caminos estuvieran en un estado algo mejor que hace algunos años, pero vi todo lo contrario, pues ha habido ocasión en que he tenido que andar cinco leguas a pie por no poder transitar los carruajes en los caminos generales, en los cuales yo no he visto de modo alguno la mano del Gobierno. Efectivamente, la diligencia se me clavó, se hundió, enterró, por decirlo así en un camino donde yo no vi señal de autoridad que cuidase de él. En algún otro punto se me volcó la diligencia, y al ver ésto y otros tropiezos análogos por el mal estado del camino no puedo menos que decir:  buen elogio tengo yo que hacer de la vigilancia del Gobierno en esta parte y buenas gracias y alabanzas tengo que dar por el buen estado de los caminos. Y no se crean, señores, que esto sucedía en África, sino en lo más central de la provincia de Valladolid: Lo uno cerca de Valdestillas y cosa de media legua más acá y la otra nada más que a ocho leguas de esta Corte. Pero sobre todo entre Astorga y Sanchidrián yo no he encontrado la mano del Gobierno ni de ninguna autoridad en el camino general. Si a lo menos se viese la bastante para andar por él, aunque mal, podría pasar, pero de modo alguno se puede andar por él en carruaje en ninguna especie de cabalgadura en tiempos lluviosos y si tan solo en verano…»

Esas críticas de Fontán sobre el estado del Camino Real a La Coruña, determinaron que el Ministro de la Gobernación, Facundo Infante presentarse un Proyecto de Ley declarando de utilidad pública las obras de la carretera de Sanchidrián a Astorga autorizando para realizarlas un empréstito de ocho millones de reales el 16 de Febrero del año de 1842 (Apéndice 2º al número 42 página 1051).

Fontán en su discurso seguía afirmando:

«… Así es que yo no sé en que podrá fundarse el discurso para decir que se han hecho mejoras, especialmente en este ramo; yo por lo menos no lo he visto, y creo que el país no le debe nada al Gobierno en esta parte, y si le debe algo será en otras provincias no en las que yo he pasado, que son ocho a saber: Las cuatro de Galicia, la de León, la de Valladolid, la de Ávila y la de Madrid.

Es pues necesario que no nos contentemos con palabras. Es necesario para que el Gobierno representativo se arraigue entre nosotros y que haya beneficios morales y materiales; positivos no de palabra, si se ha de interesar a las masas ha de ser en razón de los beneficios que se les dispensen, del bien que ellas vean materialmente se les hace; para ellos no hay mejor Gobierno que el que mayor suma de bienes les proporciona…»

«… Yo estoy seguro de que el Gobierno de S.M. agradecerá esta oposición que en este punto le hago ahora; oposición por la cual les invito a que se atraigan las bendiciones de los pueblos, celando por el estado de los caminos y demás obras públicas, de igual interés.

El Gobierno tiene la obligación e interés en hacerlo y sus agentes que cumplan con ella se acarrearían el afecto de los pueblos, que les mirarán como a sus padres.

Pero para esto es necesario que tenga suma actividad, y no se contenten con estarse sentados a la cabeza de sus oficinas sin haber visto ninguno de los pueblos de su provincia.

Es preciso que los visiten y los examinen por si mismos no fiándose solo del expediente.

La práctica constante Señores, es aprender la ciencia del expediente, aprender a gastar mucho papel y a fomentar de este modo las fábricas de esta clase, único bien que yo creo producen estos expedientes. De esto es de lo que estoy persuadido, y yo quisiera que se escribiera menos y se hiciera más. Yo quisiera que el jefe político tuviera obligación de visitar los pueblos de su provincia dos o tres o más veces al año…»  «…. Yo no quiero Gobiernos representativos de conversación; Gobiernos de prosa: de escribir mucho y farolear mucho: yo quiero que luzca la luz de los Gobiernos representativos: Yo quiero que luzca y que nos haga ver lo que de bueno producen y no esa luz fantasmagórica. Estamos ya en tiempos de paz y no hay la disculpa ahora de que la guerra es un obstáculo, y a pesar de eso creo que la marcha es idéntica; la misma poltronería de siempre…» «… Encuentro los mismos mendigos; los mismos jóvenes abandonados en su infancia, ahora que siempre encuentro, por consiguiente la misma escuela del crimen ahora que antes. Yo creo que cuando un hombre sube al patíbulo, si alguno pregunta ¿por qué?, se dice que porque es criminal o un asesino y ninguno pregunta ¿Quién le condujo a ser criminal? La falta de educación, porque él podría ser virtuoso como cualquiera de los espectadores…” “…El Gobierno es el padre de los españoles y yo creo que su educación está abandonada”. “Yo no veo que los jefes políticos se ocupen de hacer el bien de los pueblos de cuyo Gobierno están encargados: lo único que hacen, es cuando reciben una orden, la comunican a quien corresponda y si son circulares las trasladas al Boletín Oficial; así pasan los pueblos y san se acabó…” “Antes no teníamos más que un capitán general y una Audiencia, con ese Capitán General y esa Audiencia y el Intendente que nos comunicaba las órdenes, las cumplíamos, nos pedían las contribuciones, y las pagábamos, nos exigían la quinta,  y la dábamos, ese Gobierno nos costaba poco”. “Ahora tenemos un capitán general, cuatro Audiencias, cuatro intendencias en mi país, en lugar de una que había antes, hoy hay cuatro, cuatro jefes políticos; antes los Jueces tenían una jurisdicción vasta que comprendía seis o siete distritos municipales; ahora son muchos más los Jueces y Alcaldes y tenemos muchos Ayuntamientos y el resultado es el mismo que estábamos antes, con la diferencia que esto nos es más costoso”.

“Antes no teníamos escuelas, ni teníamos caminos y lo mismo estamos en el día. Antes estábamos atrasados en todo y ahora solo estamos adelantados en el vicio; escuelas para ser mejores agricultores, mejores ciudadanos no hay ninguna”.

“Aquello lo llamaban Gobierno Absoluto, esto otro lo llaman Gobierno Representativo; lo mismo me da. Yo no quisiera que esto se dijera, yo quisiera que se sembraran beneficios para coger de los pueblos la bendición y el agradecimiento, y para esto es necesario que el Gobierno español exija de los jefes políticos mensualmente noticias del estado de las provincias…” “… No quiero hablar de los demás ramos que se tocan en el discurso del Regente y a los que se contesta por la Comisión. Yo con esto poco que he dicho no trato de oponerme a lo que la Comisión dice: he tratado de aprovechar esta ocasión de hacer ver que conviene que en las provincias haya Jefes políticos que estudien las necesidades de los pueblos y que cuiden de su prosperidad y no se ocupen de perseguir a los hombres de bien…”

Seguidamente Fontán prosigue su discurso criticando al Coronel Juan Falomir, quién fue nombrado Jefe Político de Pontevedra el 22 de Septiembre de 1841 por orden del Regente Espartero, por haber detenido cautelarmente a numerosos y distinguidos miembros del Partido Moderado de esa provincia a finales de Octubre enviándoles a la Capitanía General de La Coruña sin incoar Expediente alguno, donde permanecieron presos mes y medio hasta que el Gobierno ordenó su liberación el 11 de Diciembre de 1841.

Dichas detenciones se efectuaron de forma preventiva una vez fracasado el Pronunciamiento de los Moderados de Octubre, promovido por María Cristina desde el exilio. Dicho Pronunciamiento tuvo como hecho más relevante, el asalto al Palacio Real para secuestrar a la Infanta Isabel futura Reina Isabel II, por dicho hecho, Espartero ordenó el fusilamiento de los Generales implicados, Diego de León, Manuel Montes de Oca y Borso de Carminati.

Sobre la detención de los Moderados, Fontán responde al Médico Diputado por el Partido Progresista por la Provincia de Pontevedra, Hipólito Otero:

«… Yo abogo por la Justicia: no quiero que se siente el precedente de que los jefes políticos tengan en su mano la Constitución: es decir, que puedan  arbitrariamente aplicarla así o asá según les acomode. La Constitución está escrita para todos, y ninguno jefe político está en el caso de aplicarla con parcialidad. Constitución para ciertos y ciertos; despotismos para otros.

En cuanto a causas, confieso que no se si las hay: S.S. dice que están en poder de los tribunales; yo me alegro de que las haya;  he pedido que se formen Expedientes como deben incluirse según la Constitución y se pasen a los tribunales, y hecho en el término  que la Constitución previene, que es el que antes de las veinticuatro horas venga el auto motivado para que continúe arrestado o que no continúe el ciudadano detenido.

La Constitución garantiza la libertad individual; no dice que se tenga a los hombres encerrados y entre tanto se proceda: La Constitución no permite que a nadie se le atropelle y se le eche el guante; no es Constitución de esbirros; no hay que sentar esta teoría. Si yo, autoridad tengo antecedentes contra Juan, Pedro o Pelayo, veo como reunir los datos y cuando los tengo acoplados le echaré el guante paso el Expediente al Juez de Primera Instancia; éste toma al detenido su declaración indagatoria antes de las veinticuatro horas y si hay mérito continúa en el arresto y si no no. Esa es la Constitución como yo la entiendo, y creo que así la entienden los que la hicieron…»

El Gobierno del General Baldomero Espartero tras el bombardeo de Barcelona iniciado el 3 de Diciembre de 1842, entró en crisis ante la pérdida de prestigio de su máximo dirigente quién el 3 de Enero de 1843 disolvió las Cortes lo que determinó que Fontán regresara definitivamente a Galicia para establecerse en su recién adquirida Casa De la Rúa del Villar nº 10 de Santiago.

«El Corresponsal de Madrid» en la página segunda de su número 1313 del 10 de Enero de 1843 daba la siguiente noticia para tranquilidad de Fontán:

“Santiago última hora de la tarde:

Acabo de saber que ayer llegó a esta ciudad procedente de la Corte el Diputado por Pontevedra Domingo Fontán, que el Jefe Político de la misma provincia Don Juan Falomir había sido separado de su destino».

A Fontán por medio de Real orden de 22 de Mayo de ese año 1834 se le encomienda, dando cumplimiento al artículo 7° del Decreto de División Territorial de 30 de Noviembre de 1833, que proceda a elaborar un proyecto para la formación de los planos topográficos de la nueva división territorial y el de la Carta General del Reino. Fontán diligentemente se puso manos a la obra, a pesar de apremiarle la terminación de su Carta Geométrica de Galicia, presentándola la concluida al mes siguiente el 21 de Junio de ese año de 1834, reiteramos.

Aparte de la premura, Fontán hombre meticuloso que fue, efectuó diferentes borradores de su texto definitivo, uno de ellos lo conserva su Fundación cuyo contenido difiere del de la Memoria que presentó y que por su interés lo transcribimos en su literalidad:

«Por el artículo séptimo del Real Decreto de División Territorial expedido el 30 de Noviembre del año último, está mandado sabiamente que se formen mapas exactos de las provincias del Reyno y el general de todo él. Una operación semejante debe ser uniforme dirigida por reglas fijas sin la cual no se podrá conseguir la exactitud que debe caracterizarla.

En otro tiempo se formaban los mapas por relaciones y otros datos de aproximación; más ahora es necesario renunciar a estos medios y emplear tan solo los que  la Geometría y la Astronomía ofrecen para conseguir monumentos duraderos e invariables que no hacen menos honor al estado de perfección a que se elevaron estas ciencias cuando a los Gobiernos Ilustrados que así contribuyen a enriquecerlas cediendo siempre en bien del género humano los progresos que en ella se hagan.

La España tiene muchos medios de llevar a cabo con toda exactitud logrando la obra de que se trata.

Una triangulación rigurosa se practicó en la parte oriental del Reyno a lo largo de la costa de Cataluña y Valencia ligando las Islas Baleares con el motivo de la prolongación de la Meridiana de Francia hasta La Mola en la citada frontera siendo la distancia entre este punto y la cumbre del Mongo no lejos de Denia el último lado de esta red; en verdad que no pueden darse bases más exactas ni mayores para continuarla en las direcciones convenientes no solo para cubrir aquellas provincias y levantando sus mapas, sino también para conseguir los de las antiguas y aún de todo el Reyno siempre que se emplee en algunas bases de verificación. Está levantado el mapa de Galicia por las que se midieron de intento y se condujo su triangulación más allá de las fronteras de este Reyno, especialmente en la parte de Asturias cuya operación continuada, podría servir para el todo de las provincias de Oviedo y León, midiéndose en esta última una base de verificación para la cual ofrece más comodidad que otras, llamada Pozuelo del Páramo. Finalmente las costas de España se hayan exactamente representadas en las Cartas Esféricas y aunque en escala reducida siempre presentan base para los trabajos del interior.

Basta pues reconocer los puntos de estación de la triangulación de la Meridiana desde el Mongó hasta la frontera de Cataluña con Francia y partir desde ellos a la elección de nuevas estaciones para la triangulación y formación de los mapas de Cataluña, Aragón, Navarra, Valencia y Murcia. Asimismo se puede partir de las triangulaciones orientales de la triangulación de Galicia para proceder a la de las provincias de León y Oviedo y aún de Vizcaya hasta darse las manos con la que se deriva de la Meridiana.

Las dos Castillas, Extremadura que ocupan el centro del Reyno, requieren bases especiales y la naturaleza favoreció este país con llanos muy extensos para que se realice una principal que no baje de 20.000 varas y sirva de comprobación para la triangulación de los extremos. Los Reynos de Andalucía y Granada ofrecen iguales proposiciones y deben aprovecharse sin dejar de ligar por eso la triangulación de todo el Reyno, en resumen, son necesarias tres bases para la formación del Mapa General de España: La una medida en Castilla, para lo que podría servir en llano de Pozuelo del Páramo entre Benavente y La Bañeza; en el Reino de Valencia para comprobar la base de Perpiñán de la cual procede la triangulación de la Meridiana y otra en el punto más conveniente de los Reynos de Granada y Sevilla, que serviría para ligar el todo de las operaciones al Observatorio de Marina establecido en San Fernando».  (concluye el manuscrito).

El texto definitivo de la Memoria de Fontán, se perdió en  los archivos oficiales, no hubiera llegado hasta nosotros,  si el propio Fontán no se lo  hubiera confiado a su íntimo amigo y colaborador en los trabajos de su Carta quien fue el prestigioso Jurista Benito María Pla y Cancela fundador junto con  su compañero, también Abogado José María Maya Barrera de la «Revista Jurídica y Administrativa de Galicia» publicada quincenalmente en La Coruña. Su número primero fue el del 15 de Diciembre de 1851 y su número 16 y último el del 15 de Septiembre de 1852.

El motivo de la publicación  de la Memoria en esa fecha, pudiera ser una manera de autoafirmación, pues Fontán era conocedor que por Real Decreto de 12 de Julio de 1849 se creó la «Comisión para formar la Carta Geológica de Madrid y coordinar datos para la General del Reino» en la que se prescindió de él y de que posteriormente nadie se interesó por sus datos geodésicos contenidos en la Carta Geométrica de Galicia para integrarlos en dicha Carta General del Reino.

Por ello Fontán a su regreso a Galicia en ese verano de 1852, procedente de la Villa y Corte, donde había reclamado la propiedad de su Carta Geométrica, se sirvió de la amistad que le unía con Benito María Pla para que éste publicase su Memoria en la citada Revista al sentirse marginado de dicho proyecto, según tenemos relatado en el artículo «1853 año del hambre en Galicia» (Febrero 2018).

La Memoria se compone de tres partes:

En el número 14  de la Revista correspondiente al 15 de Julio de 1852 en las páginas 1-12 se recoge la primera y en  las páginas 12-16 la segunda.

La tercera parte de la Memoria se publicó en el número 15 de la Revista correspondiente al 15 de Agosto de 1852, páginas 91-96.

(1) a pie de página se dice:

«Uno de los objetos principales de la Revista es salvar del olvido y redimir del cautiverio del olvido las producciones científicas de los hombres distinguidos  de este país, hasta los gallegos no puede decirse que les falte orgullo, pero sí que la vanidad no es su pasión dominante: Pero eso se ve que mientras en otras partes se escribe y publica lo que se piensa, aún lo más trivial, entre nosotros hay pocos que se resuelvan a escribir y menos todavía se atreven a publicar lo que escriben».

Retrato José María Moscoso de Altamira y Quiroga. Senado, Madrid

El texto de la Memoria que Fontán presentó el 21 de Junio de 1834 al Secretario de Despacho de lo Interior José María Moscoso de Altamira y Quiroga es el siguiente:

«Memoria sobre la formación de los planos topográficos de las provincias y Carta General del Reino de Real Orden por el Sr. Domingo Fontán.

«Por el artículo 7º del Real Decreto de División Territorial expedido en 30 de Noviembre de 1833, está mandado sabiamente que se formen mapas exactos de las provincias y el general del Reino. La utilidad de esta grandiosa obra, que tanto reclaman las luces del siglo, el honor de la Nación y la ilustración de su Gobierno, sobre todo encarecimiento; y sin duda que ella será, después de concluida, un monumento glorioso de la nueva era de prosperidad que abrió en España el actual reinado.

Para que esta obra llene completamente su objeto es preciso que su ejecución sea uniforme y dirigida por reglas fijas, con lo cual se puede seguir la exactitud que debe caracterizarla.

En tiempos en que las ciencias naturales y exactas se hallaban en España en el mayor abandono y desaliento, los mapas eran el resultado de noticias inexactas, o un compuesto informe de planos parciales, incapaces de enlace y conexión. Pero su utilidad está bastantemente acreditada por la experiencia para hacer evidente la necesidad de emplear los medios que ofrecen la geometría y la astronomía.

Por fortuna ya se hicieron con éstos en la Península algunas operaciones geodésicas, las cuales facilitan en mucho la ejecución de la grande obra de que se trata. Tales son las Cartas esféricas de las costas de España, la Carta Geométrica de Galicia, y la triangulación que se practicó a lo largo de la costa de Cataluña y Valencia con motivo de la prolongación de la Meridiana de Francia hasta La Mola en la isla de Formentera.

Las Cartas esféricas de la costa, aunque trazadas en escala pequeña, son bastante exactas para suministrar bases, cuando menos de comprobación, a la triangulación del interior de la Península. La Carta Geométrica de Galicia, levantada sobre bases  escrupulosamente medidas, ofrece los puntos extremos de su cadena de triángulos, situados en la parte limítrofe de Asturias y León, para ligar la triangulación de estas dos provincias. En fin, la que se hizo para la prolongación de la meridiana de Francia convida por ser un modelo de exactitud  a su prosecución, no solo en las dos provincias de Cataluña y Valencia, sino también en las de Aragón Navarra y aún Vizcaya, aprovechando para estas últimas como bases de comprobación los lados extremos de la triangulación de Francia, que se apoyan en la cordillera de los Pirineos. En las operaciones de la meridiana nos han hecho los sabios franceses otro servicio de grandísima importancia, cuál ha sido el de ligar al continente, por medio del mayor triángulo que se ha medido en el mundo, las islas de Formentera, Ibiza y Mallorca, las que se hayan también ligadas entre sí, siendo muy fácil hacer lo mismo con la de Menorca. Estos son los trabajos geodésicos que existen en España, y estas las ventajas que ofrecen para la formación de la Carta General: ventajas, cómo se ve, no pequeñas por la economía de gastos y de tiempo que reportan, y no  menos por el aliento y confianza que inspiran a los que hayan de acometer tamaña empresa.

Más a fin de que no se malogren es preciso que las operaciones que se emprendan en todo el Reino tengan unidad, sujetándose a un método uniforme; que no se consuma en ellas gran número de años, y que no den causa a gastos exorbitantes, que son los que arredran al Gobierno de ponerlas en planta. El conciliar así la exactitud, brevedad y economía es un problema de difícil resolución, y yo, obedeciendo lo que en Real Orden de 22 de Mayo último se me previene, expondré acerca de ello lo que alcanzó con recelo de no conseguir el acierto, y sujetando mi parecer al de cualquier otro que tenga más luces que yo para ilustrar la cuestión, y sea más feliz en resolverla.

Hablaré primero de la sección del mapa del Reino, después de la parte directiva de los trabajos, y por último del presupuesto de sus gastos.

Primera parte

Las operaciones científicas del mapa comprenden el reconocimiento y diseño de todas las comarcas; la elección de todos los puntos de estación para combinar la red de triángulos, la medida de los ángulos, la de las bases, el cálculo de la triangulación, las observaciones astronómicas de longitud, latitud y azimut en algunos puntos, y el cálculo y determinación de iguales elementos para los demás; y por último, la proyección, construcción y dibujo de los numerosos pliegos que abraza el todo de la obra. Estas operaciones son indispensables y pueden subordinarse todas a la de determinar la meridiana central del Reino y su perpendicular. Recorreré rápidamente todas ellas.

Reconocimiento

Señalo por primera operación la de reconocer y croquisar el país, porque entiendo que sin ella no puede combinarse la triangulación de primer orden tan ventajosamente cómo es de desear para conseguir la exactitud. Estos reconocimientos y cróquises no han de ser hechos de ligero, si no con el detenimiento necesario para ver y designar en ellos todos los objetos de geografía física y civil que han de figurar en los planos topográficos de las provincias, por lo que es preciso que los encargados de su ejecución sean personas de tino, dotadas de conocimientos geognósticos y ejercitadas en el dibujo topográfico. Estos recorrerán el país por orden de cañadas, estudiando el curso de los ríos y sus afluentes, la dirección de las cordilleras y sus estribos, indicando los puntos culminantes y desfiladeros que ofrezcan, y la oposición y correspondencia de las aguas. Expresarán la localidad de los pueblos por signos que indiquen las ciudades, villas, iglesias parroquiales, aldeas, caseríos, ermitas y santuarios, sitios de ferias y mercados, y así mismo los caminos, con distinción de las calzadas reales, los puentes de piedra o madera, las barcas y los vados, las vías militares y sus tránsitos, los canales  de riego y navegación, las ruinas y monumentos de la antigüedad, los baños y aguas termales, la división civil de las provincias y partidos, la eclesiástica, y por último cualquiera otro objeto que cabiendo en la escala del croquis puedan interesar a la administración pública, o ser  instructivos y útiles para los demás.

De camino que se ejecutan los reconocimientos deberán hacerse, sino todas, las estaciones que han de servir para los pormenores con planchetas o sextantes de bolsillo; pues sobre ser esto un trabajo necesario se consigue, con anticiparlo, el dar más semejanza y regularidad a los cróquises. Tendrán también especial cuidado los encargados de esta operación de reconocer y designar los montes elevados y accesibles, por tener un horizonte dilatado, podrán servir para las estaciones de primero y segundo orden.

La escala de los cróquises será un poco mayor que la de los planos de las provincias, y tal que  en ella puedan indicarse con claridad los accidentes del terreno y demás objetos que dejó mencionados. Esto se consigue adoptando la del cienmilésimo para los planos de las provincias, cómo lo hice en la de Galicia.

D. Jorge Juan opinó por la escala de dos pulgadas francesas por legua para iguales planos, la cual coincide aproximadamente con la propuesta. Pero esta es a mi juicio la que debe preferirse, porque tiene la ventaja de ser independiente de toda unidad de medida. Más adelante diré mi sentir sobre la escala del mapa general del Reino.

Punto de estación

Reconocida una provincia, quedan vencidas en gran parte de las dificultades que se ofrecen para cubrirla con una red de triángulos ventajosos. Estos se dividen en tres órdenes, según la magnitud de sus lados, que deberá ser la mayor posible en la del 1º y 2º, así como bastan dos leguas para los del 3º: Y si además de esta condición llenan también (especialmente los de primer orden) la de aproximarse a equiláteros o rectángulos isósceles se habrá desempeñado satisfactoriamente esta parte interesante de las operaciones geodésicas; pues así se obtendrá una red sencilla, sin complicaciones que hagan embarazos a la construcción.

Para no poner la medida de los ángulos a riesgo de inexactitudes, es necesario procurar que todas las estaciones tengan alguna señal o terminación que sea visible a las distancias convenientes para servir de mira en las enfilaciones. Está  escrupulosidad es más necesaria en los triángulos de primera y segunda magnitud que en los de tercera, excepto el caso de que haya de ligarse a estos últimos alguna base. En los países monstruosos la misma naturaleza ocurre en gran parte a esta necesidad ofreciendo picos y cerros peñascosos, bien terminados y a propósito para estaciones; más en donde no los hay es preciso recurrir al artificio para lograr el mismo objeto.

En el establecimiento de señales artificiales se requiere cordura y discreción; no sea que llevado alguno del deseo de ostentar una precisión inútil, o bien por falta de tino en la elección de las estaciones, se multipliquen aquellas superabundantemente, causando así un exceso en los gastos que no reporta utilidad alguna.

Deben construirse las señales con los materiales que ofrezca el punto dónde se coloquen, y dándoles las dimensiones de espesor y altura que las hagan visibles.

Delambre establece que esta sea de una vara por legua de distancia, y el ancho en su parte media podrá ser igual a dos pies. Pirámides toscas de piedras o de troncos y ramas de árboles bastan bien, siempre que haya cuidado en conservarlas mientras duren las operaciones; aunque sería de desear que se estableciesen con alguna solidez en las estaciones de primer orden.

Para venir en conocimiento del centro de estación, a fin de establecer las señales o de reponerlas en el caso de que se derriben, se harán marcas en los peñascos próximos, o se clavaran piquetes midiendo las distancias al centro y marcando sus rumbos. De este medio se han valido para señalar sus estaciones los comisarios españoles que acompañaron a Biot y Arago desde el Ebro hasta Formentera. El Sr. D. José Rodríguez nos ha dejado en la redacción inédita de estos trabajos una prolija descripción de las marcas y señales por donde puedan conocerse aquellos puntos importantísimos.

Por último, debe cuidarse mucho de la buena disposición de las señales para que sean bien visibles; porque así no se hará necesario recurrir a las lámparas de reverbero o a los fuegos de bengala empleados en la Meridiana de España e Inglaterra.

Medida de los ángulos

Colocadas las señales, se procede a la medida de los ángulos en los tres vértices de los triángulos, así de primero, cómo de segundo y tercer orden.

El instrumento que se parece más a propósito para esta operación es el teodolito, porque reúne la sencillez a la exactitud; pero no creo que sean necesarios los más costosos. El círculo de Lenoir, que da los ángulos reducidos al horizonte en minutos y segundos, y las elevaciones y depresiones con exactitud suficiente para determinar las diferencias de nivel, es el instrumento que considero preferible por su poco coste. Con él, por ser de doble repetición, se pueden multiplicar los ángulos horizontales hasta asegurarse de su exactitud, y las verticales se obtienen de dos en dos minutos por medio de un pequeño sector, y cierto que no es necesaria mayor precisión en las nivelaciones, pudiendo estás comprobarse igualmente por medio de barómetros construidos a este fin como los de Fortín, Gay-Lussac, Buntem, etc.

No hago mérito del círculo repetidor de Borda, porque el teodolito le lleva reconocida ventaja. En efecto, repite los ángulos como aquel en el sentido que se desea, el trabajo de medir distancias cenitales para hacer reducciones al horizonte, que ya son dadas por la observación. Aún la repetición en sentido vertical se aplicó también a algunos teodolitos, por manera que el círculo de Borda cayó en desuso.

Los instrumentos menos perfectos, cuartos de círculo, grafómetros, etc. deben abandonarse. Sin embargo, son muy útiles los sextantes de bolsillo y las planchetas de un giro total de horizonte: Aquellos para medir ángulos en los campanarios, donde no pueden colocarse los trípodes y en los cerros cuando ventea con impetuosidad: Estas sirven para estaciones de pormenor. Ambos instrumentos, lo mismo que un buen anteojo, necesarios para los reconocimientos según lo  he indicado.

Medida de las bases

Uno de los lados de los triángulos debe ser medido con todo rigor para el cálculo de los demás y no siendo posible hacerlo con los de primer orden se debe aspirar a que la base pertenezca a la triangulación del segundo.

Por eso la de Goldalrh en Baviera tiene 21.655 m. 9.098 de extensión, y las nuestras deberán tener 24.000 varas o más, aprovechando para su medida las dilatadas llanuras que ofrecen algunas provincias del Reino.

Multiplicándose los errores de la triangulación en razón de su distancia a las bases, es necesario fijar el número y posición de ellas, por manera que la red de triángulos que ha de cubrir la Península e Islas Baleares tenga medios de comprobación que aseguren su exactitud. Para conseguir esto soy de sentir que bastan cuatro bases; una en la provincia de León, otra cerca de la Corte, otra en Andalucía, y la última en la Albufera.

Se prescinde de las bases que se necesiten para las Islas Canarias y aún para la de Menorca por falta de datos.

La de León, que podrá medirse junto a Pozuelo del Páramo, es necesidad para comprobar la triangulación de esta provincia y la de Asturias, que dije podían conducirse desde los lados extremos de la de Galicia, y para que una vez comprobadas dichas triangulaciones puedan continuarse  en parte de las provincias colindantes, como son Extremadura y Castilla La Vieja. Pero es de advertir que esta base no necesita tanta longitud como arriba propuse, por causa de no hallarse muy lejos de las de Galicia. La que ha de medirse en las inmediaciones de la Corte es indispensable para los trabajos de las dos Castillas y de Extremadura, y como lo es también la de Andalucía para los de esta provincia de Granada y de Murcia. En los llanos de la Albufera han proyectado los comisarios de la meridiana medir una base, atendiendo la distancia que separa los lados últimos de aquella triangulación de la base de Perpiñán porque fueron calculados; y nunca mejor que cuando se trata de levantar la carta geométrica de España se puede corresponder a los deseos de aquellos sabios. Con esto se confirmará de un modo incontestable la exactitud de la triangulación que condujeron hasta Formentera, y se podrán calcular con la misma los triángulos de primer orden, que enlazados a ella cubran la distancia que hay hasta el Estrecho de Gibraltar, por si algún día se quiere llevar la triangulación al continente de África siguiéndola a orillas del Mediterráneo cómo había proyectado el sabio Biot. Así haremos un señalado servicio a las ciencias en la resolución del gran problema de la figura y magnitud de la tierra.

Aún fuera de esto, nos conviene medir dicha base por razón de ligar perfectamente las de Perpiñán  y Andalucía con la de Madrid, y de consiguiente nuestros observatorios a los de París y Londres, ligando ya por iguales medios practicados a lo largo del Canal de la Mancha.

Otra razón es que nos conviene también sacar todo el partido posible de la posición de la Mola en Formentera, cuya latitud se ha determinado por 3.900 observaciones de estrellas circumpolares con un rigor sin igual, en dónde se hicieron observaciones azimutales muy exactas, y se midió la longitud del péndulo con suma precisión.

Los errores en la medida de las bases son de mucha trascendencia para que yo aconseje la economía de gastos en la adquisición de buenos aparatos, ni tampoco la del tiempo que en dicha operación se emplee; pues tanto lo uno como lo otro será siempre una cosa trivial en comparación de los felices resultados a que conduce. No hay reparo en que se ejecute la medida con perchas de pinabete, bien seco y barnizado, como se hizo en Baviera y en Galicia, teniendo cuidado de observar las variaciones higrométricas de ellas si acaso se humedecen. Pero yo, consecuente a lo que acabo de decir, creo deben preferirse  las reglas metálicas, y aún entre estás las de platina, que sufren menos variaciones termométricas. Por si se me hace el cargo de que este es un metal de precio muy subido diré que bajo cualquiera forma que se presente en el comercio, lo mismo que el oro y que la plata, su valor real no disminuye, así que el Gobierno puede reembolsar el capital expendido en aquellos aparatos después de concluida la operación, sin perder nunca más que las hechuras. Sin embargo, como en las bases de Andalucía, Madrid y La Albufera es donde se requiere la mayor exactitud, bastará un aparato de reglas de platina para medirla sucesivamente, y en la base de León pueden usarse reglas de fierro.

Los pormenores de esta operación no hay para que exponerlos aquí, porque pueden verse en el segundo volumen de la base del sistema métrico. Concluyo, pues, este artículo manifestando mis deseos de que los extremos de las bases se señalen de un modo duradero, y que se hagan ostensibles por medio de pirámides e inscripciones qué perpetúen la memoria de estas operaciones y el reinado feliz en que se emprendieron.

Cálculo de los triángulos

Es bien sabido que se deben calcular los lados de los triángulos, conocidos los ángulos y la base. Pero aquellos son ángulos esféricos, cuya suma deberá exceder de 180º en cada triángulo, aunque este exceso sea de pocos segundos. Legendre demostró cómo podrían reducirse estos triángulos a rectilíneos. Para esto es necesario determinar el exceso esférico, conocido el valor aproximado de los lados, lo cual hecho se viene a conocer el error de las observaciones, y se prepara el cálculo de la triangulación.

No es necesario recurrir a toda esta prolijidad sino respecto a los triángulos de primer orden que ligan los de la meridiana con los observatorios de Madrid y San Fernando, en los cuales se cuidara de repetir los ángulos hasta obtener la exactitud en segundos. En el resto de la triangulación basta conseguirla en minutos y preparar el cálculo, corrigiendo los ángulos en la tercera parte de la diferencia que resulte entre su suma y el valor de dos rectos.

Observaciones astronómicas

La necesidad de orientar la triangulación y costumbre de trazar en los mapas las líneas que expresan las longitudes y latitudes de sus puntos, se hace necesarias en algunos de ellos las observaciones astronómicas que son indispensables para obtener aquellos elementos. Para realizarla se necesita un anteojo astronómico, un péndulo de segundos, un teodolito repetidor en las direcciones horizontal y vertical, un barómetro con su termómetro, y aún también, porque es muy útil, un anteojo portátil de pasos.

Si estas observaciones se emprenden a la vez en diferentes puntos  del Reino, cómo es conveniente, tanto para obtener las diferencias en longitud por observaciones directas, cuanto para abreviar la obra, se deben multiplicar los instrumentos susodichos, haciendo de manera que haya tantas colecciones o juegos como comisiones para las observaciones correspondientes a sus respectivas provincias.

Las ocultaciones de los satélites de Júpiter son fenómenos fáciles de observar y dan la longitud con toda precisión. Los pasos de las estrellas circumpolares ofrecen, entre otros, el medio más exacto para determinar las latitudes, valiéndose del teodolito y anteojo de pasos. Este último es muy cómodo para asegurarse de la marcha del péndulo, y sirve para orientar el punto de observación, por el método de Delambre, cómo se hizo en La Mola.

Estas operaciones, como las de que voy a hablar, por lo que concierne a las provincias deben practicarse de invierno, vacando entonces por lo crudo de la estación los trabajos geodésicos del campo.

Proyección, construcción y dibujo

La superficie curva de la Península no puede representarse en un plano, sino por aproximación, y a fin de obtenerlas sin desfigurar el terreno, es sin duda preferible la proyección cónica, según el sistema de Flamsteed modificado.

Si se hubiesen de levantar independientemente los planos de las actuales provincias, podría prescindirse de la curvatura terrestre en atención a su corta extensión; y aun cuando no sé prescindiese se harían simétricos con respecto a su meridiana central.

No cabe duda en que podría formarse la Carta General del Reino en estos planos así construidos con entera independencia los unos de los otros, si bien es verdad que este método es muy embarazoso.

Pero lo más breve, lo más económico y exacto es construir los planos provinciales considerándolos como partes integrantes de la carta general, sujetándolos todos a una misma proyección, que tan solo debe ser simétrica respecto de la meridiana del observatorio de Madrid por ser la central del Reino. A este fin se determinará el número de pliegos que ha de ocupar la carta general en la escala del cienmilésimo, se llamará primer pliego aquel que tenga en su centro el observatorio de Madrid, y la meridiana central y su perpendicular paralelas a sus lados; y en los demás se seguirá la numeración como mejor parezca. Enseguida se procederá al cálculo de los puntos de intercesión de los meridianos y paralelos entre sí y con los lados del cuadro, y se trazarán dichas líneas en todos los pliegos de cinco en cinco minutos; los cuales, hecho, se distribuirán, dando a cada comisión los que correspondan a la provincia o distrito de su cargo, para que construya en ellos su triangulación y los demás pormenores del país. De este modo la proyección de un punto cualquiera de la superficie de la península se reduce a calcular sus coordenadas, qué son las distancias a la meridiana y la perpendicular, tiradas por el observatorio de Madrid, dadas al efecto las longitudes y latitudes de dichos puntos y el sistema de proyección.

Advierto aquí que no me parece de rigurosa necesidad proyectar todas las estaciones de primero y segundo orden,  sí bien lo considero preciso respecto a las que forman el perímetro de cada provincia. En la construcción de los borradores dónde se coordinen los triángulos se prescindirá de la proyección; pero esto es muy obvio, y sería una minuciosidad el detenerme en ello. Con esto concluyó la breve exposición del método que juzgo más a propósito para llevar al cabo así los planos topográficos de las provincias como la Carta General del Reino.

Con respecto al dibujo diré solo que deben adoptarse los principios de Lespinasse, para que con arreglo a ellos se laven los pliegos de toda la obra.

Resta hablar de la escala de la carta general, qué conviene se grabe en punto menor para que todos puedan adquirirla a poco coste, y a fin de presentar bajo un golpe de vista la Península e islas Baleares. Está escala podrá ser la de 1 por 500,000, qué es la quinta parte de la otra. Así serán las dimensiones del cuadro de la carta de 8 y 6 pies aproximadamente.

Algunos sabios han sido de opinión que se midiese la meridiana de España y se  hiciesen depender de ella las operaciones que quedan expuestas. Y aunque esto no sea necesario ninguna dificultad se ofrece en qué medidas con la mayor escrupulosidad las bases del centro y del mediodía y observados con igual rigor los ángulos de la triangulación de primer orden que medie entre el Cabo de Peñas y el Estrecho, se determine aquella línea geodésica, y que se halle su relación con el arco celeste por la diferencia de sus latitudes extremas, cuyo resultado solo puede ser útil para determinar el valor del grado correspondiente a la latitud media de la Península, bien conocido en el día por las operaciones de la meridiana entre Barcelona y la Mola.

Segunda parte

Las operaciones de la carta general del Reino, como de sus provincias, son de tal naturaleza que apenas puede conseguirse la exactitud, uniformidad y economía que se desea en su ejecución, si no se establece una dirección central de todos estos trabajos.

En verdad que mal pueden levantarse con exactitud y bajo una misma escala los planos que necesitamos de 45 provincias con exclusión de las de Galicia, trabajando aisladamente sus encargados; apenas se pondrían estos de acuerdo en la elección de las estaciones limítrofes, así como en la medida de sus ángulos, faltando un medio de comprobación, aun prescindiendo del dispendio de operaciones duplicadas; y seria forzoso se midiesen 44 bases para la Península e Islas Baleares, bastando bien las 4 que se han propuesto:  Emplearían todos ellos diversos instrumentos, así en las observaciones geodésicas, cómo en las astronómicas: Y no siendo igual su pericia y su celo, tampoco  serían de igual confianza ni se obtendrían a un mismo tiempo los resultados que se desean para que esta obra se lleve al cabo a la vez en beneficio de todo el Reino.

Sentada la necesidad de una dirección central estará a su cargo formar desde luego los sujetos, y reunir los instrumentos que sean precisos para acometer esta empresa. No se crea que se ofende a la ilustración de la nación con la propuesta de formar sujetos. Muchos son indudablemente los que distinguidos por sus conocimientos en las ciencias exactas, emprender las observaciones geológicas y astronómicas sin alguna preparación o ensayo, y es la razón porque no todos tienen a su disposición los costosos instrumentos que se requieren para ejercitarse en ellas. Esta preparación es de toda necesidad y el tiempo y gastos que en ella se emplean producirán un ventajoso ahorro en los trabajos de las provincias; además de que los ensayos no serán del todo inútiles mediante se han de hacer los más de ellos en el campo, levantando al propio tiempo el plano de una comarca.

Se impondrán, pues, en todas las operaciones los que sean de encargar como jefes de los planos de las provincias; y no es ajeno de este lugar decir que hayan de reunir a los conocimientos indispensables, las circunstancias de robustez y energía para soportar las fatigas consiguientes a esta profesión, fatigas que no pueden tener un premio más honroso que la satisfacción de haberlas arrastrado en obsequio de las ciencias y del Soberano.

No basta que los directores de las provincias estén bien impuestos en todo lo tocante a su encargo: necesitan subalternos para repartir con ellos el trabajo. Éstos deben estar al corriente en el modo de practicar los reconocimientos y de figurar con propiedad los accidentes del terreno, condición indispensable para que el dibujo del plano sea exacto; y además deben saber medir ángulos con la plancheta, sextante y teodolito. Conviene que sean tres los ayudantes de cada comisión provincial, serán necesarios más en algunas ocasiones. Uno o dos de ellos deben poseer el dibujo topográfico con perfección para que sean lavados los planos en sus respectivas provincias.

La propuesta de cuatro individuos para una comisión provincial se funda en la necesidad de dividir el trabajo para conseguir el doble objeto de su perfección y economía entregándose cada cual preferentemente aquellas operaciones que le son más análogas, por manera que todos ellos tengan una constante ocupación, así en el campo como en el bufete.

No es fácil determinar lo que adelantará anualmente una de estas comisiones, en atención a la variedad que ofrece la Península en su clima, población y topografía; como quiera que este dato es indispensable, lo mismo que el de la duración de la obra para calcular el número de comisiones y el de instrumentos de que sean de proveer.

El trabajo de una comisión así constituida podrá regularse en 400 leguas cuadradas por año, siempre que se cuente, no solo con la mayor actividad y celo en los encargados, sino también con la más decidida protección del Gobierno, sin la cual no podrán allanarse los estorbos que ofrece de continuo la inercia, cuando no la oposición de las autoridades locales. Yo sé bien lo que es trabajar con semejantes obstáculos, pues más de una vez pusieron a prueba mi constancia.

Bien quisiera estar de acuerdo con el Sr. D. Jorge Juan al presuponer para cada comisión las 400 leguas de trabajo que un sabio tan respetable redujo a 122; pero en esto no hago más que ceder a la convicción que me resulta de mi propia experiencia, y de otras combinaciones que omito en obsequio de la brevedad. Pasaré ahora a examinar el tiempo que debe emplearse en concluir los planos provinciales.

No conviene que este plazo sea muy corto, como el de un año, ni muy largo, como el de cinco o seis. Lo primero porque no es posible conciliar la economía y exactitud, así por el gran número de instrumentos que es preciso adquirir, cómo por el embarazo de tanto subalternos en los primeros meses de trabajo, consiguiente a su inexperiencia. Lo segundo, cuando en obras de esta clase, de suyo tan difíciles si dispendiosas, se ve muy lejos el logro, menos que los encargados de ellas, se desalientan y caen de ánimo.

Por esta razón dejé de proponer la escala de 1 x 10.000, qué es la de una topografía completa y la de 1 x 50.000 qué es la de la nueva carta que se está levantando en Francia; cosa admirable por cierto, pero que  no es para imitarla nosotros, porque aumentaría el presupuesto de gastos una mitad más, y esto no se compone con la economía que anhela el Gobierno.

Con veinte comisiones podrán concluirse los planos provinciales, dotándolas con los instrumentos que se expresarán en el presupuesto. Tardarán en estos dos años, y la dirección, con otro más, dará concluida la carta general en la escala reducida, y extender a la redacción de todas las operaciones.

Expuesta la organización de las comisiones de las provincias considero oportuno manifestar mi sentir sobre la que debe darse a la dirección. Podrá costar de un presidente, cuatro directores y un secretario, y versados todos en las operaciones geodésicas y astronómicas, y en las del cálculo que unas y otras requieren. No creo que deba detenerme a designar las manos auxiliares que podrá necesitar. Son necesarios los seis individuos para hacer frente a los trabajos. Conozco que éstos se aceleran si en lugar de constituir una junta hubiese un director, vice-director y cuatro  ayudantes; pero propongo lo primero porque quizá ofrecerá más garantías al Gobierno.

Los trabajos de la dirección comprenden el cálculo de la proyección para los meridianos y paralelos de cinco en cinco minutos; el trazado de esta cuadrícula en todos los pliegos para distribuir a los directores particulares, determinar las posiciones astronómicas y las coordenadas de las estaciones de 1º y 2º orden qué necesarias fuesen en cada pliego, para que así puedan construirse en ellos con igual rigor la medida de la base próxima a la Corte y aún de las otras si posible fuere; las observaciones barométricas diarias, las correspondientes de longitud, y a las de azimut y latitud que necesaria sean en el observatorio de Madrid o en donde la dirección haya detener su fija residencia; comprobar y uniformar la triangulación, disponiendo que sean unas mismas para provincias contiguas, las  estaciones de su línea divisoria, y examinando si los lados comunes a dos o más series de triángulo resultan acordes; formar estados mensuales de los trabajos y de los gastos causados en ellos; señalar a los directores de las provincias en las que deben trabajar, uniendo aquellas que, había consideración a su localidad, extensión topografía, deban pertenecer de una sola comisión; allanar todas las dificultades que puedan ocurrir solicitando la protección del Gobierno en caso necesario, formar la carta general reducida y redactar la exposición de todas las operaciones, según se ha dicho, con presencia de las que remitan los encargados de las provincias.

Tercera parte

Extenderé mis observaciones sobre los gastos que deben causarse en levantar los planos de las provincias, y prescindiré solamente de algunos de la Dirección por carecer de datos acerca de ellos; sin embargo de lo cual me aproximaré  siempre al presupuesto total que interesa conocer.

Empezaré por los instrumentos cuyo valor siempre está en pie, por lo menos en su mitad, a pesar de la pérdida de algunos artículos que podrán inutilizarse, y del deterioro de todos; debiendo decir en este lugar que puede considerarse disminuido su coste en un 15% que ingresa en el Real Tesoro por razón de los derechos de internación,  consolidación y otros, que se perciben con diferentes nombres en las aduanas.

También puede reducirse el número de instrumentos, nombrando comisiones especiales para las observaciones astronómicas de las provincias; pero con esto no se consigue ningún ahorro, antes bien se causa un gasto mucho mayor.

La economía está en reducir, como se redujo al menor número posible los sujetos que hayan de ocuparse en las observaciones geodésicas y astronómicas, y en fijar el tanto de sus gastos con la mayor previsión, huyendo de todo sistema de contabilidad, que en este caso no puede menos de ser muy dispendioso.

Consiste, por último, en que los colaboradores de tan noble empresa correspondan, como no es de dudar, al muy honroso encargo que se les confía, esmerándose en la pronta conclusión de sus tareas, bajo la seguridad de que no quedarán sin recompensa sus penalidades, privaciones y fatigas, siendo tan conocida la justicia con que atenderá el Gobierno a sujetos que reúnen a su mucha instrucción la circunstancia, que en ningunos otros puede concurrir, de haber medido a palmos las provincias del Reino y estar al cabo de sus necesidades y recursos.

Instrumentos

Un teodolito como los de campaña

de Gambey, que marca los segundos

de cinco en cinco, compuesto de dos

círculos enteros que repiten los

ángulos horizontal y verticalmente.

Cuesta en París 1.600 francos, qué

con el 25% de derechos y

conducción equivalen a…………………………   8.000,-

Tres teodolitos o círculos de

Lenoir que repiten ángulos

horizontales, y dan las elevaciones

y depresiones de dos en dos minutos;

cuesta  cada uno en París 615 francos,

y con el referido aumento importan

los tres ………………………………………………..   9.225,-

Un transportador en minutos  ……………….   300,-

Una escala metálica y un compás

de vara que den los centímetros

de pulgada   ………………………………………   300.-

Cuatro sextantitos de bolsillo ……………….   2.000,-

Dos barómetros de Gay-Lussac

o de Buntem   ……………………………………   1.000.- 

Un péndulo astronómico  …………………….    6.000,-

Un anteojo astronómico  ……………………..   3.000,-

Dos planchetas   …………………………………    600,-

Total de instrumentos para una comisión   30.425.-

Ídem para las 20 comisiones   608.500,-

Señales

Ajustándolas en dónde se necesiten

para evitar el gasto de peones

que las transporten de un punto

a otro, considerando bastantes

150 para 400 leguas cuadradas,

una vez que se aprovechen las

que ofrece la naturaleza, y

valuándolas en 20 rs.

una con otra, importan las de

una comisión en un año ……………………………   3.000,-

Y las señales de las 20 comisiones

en los 2 años de su ocupación ascienden     

a   ……………………………………………………….   120.000,-

Prácticos

Debiendo trabajar separadamente el

director y ayudantes de cada comisión

así en los reconocimientos, como en la

medida de los ángulos, se necesitan

cuatro prácticos por día en los 200

que podrán emplearse en el campo, y

a 10 rs. cada práctico asciende este

gasto por lo tocante a una comisión

en un año a   …………………………………………   8.000,-

Importan los prácticos de las 20

comisiones en 2 años  …………………………….   320.000,-

Director de provincia

Líquido de su haber anual …………………………   24.000,-

Gastos personales suyos, de un

escribiente, un criado y un

soldado, a razón de 40 rs.

por día, por lo menos dan

en números redondos  …………………………….   16.000,-

Gastos y alquiler de 3 caballerías,

conservando una todo el año y 200

días las otras dos, equivale a tener

una en 765 días, ascenderán a…………………..   10.000,-

Sueldo del escribiente a 10 rs. por día …………   3.650,-

Ídem del criado  …………………………………….   1.500,-

Gratificación y calzado del soldado……………..    1.100,-

  ________

Sueldo anual y gastos del director………………   56.250,-

Idem de los 20 directores

de las provincias en 2 años ……………………….   2.250.000,-

Ayudantes de provincia

Líquido del haber anual de cada ayudante…………   8.000,-

Gastos personales suyos y de un criado en

todo el año con los de un escribiente y un

soldado en 200 días………………………………………   12.000,-

Gastos de alquiler de 2 caballerías en

200 días, que a los de una en 400 ………………….   5.000,-

Sueldo del escribiente a 6 rs. ………………………    1.200,-   

Sueldo anual del criado ………………………………   1.500,-

Gratificación y calzado del soldado en

200 días   ………………………………………………..   600.-

 ___________

Sueldo anual y gastos de un ayudante ………..   28.300,-

Total de sueldos y gastos de 60  ayudantes                     

en 2 años ……………………………………………….   3.396.000,-

Gastos de oficina

Casa, libros, lapiceros, pinturas, papel de

marquilla y común, mesas, tableros

transparentes, alumbrado, etc. en

163 días especialmente dedicados al

bufete y a las observaciones

astronómicas   ……………………………………………   3.000,-

Importan los gastos de oficina para

20 comisiones en 2 años………………………………   120.000,-

Dirección central

Son de cuenta del presidente, y secretario

sus respectivos escribientes, pero entre éstos

no se comprenden los calígrafos y dibujantes

Sueldo anual del presidente…………………………….    40.000,-

Ídem de los cuatro directores

a 32.000 reales cada uno ……………………………………   128.000,-

Idem del secretario  ………………………………………   28.000,-

Ídem del portero   …………………………………………   4.000,-

__________

Sueldos de la dirección en un año ……………………   200.000,-

Total de sueldos de la dirección en

3 años   …………………………………………………………..    600.000,-

Total de todo el presupuesto ……………………………   7.414.500.-                                         

No se han comprendido en el presupuesto los gastos de la dirección central sujetos a cuenta y razón, mediante no aumentan con llevarla, si no sedentaria la ocupación de sus empleados por lo general, ni los de alquileres del edificio en que se establezca por lo general, ni otros de esta clase, que no puedo calcular con exactitud.

Tampoco se ha hecho mención de los que deben causarse en la adquisición de los aparatos para medir las bases por falta de datos, especialmente si se emplean los de la meridiana de Francia, ni menos de los que se ocasionen en esta operación delicada. No se hallan los instrumentos que necesitara la dirección en razón de los que existen en los establecimientos científicos. Sin embargo de todo puede decirse que con 8 millones hay lo bastante para dar enteramente concluida la carta general del reino y la de sus provincias.

Este presupuesto es susceptible de economías por lo tocante a instrumentos y sueldos de los empleados. Respecto a lo primero, aprovechando los que hubiere, según queda indicado, siempre que sean manuales y eviten el gasto de acémilas para su conducción. Este ahorro siempre será muy pequeño y apenas compensará el déficit de algunos anteojos de pasos, que dejé de presuponer no obstante  su mucha utilidad. Respecto a lo segundo, empleando los oficiales instruidos en las ciencias exactas que hay sin ocupación, siempre que aquella circunstancia se reúna la de actividad y celo,  que tanto se necesita en este trabajo extraordinario. Así se sacará partido de los sueldos que disfrutan, cuya suma, deducida de presupuesto, hará demostrable un ahorro de alguna consideración. Resultará mayor a mí juicio si el Gobierno se aprovecha del entusiasmo de la fogosa juventud dedicada a las ciencias exactas en las escuelas militares de todas armas, universidades, colegios, consulados, etc.; pues tanto los caballeros guardias marinas y cadetes, como los alumnos de los demás establecimientos, que se distingan por su actitud y sobresaliente mérito, tendrá a mucho honor que se les destine en clase de ayudantes en las provincias, cuyo encargo podrán desempeñar con las tres cuartas partes del haber líquido anual que se les ha señalado.

En fin yo quisiera allanar todos los obstáculos que siempre experimentó este proyecto por lo excesivo de su presupuesto, aún en aquellas épocas en que la España tenía sobradamente con que hacer frente a estos gastos. Bien que en aquellos tiempos, cómo nota el Sr. D. José Rodríguez en una Memoria concerniente a este mismo asunto, más se pensaba en enviar expediciones científicas a recorrer las Américas, el África. Las islas del Sur y del  Asia, que en promover empresas de esta clase en beneficio del propio país en que vivimos. Santiago, 21 de Junio de 1834.- Domingo Fontán».

La Memoria de José Rodríguez de 1808 y la de Domingo Fontán de 1834 tienen como triste denominador común que ninguna de las dos se empleó en los fines en ellas pretendidos, ambas se perdieron en los archivos oficiales y han llegado hasta nuestros días de la forma que tenemos indicada.

La Memoria de Rodríguez se asemeja a un tratado de Geodesia; para la triangulación planimétrica de España, aconseja el empleo del círculo repetidor de Borda y de reverberos; recomienda la medida de tres o cuatro bases sin determinar su ubicación; considera de utilidad la triangulación de la prolongación de la Meridiana de Francia entre Bellegorde y el Montgó en Denia; sin embargo para nada se refiere a las Cartas Esféricas de las Costas de España de Vicente Tofiño que en esa época ya se evidenciaban sus notables errores.

Desaconseja el Meridiano del Observatorio de Madrid y propone el que abarca de Gijón a Tarifa, no aconseja ningún sistema de proyección, y aunque tampoco se pronuncia sobre la escala, defiende la aplicación del Sistema Métrico Decimal.

Comparativamente en la Memoria de Domingo Fontán, para la medición de los ángulos propone el teodolito y el círculo de Lenoir, desaconsejado el uso del círculo repetidor de Borda propuesto por Rodríguez y prescinde del empleo de reverberos sustituyéndolos por señales visibles.

Los reverberos o faroles que tanto menciona Rodríguez, utilizaban una lámpara de aceite lateral o boquilla, chimenea de vidrio, y doble corriente de aire estaban construidas con tres espejos de metal pulido situados detrás de la lámpara para intensificar la luz de la parte delantera, para evitar el viento estaban cubiertas por una estructura metálica con vidrio.

En cuanto a las bases, propone tres: La primera en Castilla ubicada en Pozuelo del Páramo entre Benavente y La Bañeza. Una segunda en la Albufera, en el Reino de Valencia y una tercera entre Granada y Sevilla.

Sin embargo en el texto definitivo de la Memoria añade una más cerca de la Corte, aparte de las bases para la triangulación de las Islas Canarias y Baleares, sin olvidarse de las bases que midió en Galicia en Formarís y en el Corgo.

En lo referente a los trabajos planimétricos de triangulación, señala como excepción de los mapas y planos parciales entonces existentes incapaces de enlace y conexión y cita como trabajos geodésicos que existen en España de utilidad para el Mapa Nacional:

1º Las Cartas Esféricas de las Costas de España de Vicente Tofiño recogidas en el Atlas marítimo de España cuyos errores la Marina Española enmendó entre 1827 y 1834.

2º La Carta Geométrica de Galicia.

3º La triangulación de la prolongación de la Meridiana de Francia.

Fontán también explica claramente cómo prolongar el resto de España la triangulación periférica de Galicia.

Por último, propone el Meridiano de Madrid como central del Reino, la aplicación del Sistema Métrico Decimal y la escala 1.500.000, la proyección de Flamsteed modificada, aspectos éstos que no se recogen en la Memoria de Rodríguez, fijando el plazo de tres años para su conclusión.

Mientras Domingo Fontán concluía en Santiago las últimas operaciones de la elaboración de su Carta Geométrica, consistente en el lavado de sus pliegos mediante el sombreado de las umbrías para dar así una sensación de relieve, sucedió un hecho de notoria relevancia al decretar la Reina María Cristina:

“La Reina Gobernadora, teniendo en consideración la notoria lealtad y acreditada actitud y demás circunstancias que concurren en Don José María Moscoso de Altamira, Decano de la Sección de Fomento del Consejo Real de España e Indias he tenido a bien poner a su cargo, en nombre de mi muy amada hija Doña Isabel II, la Secretaria del Despacho de Fomento y vacante por renuncia de Don Javier de Burgos. Tendéislo entendido y lo comunicáis a quien corresponda – Está rubricado de Real mano en Aranjuez a 17 de Abril de 1834  – AD Francisco Martínez de la Rosa, Presidente del Consejo de Ministros”.

El Militar José María Moscoso de Altamira y Quiroga (Mondoñedo, Lugo 25 de Mayo de 1788 – Madrid, 1 de Marzo de 1852), fue Alcalde del Ferrol en 1820 y Diputado a Cortes por el Reino de Galicia, al igual que José Rodríguez González, maestro de Fontán.

El 13 de Mayo de 1834 la Secretaría de Estado y del despacho de Fomento General del Reino pasó a llamarse Secretaría de Estado y del Despacho de lo Interior. José María Moscoso de Altamira y Quiroga, mediante Real Orden de 12 de Agosto de 1834 requirió a Fontán para que en cumplimiento de sus compromisos contraídos en 1829 presentase concluida su Carta Geométrica de Galicia en la Villa y Corte.

Fontán conocedor de la epidemia de cólera morbo que asolaba Madrid, decidió esperar al invierno en que las bajas temperaturas hacen menos virulenta la epidemia.

Así el 1 de Diciembre de 1834,  se la presentó al Secretario o Ministro de lo Interior, y el  día 3 se la mostró a la Reina Gobernadora María Cristina en el Palacio de Oriente. La Gaceta de Madrid, en su número 293 del día 4, recogió el acontecimiento.

En ese año de 1834, Fontán también concluyó su comisión sobre el trazado de las vías de comunicación de Galicia, presentando a Moscoso junto con su Carta, una Memoria que tituló:

«Modernas vías de comunicación trazadas sobre la Carta Geométrica» hoy desaparecida.

Por Real Orden de 5 de Diciembre, la Carta Geométrica de Galicia, fue expuesta al público en general, por término de diez días en un salón del Ministerio de lo Interior.

Concluyendo el año, por medio de Real Orden de 20 de Diciembre de 1834, Fontán es nombrado individuo de la Comisión Mixta de División Territorial que se la denominó Mixta por integrar en ella dos Comisiones:

La primera fue la de Arreglo de los Partidos Judiciales, creada por Real Orden de 9 de Febrero de 1834 dependiente de la Secretaria de Gracia y Justicia, dedicada a  trabajos de los que ya se ocupó Fontán en colaboración con José Dionisio Valladares y José Lamas Pardo, en 1826.

La segunda comisión dependiente de la Secretaria de Fomento fue la de Rectificación de los Límites de las Provincias, que quedaron imprecisos en el Decreto de Javier de Burgos, igualmente creada por Real Orden de 30 de Marzo de 1834, que al integrar a la primera, paso a denominarse como tenemos dicho.

El  texto del citado Decreto de 9 de Febrero de 1834, de creación de la Comisión de Arreglo de los Partidos Judiciales es el siguiente:

«La Reina Gobernadora, Deseando llevar a cabo la importante obra de la división judicial señalada ya por Real Decreto de 26 de Enero último, la demarcación de las Audiencias, he venido a mandar, que teniendo presente los planos, cartas geográficas, informes y demás trabajos ejecutados se forme el arreglo de los distritos del Reino y nombro para esta Comisión a:

Don Diego Clemencin, Don Agustín de Larramendi y Don Fermín Caballero a quién se pasarán todos los papeles que sobre este asunto obran en la sección del Despacho de vuestro cargo. Tendréislo entendido y dispondréis de lo necesario para su cumplimiento. Está rubricado de Real mano. En Palacio a 9 de Febrero de 1834”.

A la Comisión Mixta se agregaría a José García Otero y a Domingo Fontán, este último, en sustitución de Diego Clemencin qué murió de cólera morbo en Madrid el 30 de Julio de 1834.

El paso de José María Moscoso por la Secretaría del Ministerio de lo Interior, fue breve pues presentó su dimisión que le fue aceptada mediante Real Orden del 17 de Febrero de 1835, a causa de las discrepancias que sobre la organización del Ministerio mantuvo con el Presidente del Consejo de Ministros Francisco Martínez de la Rosa.

Su voluntad de favorecer a Domingo Fontán en todo lo que le fue posible, resulta evidente:

Por Real Orden del 15 de Febrero de 1835, del citado Ministerio de lo Interior, se requería al  Secretario del Despacho de Hacienda el libramiento de 160.000 reales para el grabado y estampado de la Carta Geométrica de Galicia.

Por  otra Real Orden de ese mismo día 17 de Febrero de 1835, en que se aceptó su dimisión, José María Moscoso, acordaba mandarle comisionado a país extranjero para que en él se grabe la Carta Geométrica de Galicia, con un sobresueldo de 10.000 reales anuales a cargo de los presupuestos de ese Ministerio de lo Interior destinados a la formación de los planos topográficos de las provincias a las que aludía el citado artículo 7 del Decreto de División territorial del año anterior.

Moscoso igualmente dejó firmada otra Real Orden el 19 de Febrero de 1835, por la que se nombra a Fontán Catedrático Director del Real Observatorio de Madrid con haber mensual de 24.000 reales debiendo continuar con el goce del sueldo anual de su Cátedra de Santiago, destino del que tomó posesión el 15 de Abril de 1835.

José María Moscoso fue sustituido en la Secretaria del Interior por Diego Medrano. De este periodo es importante destacar el debate mantenido en el Estamento de Procuradores en la Sesión del Congreso del 28 de Enero de 1835 sobre los presupuestos generales del siguiente Ejercicio y en particular los del Ministerio de lo Interior.

«Estado que manifiesta el Presupuesto de gastos que presenta el Ministerio del Interior para el año 1835 y rebaja que hace la Comisión de lo Interior del Estamento de Procuradores del Reino en cada uno de sus artículos.»

Tales rebajas se justificaban:

«… Si a esto se añade el triste cuadro que presenta la Nación, la guerra civil desolando unas provincias, facciones pululando en todas, aunque siempre comprimidas, una plaga mortal, con pocos ejemplares en sus síntomas devastando la Península.

Fuertes inundaciones anegando los campos, derribando los puentes, arruinando los pueblos, ha dejado a sus tristes habitantes ni aún la esperanza de mejorar su suerte; una cosecha escasísima de todos frutos, este cúmulo de calamidades ha agravado con el peso de las contribuciones que sumen en la miseria a las clases más numerosas e industriales, convencieron al Estamento de la penosa situación en que la Comisión se ha hallado por dura  necesidad de reducir los gastos al mínimum posible…»

El artículo  7º integraba los siguientes conceptos:

«División territorial y Carta General del Reino

Presupuesto                      Descuento

1.500.000 reales            500.000 reales

«División territorial artículo 7º:

Para estos objetos se piden por el Gobierno 1.500.000 reales, cantidad mezquina si se hubiera de levantar una Carta Geométrica de toda España con la exactitud que exigen los adelantos físico matemáticos del día, y con los pormenores que la hicieron inútil para la acelerada resolución de las medidas gubernativas, pero excesiva cuando de hecho ha de limitarse a operaciones aisladas e imperfectas, por las que solo logremos aumentar el fárrago de materiales, que ninguna seguridad prestan en las delicadas resoluciones de proyectos importantes.

Muchos años y muchos millones ha gastado el Gobierno francés para concluir el mapa de aquel reino, que aún no  ha completado en los detalles topográficos; y cuando nuestra situación lo permita debemos consagrar fondos suficientes a un objeto que es la administración bien entendida. Por ahora opina la Comisión que bastará  designar un millón en la demarcación de los límites de las provincias actuales, siempre que estos trabajos se hagan con más tino que hasta aquí, y en virtud de la Comisión Mixta de división de las provincias y partidos judiciales, que el Gobierno tiene nombrada. Por lo tanto se hace una economía de 500.000 reales.»

En la Sesión de las Cortes del día 4 de Febrero de 1835 se continuaron discutiendo los presupuestos del Ministerio de lo Interior y particularmente el artículo 7º sobre División Territorial y Carta General del Reino, para lo cual el Gobierno pidió 1.500.000 reales y la Comisión rebajó a 500.000, dedicando esta cantidad a la formación del censo de población.

Tomando la palabra el Procurador Marqués de Torremejía, dijo:

«Con un sincero disgusto debo decir que somos los únicos en Europa que no tengamos una carta geográfica; las hay sí, pero tales que no se puede seguir con alguna seguridad…»

Seguidamente el orador hacía relación de los trabajos llevados a efecto en los últimos cien años para levantar la Carta Geográfica de España, citando a Jorge Juan (1751), Tofiño (1788), José Espinosa y Dionisio Alcalá Galiano (1792), Mechain, Biot, Aragó y Bouza. (Después de la Guerra de la Independencia).

A continuación, refiriéndose a las operaciones ejecutadas por los Ingenieros franceses desde la frontera del Pirineo hasta la meseta de Castilla en 1824,  aseveraba:

«… Si se reuniesen todos estos antecedentes y sobre todo la Carta de Galicia que se acaba de presentar al Ministro de lo Interior, trabajo curioso hecho con exactitud, se tendrían bases medidas y que adelantan sobremanera la operación general. Cuando se ha levantado y corregido el mapa de una provincia es muy fácil continuar la triangulación de las adyacentes, y siendo exactas las bases es muy rápida y muy ajustada la operación.

Mi objeto es que ante todo la Nación española, tenga, sea por decoro o por utilidad, una Carta Geográfica como todos los demás países. Obtenida una Carta Geográfica, entonces es cuando se hacen los mapas topográficos y de esto se desciende a los catastrales que además de ser muy prolijos en cuanto a la representación del terreno son estadísticos…»  «… Por ahora la limitación de las provincias es de poca utilidad, además de que no hay quien haga esas operaciones en el día: No hay más que agrimensores   que cobran buenas dietas y nada hacen, a lo menos de provecho, aun suponiendo   integridad y los mejores deseos.

Con el tiempo y cuando la Escuela de Ingenieros de Caminos dé sus frutos, se podrá hacer este deslinde, ahora no hace mucha falta….»

«… Es cierto por otra parte que para formar una carta sería conveniente que el Ministerio de lo Interior se pusiera de acuerdo con el de Marina, porque es el que posee más caudal de datos, algunos excelentes y que pueden competir en lo exacto del cálculo y en lo acabado de la ejecución con lo mejor de Europa, así pues propongo al Estamento que al votar esta cantidad, sea principalmente para la Carta General de España, debe ser la base de las topográficas, como estas los son de la estadística; más no se vote un millón de reales para la demarcación de provincias, porque no es tan urgente ese trabajo, ni puede confiarse a personas indoctas y de todo punto incapaces de hacerlo con utilidad..»

El discurso del Marqués de Torremejía, fue replicado por el Procurador Fermín Caballero quién afirmaba:

«La importancia de un mapa topográfico del territorio español es tal, que no habrá señor Procurador que no la sienta vivamente, ni español alguno que desconozca que es la base fundamental de todas las disposiciones administrativas. Todos a la mayor parte de los defectos, de las divisiones  territoriales hechas en diferentes épocas, las que tiene la actual, y las que tendrán cuanto se hagan por algún tiempo penden de la falta de este trabajo. La Comisión ha dicho que el Gobierno en el artículo 7º pide 1 ½ millones de reales para dos objetos:

Primero, rectificar la demarcación de las provincias, según se decretó en 30 de Noviembre de 1833, y Segundo, comenzar los trabajos para una Carta Geográfica del Reino: La Comisión se ha persuadido desde luego, por las noticias que sus individuos tenían particularmente, y por las que han adquirido de la Comisión que entiende en la división civil de las provincias y en la de partidos judiciales, que esta cantidad es muy pequeña si había de abrazar todos los objetos, pero conoce también que limitándose a lo que hasta ahora se ha estado haciendo y se practica no debía gastarse suma tan considerable para obtener el pequeño fruto que se ha conseguido:

Por eso la Comisión ha dicho que se debía dar  un millón de reales para la división actual de provincias, que se está rectificando por la Comisión encargada de ello, se lleve a debido efecto, y no se ofrezcan las dudas y reclamaciones que hasta aquí se han originado, porque han sido muchas las suscitadas, no solo por la pertenencia o agregación de pueblos, sino sobre la demarcación de los territorios jurisdiccionales y alcabalatorios…» «… Fundada en esto, la Comisión ha creído que debía hacerse un deslinde formal para completar la división territorial, tanto respecto a las 49 provincias civiles como los 451 partidos judiciales. Pero si desde luego se ha de dar principio a los trabajos para formar la Carta General del Reino en tal caso es necesario conceder mayores cantidades y contar con otros recursos.  Para levantar una Carta Geográfica de todo el Reino se necesita echar mano de personas muy capaces y prácticas en estas operaciones; y no son muchos por desgracia los que se pueden dedicar a ellas, si se exceptúa el Cuerpo de Ingenieros, que por las circunstancias particulares de la Guerra en que nos hallamos no podrán distraer ahora a otros objetos que requieren tranquilidad y mucho tiempo”. 

Fermín Caballero refiriéndose a los anteriores trabajos geodésicos citados por el Marqués de Torremejía aducía:

«… Hoy no es el momento de poder emprender semejantes trabajos en la Península…» «… Pero debe hacerse cargo el Sr. Marqués de que se necesitarán en el día algunos millones de reales para emprender las operaciones primeras, porque estamos muy escasos de los instrumentos necesarios para ellas, al mismo tiempo que escasean hombres que tengan los conocimientos científicos indispensables para hacerlo bien, porque para hacer mapas como se han hecho hasta ahora, por noticias, interrogatorios, sin apartarse del bufete, si se exceptúa la Carta de Galicia, es inútil y doloroso que se gaste el dinero..»

Seguidamente, Fermín Caballero Morgaez se refiere a los trabajos efectuados por los Ingenieros franceses y particularmente por el Capitán del Estado Mayor francés, Desjardins de quién nos ocupamos prolijamente en el artículo «El curriculum de un científico» (Septiembre de 2018) al objeto de desmentir su pretendida participación en los trabajos de la Carta Geométrica de Galicia:

«Nos ha hablado el Sr. Marqués de Torremejía de los trabajos de algunas brigadas de ingenieros franceses, ejecutados desde del año 1823 hasta 1827; estos trabajos son apreciables, he tenido el gusto de verlos y de conocer a los señores Dessardins (Desjardins) y Armoire, que los han practicado por el Depósito de la Guerra de Francia; pero están muy lejos de corresponder a lo que ahora se quiere. Estos trabajos puramente topográficos no fueron generales; los ingenieros iban por las carreteras principales, y lo más que se separaban eran dos o tres leguas a un lado y a otro operaban con una brújula, un barómetro y a la ojeada y se dedicaban especialmente a la parte física y geológica que falta en el mapa de Capitain, sin embargo diré que los he creído tan útiles para nosotros, que por mi parte he hecho lo que he podido para que el Gobierno español los poseyese. El tiempo en que se hicieron no era el más feliz y tuvo el Gobierno la imprudencia de dejar qué se los llevaran sin haber sacado ni una copia de ellos.

Respecto a la demarcación de las provincias ha dicho el Sr Torremejía que no cree necesario consignar cosa alguna para este objeto, porque no hay personas inteligentes. Yo creo que lo que ha querido decir es que no son a propósito las que se emplean en las provincias, porque de otro modo, si no hay personas capaces para hacer la demarcación de provincias,  mucho menos las habrá para hacer la Carta geográfica de España que S.S. apetece, repito que habrá querido decir que los que suelen hacerlo son agrimensores y cuando más arquitectos, poco conocedores de las operaciones geodésicas. Sin embargo como individuo que soy de la Comisión Mixta de rectificación de límites y división judicial, puedo decir al Estamento que esta Comisión se ha encargado de redactar unas bases generales y una pauta común para hacer estas demarcaciones. Y si el Gobierno lo aprobase se podrá hacer esta operación con inteligencia y economía, y en este caso con menos del millón se podrá hacer estos trabajos…» 

A continuación hizo uso de la palabra el Procurador Antonio González manifestando su desacuerdo no solo con el dictamen de la Comisión sino también con lo referido por su compañero Fermín Caballero proponiendo que el millón de reales se destinase a la formación de los Censos:

«… El Sr. Caballero ha dicho que sería inútil conceder al Gobierno 1,1/2 millones de reales para la formación de los planos de las provincias, y si atendemos a la inmensa dificultad que ha habido en todas las épocas para estos mapas, nos convenceremos de que el Gobierno nada puede hacer con dicha suma.

Desde tiempos de Fernando VI se están haciendo esfuerzos para formar estos mapas, se han multiplicado los esfuerzos, particularmente para las provincias litorales, y no se ha podido formar un solo mapa. Bouza emigrado en la época de la reacción, persona instruidísima que había reunido antecedentes para formar estos planos, me ha manifestado en Londres, el tiempo de su emigración, que en España había mucha dificultad en llevarlo al debido efecto siempre que el Gobierno no lo tomase con empeño y diese grandes sumas para ello. Si esto decía una persona tan inteligente ¿cómo podemos prometernos nosotros que se formen con una suma de 1 ½ millones de reales? 

Véase la aplicación de esta suma y se hallará la insuficiencia de la misma para la formación de estos mapas.

El Sr. Caballero ha hablado de Mr. Sardin (Desjardins), ingeniero francés y de sus trabajos topográficos; estos efectivamente serían ineficaces para el objeto de la formación de los mapas. Este sujeto era un ingeniero francés que vino a España con el objeto de levantar mapas de ciertos puntos o posiciones militares; y el mismo Bouza fue el mismo que hizo la denuncia a Cea, que se hallaba en Londres, diciéndole las miras del ingeniero francés, y el embajador que había en Londres procedió con tanto celo, que el francés salió de España con precipitación, y no pudiendo cumplir con la Comisión que su Gobierno le había dado, siendo hechos estos mapas para un objeto diferente, no podían tener la aplicación que ha dicho el Sr. Caballero…»

Tal denuncia por fragante espionaje la efectuó el Marino y Cartógrafo Felipe Bouza y Cañas quién se encontraba en Londres exiliado tras la restauración del Régimen Absoluto concluido el Trienio Liberal en 1823.

Francisco Cea Bermúdez  (1779-1850) fue Secretario del Despacho del Estado de Fernando VII desde su reposición al Trono el  año de 1823 al 1825. También fue nombrado Embajador de Londres, cargo que ocupó hasta 1832. El Capitán Desjardins  salió de España en Mayo de 1831 tras su accidentada detención, cuando al parecer «cazaba» en el desfiladero de Pancorbo, estratégico de acceso a la Meseta Castellana.

Por último, tomó la palabra José María Moscoso de Altamira y Quiroga, Secretario del Despacho de lo Interior, quién afirmó:

«… La división de provincias en cuanto a la fijación de sus límites, no se puede decir está realizada: El Gobierno no ha hecho más que señalar las líneas que deben formar los límites de cada provincia; pero falta llevar a cabo la operación material de la división o deslinde, sin la cual ni administradores ni administrados pueden hallar las ventajas que se propuso el Gobierno. Para esto es para lo que se piden los fondos, pero debe advertirse que no puede hacerse simultáneamente esta operación en todos los puntos por los inconvenientes que ha indicado ya el Sr. Caballero y señaladamente por falta de mano facultativa para ejercitarla, puesto que ya por haberse carecido de establecimientos en que formarse profesores, ya por otras causas que no son del momento, el hecho es que no hay los bastantes para ello. Y para hacer mal una operación de esta clase,  para encomendarla a simples agrimensores, más vale no hacerla…» 

Del debate de las Cortes del Estatuto Real quedó evidenciada la existencia de dos posturas:

La primera defendida por el Procurador en Cortes Marqués de Torremejía y por José María Moscoso de Altamira más por sus hechos que por sus palabras.

En ella se proponía destinar de los Fondos presupuestados para el Ministerio de lo Interior para el Ejercicio de 1836, una partida destinada al levantamiento de la Carta General del Reino de 1.500.000 reales como cantidad inicial de esos 7.414.500  reales  que propuso Domingo Fontán en la Memoria que presentó el 21 de Junio de 1834, en contra de la opinión del también Procurador en Cortes Fermín Caballero Morgáez de dedicar esa suma reducida en 500.000 reales a materializar la División Territorial de Javier de Burgos, recogida en su Decreto de 7 de Febrero de 1833 en el que precisamente se ordenaba la formación de la Carta General del Reino, opinión ciertamente interesada pues el propio Fermín Caballero era destacado miembro de la Comisión Mixta de División Territorial, encargada tanto de la división civil, como judicial del Reino, por lo que estaba particularmente interesado en que a esta cuestión se dedicase la expresada partida presupuestaria.

Con independencia de los aspectos económicos, los intervinientes en el debate pusieron de manifiesto la Guerra Carlista que se libraba como serio impedimento tanto para uno como para el otro proyecto, ello aparte de la falta de personal especializado para llevarlos a buen fin lo que determinó la necesidad de crear las escuelas necesarias para la formación de dichos profesionales.

De la forma indicada, Fontán se quedó sin la financiación de los 160.000 reales que el Secretario del Ministerio del Despacho de lo Interior José María Moscoso  requería del Secretario de Hacienda mediante Real Orden de 15 de Febrero de 1835,  para el grabado y estampado de la Carta Geométrica de Galicia.

El «Eco del Comercio» del jueves 5 de Febrero de 1835, página 2, afirmaba sobre el Secretario del Despacho de lo Interior José María Moscoso:

«La división civil del territorio la previno su antecesor (Javier Burgos), pero ni el Sr. Moscoso puede gloriarse de este trabajo. Tal cual existe, con muy ligeras modificaciones, estaba hecho bajo el Ministerio de Colomandre, por José Lamas Pardo, así como en la demarcación de las provincias como en la subdivisión judicial de publicación inmediata es el único mérito que puede alegar la administración actual, y el encargo de su reforma a una comisión mixta».

Miriam Villar Cano en un trabajo publicado por la Real Academia de Cultura de Valencia (digital) el 10 de Diciembre de 2010 titulado: «Un apunte sobre la historia de la cartografía en el mundo occidental» Páginas Valencianas, Capítulo 5º página 131, nos comenta referente a las citadas escuelas:

«Un Real Decreto de 1 de Mayo de 1835 crea un Cuerpo de Ingenieros Civiles con dos inspecciones, una de Caminos, Canales y Puertos y otra de Minas, cada una de ellas con la Escuela Especial de Ingenieros Geógrafos que se vincula de nuevo al Observatorio Astronómico que hay que refundar porque está en situación de desastre total. Domingo Fontán Rodríguez precedido del prestigio bien ganado a través de numerosos trabajos entre los que destaca su excelente Carta Geométrica de Galicia a 1:100.000 en doce hojas que antes hicimos mención es nombrado Director de la Escuela y del Observatorio encargándole también la confección del Mapa Nacional.

Nuevo fracaso dice (Mario Ruiz) Morales citando otras fuentes (5) (Reguera Rodríguez, Geografía del Estado opus cit. pág. 166-167), que la causa seguramente inadvertida por la administración pudo deberse la suma de dos infortunadas circunstancias.

En primer lugar Fontán contempla el Mapa Nacional como una ampliación de su Mapa de Galicia y en aquel momento también había planteado un pleito contencioso con el gobierno acerca de sus derechos de propiedad y en segundo lugar los ya consolidados Cuerpos de Caminos y Minas no veían con buenos ojos la aparición de un tercero en discordia al que en principio tenían que prestar ayuda docente destacando profesores a la nueva Escuela de Geógrafos con serio peligro de interferencias a las atribuciones que ya habían asumido de hecho.

Después del fiasco Fontán el proceso adquiere caracteres erráticos. Todos parecen estar de acuerdo en la urgencia de disponer de medios materiales y humanos adecuados y situar a España en línea de las naciones más avanzadas en temas cartográficos…”

Precisamos que en nuestra opinión, en ningún momento se puede considerar como » infortunada circunstancia» el que Fontán considerarse el Mapa Nacional como una prolongación de su Mapa de Galicia, dado que ninguna región de España contaba con un mapa ajustado a datos geodésicos que pudiesen extrapolarse al resto de la Nación, con la excepción de Galicia, aparte de que dicho pleito o reclamación lo inició Fontán  en 1852.

Hoy es obligado reiterarnos, ya lo hicimos en un artículo titulado «Fontán Director del Real Observatorio Astronómico de Madrid y de la Escuela de Ingenieros Geógrafos” publicado en la página web de la Fundación (artículos y publicaciones) en Diciembre de 2013, en el que mostramos  nuestro más firme desacuerdo ante lo manifestado por el Ingeniero Geógrafo de Montes Mariano Martín Peña (1936- 2013) quién estuvo muy vinculado con el Instituto Geográfico Nacional, al desempeñar en 1981 el cargo de Subdirector General del Departamento de Cartografía y Publicaciones quien  es autor del libro titulado:

«Historia del Cuerpo de Ingenieros Geógrafos 1900-2010», Cultiva Libros S.L., Colección Estudios nº 271, Septiembre 2011.

En dicha publicación después del prólogo del Director General de dicha Institución, Alberto Sereno Álvarez se recogen los antecedentes históricos de ese Cuerpo de Ingenieros Geógrafos, de entre los que resaltamos los siguientes: (páginas 19 y 20):

«Domingo Fontán Rodríguez (1788-1866) nació en Porta do Conde (Pontevedra), dedicó la primera parte de su vida al estudio de las letras, llegando a ser Licenciado en Filosofía. En 1816 inició los trabajos de la que sería la Carta Geométrica de Galicia. Después de pasar unos años difíciles por su condición de liberal, en los que fue separado de la Cátedra y de los puestos que ocupaba, la situación volvió a la normalidad y fue Diputado en varias legislaturas. Gozaba de buena reputación cartográfica, merced a su reciente publicación titulada: “1er. Mapa topográfico de Galicia», que levantó con buenos principios geodésicos ya que midió una base para dar escala al mapa y observó una red de triangulación que completó con las estaciones astronómicas que consideró necesario para la comprobación de sus cálculos. Dado el éxito de su trabajo, intentó extrapolarlo al resto de España y ahí comenzaron sus problemas. Por un lado las exigencias económicas planteadas por su autor, y por otro, las envidias que había generado entre sus colegas, motivaron que sus iniciativas contaran con la oposición de las autoridades. También su implicación política tuvo gran influencia en este rechazo. Finalmente el mapa pudo editarse en París en el año 1845. Como puede comprobarse tuvo una vida muy activa, tanto en la faceta política como cartográfica, en la que desarrolló muchos proyectos interesantes.

En mi opinión fue un lamentable error, designar a Fontán para dirigir la Escuela cuando se trataba de un personaje muy significado y con enemigos declarados.

Evidentemente, esta situación lastró el desarrollo de la Escuela de Ingenieros Geógrafos, que no llegó a constituirse impidió que esta ingeniería estuviese a la misma altura a efectos de preparación en una escuela especial, que las otras incluidas en el Cuerpo de Ingenieros Civiles.

Este fracaso junto con el de los Ingenieros cosmógrafos motivó que la ingeniería geográfica no se desarrollara como era de esperar, en cuya coyuntura favorable y que posteriormente no haya sido considerada a lo largo de la historia como una más de las Ingenierías Civiles, y en consecuencia, que su titulación se convirtiese en un título administrativo que se expidió por el Instituto Geográfico sin un centro de formación específico».

Al meritado autor si le era exigible conocer al menos, que Fontán no midió una base, sino dos, la de Formarís en 1820 y la del Corgo en 1828, pero a lo que vamos, en cuanto al lamentable error de su designación como Director de la Escuela de Ingenieros Geógrafos:

Resulta a todas luces imposible que Domingo Fontán tuviese enemigos declarados en 1835 recién llegado a la Villa y Corte porque en esas fechas no ejercía actividad política de ningún tipo ya que causó alta como Diputado por la provincia de Pontevedra el día 9 de Octubre de 1836, ello con independencia que desde 1816 a 1835 sus ocupaciones se concretan en efectuar los trabajos geodésicos para el levantamiento de su Carta Geométrica de Galicia que compaginó como pudo con su Cátedra de Matemáticas Sublimes de la Universidad de Santiago de Compostela, ello aparte de haberse dedicado a las ocupaciones administrativas inherentes a de su cargo de Secretario primero de la Diputación Provincial de Galicia, y después de la Diputación Provincial de La Coruña durante el llamado  Trienio Liberal (1820-1823) y aún en el muy improbable caso de haberse ganado tales enemigos en 1835, cuando se le encargó la Dirección de la Escuela de Ingenieros Geógrafos, éstos serían nostálgicos y trasnochados Absolutistas sin fuerza alguna para lastrar el Proyecto de creación de dicha Escuela.

Por último, evidenciamos ciertos complejos en lo referido por Mariano Martín Peña en su Historia de dicho Cuerpo de Ingenieros Geógrafos por lo que, en nuestra opinión, no se deben buscar a los  supuestos culpables de su actual estatus 176 años después de la situación que se denuncia, pues en su caso, en esa búsqueda deberían poner la atención en el expedidor de tales titulaciones los que sufren los citados complejos.

El 12 de Septiembre de 1870, se constituyó el Instituto Geográfico y Estadístico en la Dirección General de Estadística del Ministerio de Fomento y el 9 de Abril de 1900 por Real Decreto de la Regente María Cristina de Habsburgo – Lorena (viuda del Rey Alfonso XII) se crea el Cuerpo de Ingenieros Topógrafos.

En el artículo primero del Real Decreto se estipula:

«El personal del Cuerpo de Geodestas y los Jefes y Oficiales del de Topógrafos pasa a formar parte del de Ingenieros Topógrafos con las mismas categorías que actualmente tienen y por el orden de antigüedad en su respectivo empleo».

En un artículo transitorio también  se proclama:

«Hasta que se dicte el nuevo Reglamento para el Cuerpo de Ingenieros Geógrafos, éste se regirá por lo dispuesto en el Reglamento del Instituto Geográfico y Estadístico de 27 de Abril de 1877».

En el citado capítulo I.- Objeto y Organización del nuevo Reglamento por el que se derogó uno anterior del 19 de Junio de 1873 se precisaban las funciones de los Ingenieros Geógrafos.

Artículo 1º:

«Ejecutar los trabajos que se mencionan entre ellos:

La triangulación geodésica de primer orden, de segundo y de tercero» «publicación del mapa general del territorio y de otros trabajos cartográficos».

Artículo 2º:

«El personal se compondrá: Director General, Jefes Superiores de Administración dedicados a las ciencias físico-matemáticas, Geodestas y los Ingenieros de Caminos Minas y Montes» fijándose sus competencias en el  Capítulo III».

En el artículo 20, se determina:

«De los Topógrafos del Instituto Geográfico y Estadístico tendrán a su cargo el Cuerpo de Topógrafos» a los que se encargaba la triangulación topográfica de 2º y 3º orden. Y por último, en el artículo 88 referente a los auxiliares de geodesia se afirmaba:

«Este personal procederá de la clase de sargentos, de todas las armas e instituciones del Ejército».

No debemos olvidar que por Real Decreto del Rey Felipe V se creó el Cuerpo de Ingenieros, el 17 de Abril de 1711 y en sus diferentes reglamentos. A los Ingenieros Militares procedentes del Cuerpo de Artillería y Estado Mayor se les encomienda la formación de la Cartografía Militar.

Por Real Decreto de Carlos IV se forma el Cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos, el 13 de Agosto de 1796, que fue suprimido por Real Orden de 31 de Agosto de 1804, según tenemos referido por las presiones ejercitadas por otros Cuerpos de Ingenieros que vieron mermadas sus competencias como también ya tenemos citado, el 30 de Abril de 1835 se constituye el Cuerpo de Ingenieros Civiles con las inspecciones de Caminos, Geógrafos, Minas y Bosques, y el 1 de Mayo de ese años, la Escuela de Ingenieros Geógrafos, que no prosperó por ninguna razón achacable a Fontán, simplemente no le interesaba tanto a los Ingenieros Militares ni a los Civiles de Caminos, considerando la creación de la Escuela como una intromisión en las funciones que desde años atrás venían ocupándose.

La experiencia nos dice que cuando sucede algo, la causa debemos buscarla en las personas o instituciones que resultan beneficiadas, que en este caso particular, claramente la encontramos en los Ingenieros de Militares y Civiles, pues sin la competencia del frustrado Cuerpo de Ingenieros Cosmógrafos, bajo la dirección del Instituto Geográfico y Estadístico, ellos fueron los llamados a levantar el Mapa Topográfico Nacional, una prueba de esto la encontramos en las:

«Memorias del Instituto Geográfico y Estadístico, Tomo II, 1878, Capítulo IV, Cadena de Costa Norte», página 271:

91. «Esta cadena compuesta de 35 vértices, se extiende de occidente a oriente por el litoral desde la provincia de Pontevedra a la frontera de Francia, y se enlaza con la cadena del paralelo de Palencia, con la de los meridianos de Salamanca y Madrid y con la francesa del Pirineo.

92. En los reconocimientos para el proyecto de la cadena que se hicieron en 1855, 1860, 1861, por los Señores Don Frutos Saavedra del Cuerpo de Artillería y Don Fernando Monet, Don Cesáreo Quiroga y Don Tomás Caramés, del Estado Mayor, se emplearon como en los demás trabajos pequeños teodolitos que aprecian directamente diez segundos; siguiendo también en la naturaleza y forma de las señales permanentes de las reglas ya establecidas.

93. Las observaciones definitivas se hicieron durante los años de 1862, 1870, 1871, 1872, por los señores Jefes y Oficiales. Don Fernando Monet y Don Cesáreo Quiroga, ya citados,  Don Eugenio de Eugenio del Cuerpo de Ingenieros, Don Enrique Uriarte y Don Francisco Hernández del de Artillería…»

94. Firman los diversos cálculos, además de los observadores, los Señores Juan Ruiz Moreno, de Ingenieros, Don Manuel Ruiz Moreno, Don Luis Otero y Don Gregorio Jiménez de Estado Mayor y los Auxiliares de Geodesia Don Francisco Jerez, Don Manuel Castro, Don Bernardino Fernández y Don Fausto Fraile«.

Como causa de que la triangulación de Galicia no se extendiera al resto de España, Mariano Martín Peña ha especulado que fue debido «a las exigencias económicas planteadas por su autor», manifestación ésta que consideramos no solo inveraz, sino también gratuita, y cuando empleamos este término nos referimos a que no está apoyada en ningún elemento de convicción, como es exigible, pues a quien afirma le corresponde justificar o argumentar lo dicho.

Domingo Fontán en ningún momento se movió por interés económico, así en su Manuscrito autobiográfico publicado en 1946 por el Instituto Padre Sarmiento, cuando participó de los trabajos de la Junta de Repartimiento de Tributos de Santiago en 1818, afirmaba:

«…Y no solo tuve que ser Vocal, Secretario de esta Junta, haciendo el gratuito servicio diariamente de cinco horas en el despacho de esta oficina. Este trabajo cada día le confirmaba la utilidad de llevar adelante la Carta de Galicia…»

Fontán confió a Sebastián de Miñano su Carta Geométrica para que se valiera de ella en su Diccionario el Mapa de la parte Occidental de Galicia, así éste afirmaba en la Advertencia del Autor del Tomo II.

«… Ojalá que hubiésemos tenido antes la ventaja de conocer y registrar los recientes trabajos que nos ha facilitado el profesor de Matemáticas Don Domingo Fontán…»  «… Ha venido a nuestro poder hace pocos días por la generosa condescendencia de su autor…»

Fontán en otro manuscrito que el Instituto Padre Sarmiento publicó en 1946 titulado:

«Notas de Fontán sobre los trabajos para su Carta, afirmaba:

«… No por eso fui gravoso al Estado, pues no gozando de un sueldo personal, no pudiendo para cubrir mis gastos más que los 7.000 duros y no disminuyendo en nada la calidad del trabajo, como se deja ver por la parte y limítrofes de Asturias, León, Zamora y aún Portugal a que me he extendido que es una novena parte de la superficie de Galicia; cualquiera conocerá que no era el interés pecuniario, sino otro más noble el que me guiaba; y tan lejos estaba de ser aquel interés el móvil de mis fatigosas tareas cuando pude tomar más dinero y en efecto gasté mucho más y sin embargo no quise pedirlo y solo así pude hacerme merecedor del concepto con que se me honró en la Real Orden siguiente…»

En la Real Orden de 3 de Diciembre de 1834, expresaba la regente María  Cristina:

«Es de su soberana voluntad el servicio que usted ha hecho al Estado y a las ciencias se tenga presente para la oportuna remuneración, atendiendo que usted no recibió hasta ahora ninguna obra solo los auxilios que fueron precisos para los últimos trabajos de su carta, cuya legítima inversión es la ya declarada por Real Orden de 28 de Enero del presente año…»

Fontán no recibió remuneración alguna sino por el contrario gastó de su patrimonio 320.000 reales.

Por último, Domingo Fontán no cobró cantidad alguna en concepto de derechos de autor que le reconocía la legislación vigente de la época:

La Real Orden de 4 de Enero de 1834 determinó que la propiedad intelectual pertenecía a los autores de por vida, siendo transmisible a los herederos por término de diez años a contar desde el fallecimiento del autor.

La Ley de 10 de Junio de 1847,  en su artículo 1º estipulaba:

«Se entiende por propiedad literaria para los efectos de esta ley, el derecho exclusivo que compete a los autores de escritos originales para reproducirlos o autorizar su producción por medio de copias manuscritas, impresas, litografiadas o por cualquiera otro semejante»

En su artículo 2º recaía este derecho en la persona del autor de por vida y sus herederos por término de veinticinco años.

Resulta curioso que el Diputado Vicente Vázquez Queipo en la Sesión del Congreso de los Diputados de 17 de Abril de 1849 en la que se discutía el Proyecto de la citada Ley de Propiedad Literaria alegaba:

«…. y no puedo menos que hacer presente al Congreso, que es necesario que esta ley tengo exacta aplicación en todos los dominios de Ultramar».

Quien al ocupar la Subsecretaría del Ministerio de la Gobernación del Reino del 6 de Noviembre de 1847 al 31 de Diciembre de 1849 en que se le admitió la dimisión, días antes por Real Orden de 15 de Noviembre de 1849 incautase las piedras litográficas de la Carta Geométrica de Galicia infringiendo gravemente la Ley de Propiedad Literaria que nunca en su articulado limitó los derechos de autor sobre las obras total o parcialmente subvencionadas.

Domingo Fontán no cobró un solo real en tal concepto cuando Francisco Coello de Portugal y Quesada en su subvencionado «Atlas de España y sus posesiones de Ultramar» reprodujo reduciendo su escala a la mitad en 1856 el mapa de Orense y Pontevedra, en 1864 el de Lugo y en 1865 el de La Coruña, dejando constancia en cada uno de ellos:

«Todas las situaciones y principales detalles de este mapa se han tomado de la magnífica Carta de Domingo Fontán».

Concluimos reiterándonos que en dicha afirmación además de gratuita es inveraz y notoriamente injusta.

Domingo Fontán, además de Geógrafo fue un Estadista y Político con sentido de Estado, a cuyo servicio puso sus conocimientos en esta materia; como decía el Profesor Enrique Santín Díaz el 2 de Julio de 2017 en un artículo publicado en «El Ideal Gallego» titulado: «Políticos y Estadistas».

«El hombre de Estado es el político que asume la responsabilidad de gobernar o de defender sus ideas pensando en el servicio del bien común por encima de sus ideas o afiliación partidista…»

Fontán en su manifiesto a los electores de Galicia y en especial a los de las provincias de Pontevedra y Lugo del 31 de Diciembre de 1839, aducía:

«… Lejos de soñar en cargos públicos y aspirando tan solo a ser útil a Galicia, consagré a este objeto mis ahorros, mi salud y mis tareas científicas, por más de docena y media de años logrando resultados que sabrá apreciar la posteridad….»

Hoy en que ya ha llegado esa posteridad a la que se refería Fontán, se aprecian muy pocas cosas, sobre todo en la persona de los demás, pues ensalzar a unos es subjetivar la pequeñez de otros. Hoy el «sentido de Estado» es una expresión vacía, sin significado, impera de manera notoria el sentido mercantilista de la vida, ese que se atribuye a quien según dice Martín Peña, Fontán impidió que su triangulación se extendiese al resto de España por dinero.

Por último, Fontán como autor de la Memoria sobre la Carta General del Reino y de la Carta Geométrica de Galicia que presentó al Secretario del Despacho de lo Interior el 21 de Junio de 1834 y el 1 de Diciembre de 1834 respectivamente; en tal Memoria al presupuestar los gastos de la empresa fijaba como sueldo anual del presidente encargado de coordinar las operaciones 40.000 reales mensuales cantidad ésta muy prudencial, pensando que él mismo sería la persona que se encargaría de la dirección del proyecto con el sacrificio de no poder regresar a Galicia pues dicho cometido le hubiese supuesto fijar su residencia en la Villa y Corte.

Así nos encontramos que el incipiente Estado Liberal en 1835, contaba con una División Territorial, con un Proyecto de Mapa Nacional, concluido en Galicia, pero carecía de medios materiales para levantarlo en el resto del territorio para sustraerlos del esfuerzo bélico teniendo que recurrir a empréstitos, y a la desamortización de bienes del Clero Secular destacando como ya tenemos dicho que ese territorio se encontraba en guerra lo que impedía los trabajos geodésicos llamados de campo, ello con independencia de que se le dio preferencia a definir la citada División Territorial que en nuestra opinión se debía haber hecho sobre la Carta General del Reino.

Por todo ello no es de extrañar que a Domingo Fontán como autor del Proyecto o Memoria de la Carta General del Reino se le encarga la formación del futuro personal que debía levantarla cuya falta se evidenciaba cuando se debatió en las Cortes el Presupuesto del Ministerio de lo Interior encargado de efectuar la División Territorial y de levantar la Carta General del Reino, creándose a tal fin el Proyecto de la Escuela Especial de Ingenieros Geógrafos que fracasó por los intereses de esos otros Ingenieros citados.

La carencia de ese personal especializado al efecto, también se evidenció años más tarde, cuando la Reina Isabel II sancionó la Ley de Medición del Territorio de 5 de Junio de 1859, que entre sus principales objetivos se encontraba la formación del Catastro y el levantamiento de la Carta Geográfica de España.

En su artículo 1º determinaba que los encargados de la triangulación de primer y segundo orden se efectuaría por los Oficiales de los Cuerpos de Artillería, Ingenieros y Estado Mayor.

Por Real Decreto de 20 de Agosto de 1859, se fijaron las bases para su ejecución, creándose por su artículo 34 la llamada Escuela Práctica de Ayudantes para la Formación del Territorio, especificándose en el artículo 37 que sus alumnos no formarán carrera o cuerpo especial, encargándoles en el artículo 38 la triangulación de tercer orden también llamada de relleno.

En cuanto a las «discrepancias en materia de derechos editoriales» sobre el pleito que se dice sostuvo Fontán entre 1834 y 1835 contra el Gobierno o el «pleito contenciosos sobre sus derechos de propiedad» de su Carta Geométrica a que se han referido los autores anteriormente citados:

El primero que se ocupó de esta cuestión sobre la propiedad de la Carta Geométrica, fue José Filgueira Valverde en su artículo «Recuerdos del Geógrafo Fontán en el Museo de Pontevedra» inserto en los Cuadernos de Estudios Gallegos. Anejo I, publicados en 1946 por el Instituto Sarmiento. «Domingo Fontán y su mapa de Galicia» con ocasión del centenario de su publicación según se recoge en su cartela. Filgueira en su artículo, página 77, afirma:

«Posee el Museo dos ejemplares del Mapa que con no afectada modestia tituló Fontán:

«Carta Geométrica de Galicia»: Uno ingresado con fondos de la «Colección Casal» otro procedente de «La Labor Gallega de Pontevedra»; el primero en hojas sueltas sin barnizar es ejemplar de excepcional perfección en la tirada, aunque no de los primeros enviados a Galicia, ya que muestra algún que otro breve mordisco de ratones, recuerdo del tiempo que duró la incautación y depósito de la «Carta» por el Estado en el Ministerio de la Gobernación (16) so pretexto de haber sido levantada con fondos de la Reina Gobernadora, decisión burocrática que produjo un larguísimo pleito y dio motivo a que la edición se distribuyese tardíamente y muy mermada a causa de su rareza (17) el otro ejemplar montado sobre tela y  barnizado responde a una tirada menos perfecta y ofrece desigualdades de pintado entre sus diferentes hojas.

En la remisión a las notas de pie de página (16) y (17) Filgueira Valverde cita diferentes artículos periodísticos publicados entre 1913 y 1924 en la prensa gallega, interesando una reedición de la Carta Geométrica, en las que no se hace referencia alguna a la citada «incautación de la Carta».

Sobre esta cuestión recogiendo la tradición oral de la familia Fontán se pronunció el nieto del Geógrafo, Manuel Fontán Lorenzo en un artículo publicado en el periódico de Santiago «La Noche» año XXVII Nº 7971 del 19 de Noviembre de 1946, que remitió desde Bilbao, titulado: «Mi abuelo el Geógrafo Fontán» con ocasión de la publicación del libro del «Instituto Padre Sarmiento» «Domingo Fontán y su Mapa de Galicia».

«Y aquí viene una cosa que no se habla de ella en el trabajo del Instituto Padre Sarmiento, sin duda por no haber sido aportada por ninguno de los sucesores de Fontán y es la que hace referencia al pleito contencioso que mi abuelo hubo de sostener por la propiedad de su obra…» «… de regreso a España fue presentada la obra a S.M. la Reina Gobernadora, reclamando el autor como es natural la propiedad de su obra y cediendo cien ejemplares por los recursos anticipados, pero como se le exigiese la propiedad para el Estado, mi abuelo entabló pleito que ganó rotundamente, pero no pudo sustraerse de los disgustos que tal situación le originó..» (los ejemplares cedidos fueron 550, la totalidad de la edición).

En cuanto al citado «pleito» algo sabemos a pesar que nada sobre él se conserva en los Archivos de la Fundación, e investigando en los archivos de la Administración nuestra incapacidad para encontrar esos perdidos legajos, ha resultado palmaria.

Por ello, para poner luz en esta cuestión, tenemos que recurrir a la llamada prueba documental indirecta, a través de la correspondencia mantenida por Fontán con Ramón de la Sagra, que transcribimos  en el artículo «La impresión de la Carta Geométrica de Galicia, que comprende las siguientes misivas:

21 de Agosto de 1849

05 de Noviembre de 1849

26 de Noviembre de 1849

03 de Enero de 1850

17 de Enero de 1850

13 de Mayo de 1850

09 de Agosto de 1850

Correspondencia entre Fontán con Luis López Ballesteros:

22 de Enero de 1849

25 de Junio de 1849

29 de Diciembre de 1849

Correspondencia entre Fontán con Manuel Vázquez Queipo:

30 de Enero de 1850

Correspondencia entre Fontán con Juan Manuel Bedoya:

¿? Mayo de 1850

También la Fundación custodia en sus Archivos un manuscrito seguramente de Rosendo, hijo menor del Geógrafo, en el que se afirma:

«En 10 de Mayo del año 1852 reclamó el Sr. Domingo Fontán Rodríguez la terminación de la cuestión de propiedad de la Carta Geométrica de Galicia como autor de dicha obra.

Informaron acerca de ésto los tres ex Ministros Ballesteros, Conde de Fontao (José María  Moscoso de Altamira y Quiroga).

En tal estado pasó el Expediente a la Sección de Gobernación del (entonces) Consejo Real.

En 8 de Julio de 1881, los hijos y herederos legítimos del finado, autor de dicha obra, Q.F.Q.M.D.R. elevaron una solicitud al Ministerio de Fomento, Jovellanos, por conducto y recomendación del Sr. Romero Ortiz, a fin de que se restableciese el curso del Expediente, y aún tenerlo por iniciado, si preciso fuese solicitado declarase a su favor la propiedad de dicha Carta Geométrica de Galicia, así les concediese una remuneración justamente valuada, quedando previo en pago, la propiedad a favor del Estado.

En 10 de Agosto del mismo año, nos participaba el Sr. Romero haber pasado dicha instancia al Instituto Geográfico y Estadístico, en cuyo centro no existen antecedentes, ofreciendo pedir información a la dirección de Instrucción Pública.

Dicho Expediente a continuación pasó como va dicho en 10 de Mayo de 1852 a la Sección de Gobernación del Consejo Real informado por los tres ex Ministros: Ballesteros, y Conde de Fontao, quienes devolvieron los antecedentes después de haber puesto el informe en Junio de dicho año.

Solo falta que el Ministro llame así el expediente y lo resuelva» (Concluye el manuscrito).

Con independencia de ocuparnos de este tema en un próximo artículo titulado «La cuestión de propiedad de la Carta Geométrica de Galicia»  de manera prolija, de esa prueba documental indiciaria o indirecta se evidencia:

Que en esas fechas (1849) Fontán se encontraba postergado de los trabajos del levantamiento del Mapa Nacional, pues según afirmaba el ex Ministro Ballesteros:

«….. ¿Es posible que el Sr. Vicente Vázquez Queipo no tenga medios para poner a V. en el extremo de ocupar sus notorios talentos y capacidad con gran provecho a la Nación antes que la edad disminuya su capacidad?….»

Su obra fue desprestigiada desde el propio Ministerio de la Gobernación quien su Subsecretario Vázquez Queipo afirmaba:

Que no estaba ajustada a datos geodésicos, incautando mediante Real Orden las 12 piedras litográficas para evitar impresión de un asegunda edición de la que quería disponer Fontán para dedicarla a cubrir sus compromisos con sus amigos y colaboradores, bajo el pretexto de haber sido levantada con fondos de la Reina Gobernadora María Cristina de Borbón, precisamente concedidos por el entonces Ministro de Hacienda, Luis López Ballesteros, de los fondos de Balanza; de esa segunda edición se hizo cargo el Estado teniendo que efectuar Fontán una tercera «extraoficial» de 96 ejemplares a los fines indicados.

Lo que se desprende de lo dicho, es que en 1881 parece ser que aún no estaba esa llamada «cuestión de propiedad» definitivamente resuelta, juzgue el lector por sí mismo.

Hoy mi opinión, es que Fontán en 1852 efectuó una reclamación que dio lugar a un Expediente en el que nunca recayó resolución.

Pero a efectos prácticos, al objeto de sacar conclusiones en este Artículo, en el que tratamos de analizar la intervención de Fontán en la elaboración de la Carta General del Reino, esta cuestión por cierto importantísima para el pundonor de Domingo Fontán, a tales efectos carecía de transcendencia:

A Fontán no se le encomendó llevar a la práctica su Memoria sobre la Carta Geométrica de España por estar él mismo desprestigiado al igual que  su obra desde los propios organismos oficiales, esos mismos que impidieron la formación de la Escuela de Ingenieros Geógrafos, defendiendo los intereses de los Ingenieros Militares, los de Artillería y Estado Mayor, principalmente y los Civiles de Caminos, quienes siempre consideraron que tal cometido les pertenecía en exclusiva como así fue, después de eliminar toda competencia.

Fontán fue un molesto competidor. No podemos pasar por alto que el Instituto Geográfico y Estadístico, hoy Nacional, su primer Director fue el Militar Carlos Ibáñez de Ibero, Marqués de Mulhacén, quien en 1854 también fue miembro de la Comisión del Mapa de España, e igualmente en 1859 de la Comisión de la Carta Geológica de la provincia de Madrid y General del Reino; desaparecida la Comisión del Mapa de España, pasó a la Comisión General de Estadística que asumió sus funciones y de la que fue Secretario en 1861; por Decreto de 12 de Septiembre de 1870, se le nombró primer Director del Instituto Geográfico y Estadístico el cual asumió la función de la Comisión General de Estadística encargada de levantar el Mapa Topográfico Nacional, Institución que desde entonces ha sido feudo de los militares.

La incautación fue de las piedras litográficas, y una vez que el Estado se subrogó en la segunda tirada, para él dejaron de tener interés, piedras éstas que Fontán trasladó desde París a su casa de Santiago.

Fontán siempre conservó en su poder la totalidad de sus cálculos, observaciones y cuadernos de campo, mapas originales y croquis parciales que nadie le solicitó para el levantamiento del Mapa Topográfico Nacional.

Con anterioridad, parece que la propiedad de su obra estaba clara, hasta la decisión del Subsecretario de Gobernación Vázquez Queipo de incautar las piedras litográficas mediante Real Orden de 15 de Noviembre de 1849 para evitar una segunda edición de la Carta Geométrica de Galicia a disposición de Fontán.

Sospechamos que Vázquez Queipo no tenía interés alguno en que se difundiese la obra de Fontán una vez creada la Comisión para formar la Carta Geológica de la provincia de Madrid y General del Reino el 12 de Julio de 1949, por ello prescindió de Domingo Fontán.

Una de las Secciones en que se dividió la Comisión fue la Geográfico-Meteorológica que tenía como objetivo levantar el Mapa Geográfico del Reino bajo la dirección de Juan Subercase.

En la Memoria que comprende el resumen de los trabajos verificados en 1850 de la Comisión encargada de formar el «Mapa Geológico de la Provincia de Madrid y General del Reino» se afirmaba con referencia a los mapas publicados:

«… Con tanta más necesidad, cuando los diferentes publicados y conocidos, todos sin excepción, son inexactos y con tales errores en el trazado gráfico respecto a la verdad del terreno, que no hay uno solo que pueda aplicarse para obtener un resultado cual claman los conocimientos actuales, la perfección de los instrumentos y la precisión de los métodos adoptados para conseguirlos….»

Como colofón de lo expresado, una vez más nos remitimos a lo referido en el artículo publicado en la edición de Madrid del Periódico Progresista-Constitucional «La Nación» Nº 847 del 21 de Enero de 1852:

«… Esta melancólica reflexión se nos aumenta sabiendo que hace años pudiera hallarse terminada si no la Carta Geométrica de España, a lo menos su preliminar indispensable, la Carta Geográfica, si se hubiese aprovechado la laboriosidad de otro de nuestros ilustrados compatriotas, tanto o más desdeñado hoy en día que el Sr. de la Sagra, aludimos al Sr. Don Domingo Fontán, cuyo mapa geográfico de Galicia espontáneamente emprendido por él solo y terminado con muy cortos auxilios del Gobierno, le daban un derecho incontestable para ser creído en la oferta que hiciera. Era su plan entonces unir la triangulación de su mapa de Galicia con la practicada en los Pirineos por los ingenieros franceses en 1820 aprovechando las posiciones determinadas astronómicamente por éstos, como la del Castillo de San Sebastián y otras, y cubrir después toda la zona intermedia de la costa con una nueva triangulación que terminaría en el mapa de la región orográfica del resto de España.

Para la del mediodía, aprovecharía el Sr. Fontán los importantes trabajos de los comisarios franceses y españoles emprendidos en 1808 con motivo de la prolongación de la meridiana de Francia hasta las Baleares. Restaba pues el centro de la Península, fácilmente de ligar con la triangulación, y en cuyo conjunto dando terminado el mapa general de España, de un modo uniforme y por los métodos que la ciencia recomienda.

Este luminoso proyecto fue explicado por su autor en una Memoria que entregó al gobierno en los años de 1834 y que yace olvidada. Después el Sr. Fontán por premio de sus servicios, se ha visto desdeñado, separado de su cátedra y declarado cesante, calificación que en buena lógica equivale a de capacidad inaplicable, innecesaria o inútil para su patria.

Además, los auxilios que se decretaron para la terminación de su obra le fueron escatimados al punto de verse embarazado para el cumplimiento de grabado e impresión

Reflexionando sobre el atraso en que hoy nos hallamos en ciencias y sus aplicaciones a la administración, a la agricultura y a la industria, a los trabajos públicos; cuando calculamos los esfuerzos que más tarde tendrá que hacer algún ministro ilustrado y celoso para realzar nuestra patria de la frustración intelectual en que yace, y que al mismo tiempo vemos desdeñados, calumniados y hasta perseguidos hombres del mérito de los Señores Fontán y de la Sagra, la pluma se nos cae de la mano, no sabiendo como calificar semejante conducta.

Para nosotros siempre fue incontestable que la cooperación de los talentos de todos los españoles realmente ilustrados, apenas será suficiente para hacernos marchar a un paso tan rápido cual es preciso para no permanecer atrasados y como perdidos en la carrera de la Civilización ¿Qué será si el gobierno desconociendo sus propios intereses y su alta misión, condena a la nulidad a operarios tan idóneos como los nombrados?»

Sobre estas controvertidas cuestiones de las que nos ocupamos, nos hubiera gustado conocer la opinión del propio Domingo Fontán, ello no es posible pero a la trascendencia que para él tuvieron estos acontecimientos nos podemos aproximar a través de un cuadernillo que el Geógrafo redactó con ocasión de ausentarse de Santiago para desplazarse a París en 1839 para ocuparse del grabado de las piedras litográficas de su Carta Geométrica, titulado:

Índice de Documentos. Fundación Domingo Fontán

«Índice de los documentos que dejo en Galicia en poder de mi esposa:

Escuela de Geógrafos

Reales Órdenes

Año 1835, mes de Febrero

Mi nombramiento de Catedrático Director del Observatorio en 19 de dicho mes.

Mayo 1º y Abril 30

Nombramiento de Director de la Escuela Especial de Ingenieros, Geógrafos y otros 3 Decretos de igual fecha sobre la formación del Cuerpo de Ingenieros de Caminos, Minas y Montes, sus respectivas inspecciones y Escuelas Especiales dependientes del Cuerpo de Ingenieros Civiles en unión con la de Geógrafos (Abril 30).

Real Orden de igual fecha nombrándome Director encargándome que proponga lo necesario en el primer establecimiento.

Mayo 1º

Mi contestación limitándome a dirigir la Escuela Central de Astronomía ejercitando a los alumnos de aquella en las observaciones astronómicas y operaciones geodésicas con el auxilio del Ayuntamiento.

Mayo 25

Real Orden para que me encargue de la enseñanza y explicación de la Geodesia como aplicación inmediata de la Astronomía quedando relevado a los de la Topografía y Cálculo Superiores quedando ésta a cargo del Profesor Ingeniero de Caminos y Canales.

Mayo 31

Propongo a Don José (ilegible) para la Cátedra de Delineación y Dibujo Topográfico.

Insisto en Junio en no admitir la enseñanza de Geodesia limitándome a la Astronomía y a dirigir el Observatorio y la Escuela de Geógrafos.

Junio 21

Real Orden por la que se lleva a efecto la de 25 de Mayo próximo pasado.

Agosto 19

Dirijo al Ministerio el Reglamento de la Escuela.

Septiembre 14

Se me traslada  una Real Orden dirigida al Director de Caminos en la que se dispone:

1º Que las Escuelas de Caminos y de Geógrafos sean distintas una de otra aun cuando se coloquen en un mismo local o edificio.

2º Que los alumnos de ambas adquieran en la Escuela de Minas conocimientos generales de Mineralogía y Geognosia necesarias a las respectivas profesiones.

3º Que el Director del Observatorio sea el mismo de la Escuela especial de Ingenieros Geógrafos, proponga los más conocimientos, retribución de las materias que determine el Real Decreto de 1 de Mayo en 3 años de enseñanza.

4º Que el Director de Caminos lleve a efecto la propuesta del profesor de Ingenieros del ramo que ha de enseñar en la Escuela de Geógrafos y con arreglo a la distribución de los cursos en el período indicado, la Trigonometría rectilínea y esférica, la Topografía, Geometría analítica y los Cálculos diferencial e integral.

5º Que se comisione a uno de los oficiales de la 6ª sección de la Secretaría del Ministerio de lo Interior para que reconociendo los edificios más a propósito incluso el que ocupa la Escuela de Ingenieros de Caminos y Canales, proponga y faculte el local que haya de servir para la de Geógrafos.

Octubre 7

Cumplido lo dispuesto en el artículo 3º de la Real Orden de 14 de Septiembre proponiendo que en el 1er. curso se enseñe la Trigonometría rectilínea y esférica, la Topografía; el 2º la Geometría analítica y descriptiva y los cálculos diferencial e integral; y en el 3º la Geodesia y Astronomía práctica al propio tiempo se darán en los mismos 3 años ahora compatibles las lecciones de Minerología, Geodesia y las de Dibujo; éstas  en la Escuela y aquellas según lo prescribe dicha Real Orden.

Noviembre 3

Remito el presupuesto a la Escuela de Geógrafos dejando en blanco los sueldos de Profesores y empleados por falta de base y por delicadeza estando interesado como uno de aquellos. Este presupuesto y el del Observatorio se me pidieron por Orden de 14 de Octubre anterior y los firmé separadamente.

Duplicados del Decreto de 30 de Abril y Real Orden de 1º de Mayo sobre Escuela de Geógrafos y Bosques.

Carta dirigida a Don Ángel Vallejo Secretario del Ministerio y Proyectos que me pidió y acordó conmigo sobre la Escuela de Geógrafos».

  Comisión de Arreglo de los Ayuntamientos de Galicia

Año 1834

Diciembre 21. Se me nombra individuo de ella.

Año 1835

Enero 16. Real Orden con una Memoria de Don José Valladares y mi dictamen sobre los Ayuntamientos de Galicia.

Febrero 14

Se me traslada otra Real Orden dirigida a Don José Larramendi para que me entregue los expedientes del Ayuntamiento de Galicia. Se los devolví según su recibo de 4 de Agosto.

Febrero 26

Dictamen de la Comisión sobre Ley municipal.

Comisión Mixta de División Territorial

Año 1834

Diciembre 20. Nombramiento

Idem 24. Traslado del Presidente de la Comisión, Boal, Pesón y Garachico, solicitan cabecera  de partido. Quejas del Bollo y Triacastela.

Reintegro del Haber de mis sustitutos y asignación de mil reales mensuales desde que salí para Madrid para publicar la Carta Geométrica.

Año 1835

Real Orden de 13 de Enero para que la Universidad me abone 4.000 reales al mes, sustituto y los satisfaga durante mi Comisión 2.000 reales mensuales.

Enero 29. Otra por la que se me dan mil reales mensuales desde el 19 de Noviembre  último  con otra de 14 de Febrero para que así lo cumpla la Contaduría de Distribución.

Carta de Don José María Pérez  y mi contestación en fecha de mi salida de Santiago.

Memoria sobre la Formación de los planos topográficos

de las provincias y Carta General del Reino a consecuencia de Real Orden.

Esto y más antecedentes obran en poder del Sr. Don Antonio Gutiérrez.

Comisión para la Conclusión de la Carta de Galicia

Año 1828

Diciembre 6

Mi Memoria sobre el particular concluyendo a que se redactasen todas las operaciones geodésicas y astronómicas comprendiendo en ella, las Bases medidas, su reducción al nivel del Mar, La Triangulación de 1er. orden. Las Observaciones y cálculos de longitudes, latitudes y Azimuts y la determinación exacta de la Meridiana Central de Galicia y su perpendicular entre el Cabo de Finisterre y los límites orientales del Reino por ser esta línea geodésica prolongada la más ventajosa de su clase que pueda medirse en la Península y por último se dará a conocer la proyección adoptada que es la modificada de Flamister.

Año 1829

Febrero 6,

Comisión para que se dé fin a tan interesante obra y que todas las autoridades fomenten, auxilien y protejan este importantísimo  trabajo que sería gran dicha se pudiese extender a toda la Nación.

Esta Orden se pasó a todos los Ministerios (yo tengo copia de ella aunque no oficio).

Otra dirigida a la Junta de Aranceles y a mí para que progresivamente me entreguen del Fondo de Balanza los 5 ó 7 mil duros que yo pida para concluir mi obra.

Febrero 14

Mi contestación.

Abril 6

Otra Real Orden para que trace los caminos y de 18. Contesto que se me anuncien sus Ingenieros.

Octubre 28

Expongo que no se quién pagará la obra.

Noviembre 9

Lo hago con documentos

1830

Marzo 30

Se allana este reparo

1832

Junio 23

Pido instrumentos de ¿ilegible?

Julio 26

El Excmo. Sr. Superintendente me traslada Real Orden muy satisfactoria para que no se repare en entregarme los Fondos que acredite y pida.

Agosto 4

Contesté con gratitud.

1833

Ministerio de Fomento

Abril 22

Se me conceden los auxilios pedidos el 23 de Junio.

Mayo 8

Di el estado de la obra ofreciendo su entrega en 1834.

Mayo 25

Se me encarga su más pronta y perfecta conclusión.

Junio 15

Contesté que no fui ruinoso hasta entonces.

Junio 25

Solicito la protecciónde las autoridades de León.

Septiembre 8

Se dan dichas órdenes para ello, y el 23 contesto.

1834

Agosto 12: Se me dice que venga a Madrid

Agosto 30: Contesto

Septiembre 12: Reproducción de la anterior contestación

Septiembre 28: Enterado

Diciembre 3: Aprobación de la Orden confirmando la Real Orden de 28 de Enero de dicho año declarando legítima inversión de los 140.000 reales recibidos.

Carta de S.E. el Mayor Pérez, Anales y Gacetas

Antonio Gutiérrez González (Soto del Barco, (Asturias) 1777 – París 3 de Agosto de 1839) en cuyo poder se encontraba la Memoria de Fontán, fue Ingeniero de Caminos de cuya Escuela era profesor en 1834.

  Comunicación Medidas y Pesas

Febrero 28 de 36, contesté ¿?

Comunicación del Grabado de mi obra

1834

Diciembre 18: ¿ilegible? de Lareo

1835

Marzo 18: El Gobernador Civil ¿ilegible? contesta al Gobierno

Junio 21 y Agosto 9: Se me piden los trabajos geodésicos

Julio 12: Carta con ¿ilegible? en Agosto reclamando la propiedad de aquellos, depositando la obra recogiendo recibo.

1836

Se me releva de recibir los 160.000 reales para el grabado de la obra quedando ésto a cargo del pagador del Ministerio y al mío el contratar, debiendo cuanto antes presentar la exposición de mis operaciones como complemento imprescindible, contesto en 14.

1837

Diciembre 1º. Pido mi obra para adicionarla y en 1º Enero me la devolvió el Sr. Marqués de Someruelos entregando yo el recibo que tenía yo presentándolo.

Correspondencia y copia de las exposiciones de las Diputaciones de Pontevedra, Coruña y Lugo para que mi obra se publique.

Expediente promovido por el Tribunal Mayor de Cuentas, rindiéndolas yo por los Fondos de la Carta

Recibo Real Orden de 28 de Enero de 1834 y la de 3 de Diciembre del mismo año.

10º Correspondencia con la Junta de Aranceles

11º Informe sobre Cartas Administrativas

Carpeta importantísima

Mi testamento en Noviembre de 1838

Clasificación de mi sueldo

Viudedad de mi esposa

Reglamento del Montepío de oficinas

Mi título de Catedrático y posteriores premios

Cuenta de 12.000 reales de la Cátedra de Astronomía aprobados

Real Orden de 28 de Enero de 1834 para que no se me pidan  cuentas del Mapa.

Cupo de la partija de mi madre.

Legajos separados

N.V. títulos de Universidad y de Catedrático de Geometría y Mecánica con la fe de bautismo.

2º Cuentas de la Fábrica desde Julio de 1827 a fin de 1837.

3º (anterior) Pertenencias supuestas de los vecinos de Vilela, fe de bautismo mía y de mi esposa.

4º (anterior) nº 5) Cuentas pendientes con D. Gregorio Moreno ¿ilegible? de María Suárez de ¿ilegible? y D. José Valladares

Recibos de 2.521 reales y 17 maravedís y de 150 ducados por mi suplidos y que me debe mi suegra de las casas del Toral y Ánimas.

5º * (anterior 15) Deudas y cartas relativas a acreditarlas a favor mío y de mi hermano aunque incobrables. Entre otras la de Tomás Albores por la casa de Reina.

6º (anterior 33) Correspondencia con la Universidad, Inspección a Estudios, Ministro Ballesteros y otros, índice de libros y papeles ¿ilegible? Cadesido en 1834.

Curación de las cataratas de mi suegra

Mis cuentas con D. José de Andrés García y Compañía hasta la última liquidación que llevo conmigo.

Correspondencia con Pedro Riva sobre libros.

D. Plácido ¿ilegible? Flete del teodolito, sobre o carta de las cajas del Mapa.

Libros

Callet

Zaek

Francoeur

Puissant Descripción de la France. Partidas del Reino.

Adicciones al Almanaque de 1822

Memoria de la Limia y de Rodríguez sobre el Mapa de España

Croquises de Carballino Ribadavia»

Retomando la vida de Fontán, una vez que se estableció en la Villa y Corte en el año 1835, allí permaneció hasta el mes de Junio en el que obtuvo licencia para desplazarse a Galicia «a restablecer su salud», regresando en compañía de su familia con la intención de hacerse cargo de la dirección de la Escuela de Ingenieros Geógrafos, no siendo posible su puesta en funcionamiento por las razones ya expuestas; limitándose a la dirección del Real Observatorio Astronómico con su Cátedra de Astronomía.

El 25 de Febrero de 1836, por Real Decreto del Ministerio de la Gobernación se crea la «Comisión que proponga lo conveniente sobre Pesas y Medidas». Entre las personas ilustradas que la formaron bajo la presidencia de Bernardo Borja Tarrius se encontraban entre otros Vicente Vázquez Queipo y Domingo Fontán, quienes mantenían criterios opuestos, pues mientras Vázquez Queipo proponía como lo más conveniente la metrología tradicional tomando como base la vara de Castilla, Fontán defendió la implantación del Sistema Métrico Decimal.

También en ese año 1836, Fontán empezó su actividad política, fue determinante el Real Decreto de 26 de Mayo que favoreció las pretensiones de Vigo para recuperar la capitalidad de la provincia; por tal motivo en el Ayuntamiento de Pontevedra se pensó en Fontán como el mejor valedor de sus intereses incluyendo en las listas electorales como candidato a Procurador en Cortes, donde tal petición estaba destinada a ser debatida.

El 12 de Agosto de 1836, tuvo lugar el Motín de los Sargentos de la Granja que derogó el Estatuto Real restaurando la Constitución de 1812.

Las terceras elecciones de ese año se celebraron en Octubre,  en las que Fontán salió elegido Diputado independiente por la citada provincia de Pontevedra, simpatizó con el Partido Liberal Moderado que ideológicamente era liderado por el sector Monárquico Constitucional.

La carrera política de Fontán, que según diferentes autores, dicen fue la causa de que se prescindiese de él para la Formación  de la Carta General del Reino, se concreta en tres legislaturas.

La de las Cortes Constituyentes 1836-1837 que dieron principio el 17 de Octubre de 1836 y concluyeron el 4 de Noviembre de ese año. En dicha legislatura hubo mayoría Progresista.

La de las Cortes Ordinarias de 1837-1838 que se iniciaron el 13 de Noviembre de 1836 y finalizaron el 18 de Julio de 1838, en ellas la mayoría fue Moderada.

Y la de las Cortes también Ordinarias de 1841-1842 que se abrieron el 26 de Diciembre de 1841 y se cerraron el 16 de Junio de 1842, de mayoría Progresista.

Diarios de Sesiones. Fundación Domingo Fontán

De esa primera legislatura de 1836-1837 hoy nos interesa resaltar la encendida defensa que Fontán efectuó sobre la capitalidad de Pontevedra ante la Real Orden de 26 de Mayo de 1836 que favorecía la capitalidad de Vigo, formulando una propuesta en la Sesión del Congreso de los Diputados celebrada el 19 de Diciembre de 1836 que defendió en la Sesión del día siguiente.

En su debate el Diputado por Cáceres Álvaro Gómez Becerra replicó a Fontán afirmando:

«Después del ardiente y sólido discurso para fundamentar su proposición…»

En la Sesión del 25 de Enero de 1837, por la Comisión de Diputaciones Provinciales se pasó «una instancia remitida por el Sr. Secretario de Despacho de la Gobernación de la Península  de la Diputación Provincial y Junta de Armamento y Defensa de Pontevedra solicitando que la Carta de Galicia levantada por el Sr. Domingo Fontán se grabase a la mayor brevedad repartiendo sus cuatro provincias la cantidad que al efecto fuese necesaria».

En la del 10 de Febrero, Fontán en sustitución del Diputado Ruiz Carmeño, pasó a formar parte de la Comisión Territorial del Congreso de los Diputados, que no debemos confundir con la Comisión Mixta de División Territorial a la que también pertenecía.

En Sesión de 15 de Marzo de 1837, se aprobó sin discusión el dictamen de la Comisión de Diputaciones Provinciales sobre el Grabado de la Carta Geométrica de Galicia:

«La Comisión reconoce que se haría un honor a la Monarquía con provecho de la causa pública, no menos que a su autor Don Domingo Fontán, que se llevase a efecto a toda brevedad el grabado de dicha carta, aprovechando así los gastos que por cuenta del Estado están hechos hasta el día; y por lo mismo, es de Dictamen que vuelva el expediente al Gobierno para que excite a las tres restantes Diputaciones Provinciales de Galicia a la cooperación de los gastos necesarios al complemento de la obra, por medio de arbitrios que no estén destinados a la conclusión de la Guerra Civil y con su contestación lo devolverán a las Cortes para que éstas determinen lo más conforme. Sin embargo, su alta sabiduría resolverá lo más acertado».

También durante esta Legislatura, con activa intervención de Fontán, se promulgó la Constitución de 1837, que en materia de División Territorial, tomando como base la de Javier de Burgos de 30 de Noviembre de 1833. En sus artículos 16, 22, 69 y 77 se refería a las provincias para designar Senadores, Diputados, establecer Diputaciones Provinciales y Cuerpos de Milicia Nacional.

Resulta conveniente precisar como preludio de lo que aconteció en 1840 que:

El 12 de Agosto de 1837, se sublevaron los Oficiales del Ejército de Baldomero Espartero acantonados en Pozuelo de Aravaca y El Pardo (Madrid) pidiendo la caída del Gobierno y la derogación de la Constitución de 1837. Mendizábal acusó a Espartero de ser el instigador de la rebelión. Los Oficiales sublevados en un principio fueron depurados para seguidamente recuperar sus empleos, resultando triunfantes ante la caída del Gobierno de José María Calatrava, éste era el ambiente que imperaba en la Legislatura de 1836-1837 que tocaba a su fin.

El día 1 de Diciembre de 1837, Domingo Fontán solicitó del Gobierno la devolución de su Carta Geométrica de Galicia y demás trabajos geodésicos, que entregó para su grabado y estampado en talleres de Barcelona, ello a la vista de la imposibilidad de llevarlos a cabo por razones tanto técnicas como económicas. Dicho mapa le fue devuelto previa entrega de recibo el día 1 de Enero de 1838 por Joaquín Muro Vidaurrieta, Marqués de Somoruelos, quien ocupó la cartera de Gobernación del Reino del 16 de Diciembre de 1837 al 6 de Septiembre de 1838, igualmente fue Presidente del Consejo de Ministros del 22 de Septiembre de 1837 al 1 de Enero de 1838.

Domingo Fontán renovó su escaño por Pontevedra en las Cortes Ordinarias de 1837-1838 en las que en Sesión del 24 de Enero de 1838, se dio lectura a una proposición suya para economizar el gasto público;  en ella hacía referencia a los Gobiernos representativos y a los despóticos que como ya hemos argumentado, saliendo al paso de lo afirmado por Reguera Rodríguez, es incierto que le dieran lo mismo unos u otros, en ella Fontán afirmaba:

«Pasó la autoridad despótica de la Monarquía y sin embargo continúan los abusos en las Capitanías Generales y continúan con provecho de los que las desempeñan y con perjuicio de la Nación, pues siguen cobrando un sueldo de 6.000 duros, igual al de los Consejeros de la Corona. ¿Y los segundos cabos?  Esta es historia muy larga. Los segundos cabos yo no veo más que unos empleados inmediatos que deben suceder a los Capitanes Generales en caso de muerte o enfermedad, y sin embargo cobran del Tesoro unos sueldos exorbitantes.

La Nación suda y paga y entre tanto viva el gobierno representativo y el despótico; el representativo para poder decir «Viva la Constitución, viva Isabel II y el gobierno despótico para que vivan los sueldos….»  «…. Yo hago esta proposición para dejar a salvo mi honor; por lo demás el Congreso decidirá lo que crea más justo. Yo la hago para que queda consignada mi opinión, sin temor de nadie, no temo ni a los que ciñen espada, ni a los que no la ciñen, solo me temo a mí mismo».

Años más tarde, esos que ciñen espada también ceñirán los teodolitos y sextantes componiendo mayoritariamente las comisiones encargadas de levantar el Mapa Topográfico Nacional.

El 1 de Marzo de 1838, se debatió en el Congreso la comunicación del Diputado Ramón de la Sagra solicitando permiso para ir a París cuatro meses para efectuar la impresión de su Historia Físico Política de la Isla de Cuba.

Fontán defendió a gritos la proposición de la Sagra, por el mucho ruido de desaprobación que había en el salón y de las frecuentes interrupciones del Presidente llamando al orden, este discurso que apenas se oyó, ha servido a algunos para tomarlo como base para argumentar el carácter exaltado y vehemente de Fontán «descargando un genio incontrolable contra sus compañeros del Congreso».

Al día siguiente fue nombrado miembro de la Sociedad de Geografía de París.

Fontán fue blanco de infinidad de alusiones personales en el Congreso, hoy nos referiremos a la réplica del Diputado José Muñoz Maldonado efectuada en la Sesión del día 7 de Mayo de 1838, en contestación al discurso de Fontán como miembro de la Comisión de Empleados.

«… La convicción del Sr. Fontán no debe ser esa y solo un extravío de su celo. Ansío se llegue a tratar el presupuesto del Ministerio de la Gobernación para ver si le merecen alguna excepción los empleados del Observatorio Astronómico a cuyo frente se halla S.S. o si también les reputa sanguijuelas del Estado».

Fontán a su vez le contesta:

«…. Yo no dije que los Señores Ministros del Tribunal que da  las Órdenes sean sanguijuelas del Estado…» «…. Dije y repito que el número de empleados no debe aumentar sin necesidad; que deben ser precisos y estar bien dotados, que aumentar o sostener empleados innecesarios, es crear sanguijuelas que chupen la sangre del Estado. No se por qué S.S. aludió a mí, pues sería proponiéndose escatimar el presupuesto del Observatorio que está a mi cargo. Sepa S.S. que en él no hay sueldos de 40.000 reales, ni yo con 50 años de edad, encanecido en servir desinteresadamente a mi país, llegué a ese sueldo, que S.S. goza a los 30 años».

Concluyendo la Legislatura, Fontán recibió por fin en virtud de Real Orden de 12 de Junio de 1838, los 160.000 reales acordados por Real Orden de 15 de Febrero de 1835, para el grabado y estampado de su Carta Geométrica que se debería efectuar en París de conformidad con lo establecido en Real Orden de 25 de Abril de 1836.

Así por Real Orden de 10 de Julio de 1838, se le autorizaba a ir a París a desempeñar tal cometido, declarándole responsable de la legítima inversión de la cantidad recibida, debiendo tener presente para el grabado las observaciones que indica en nota Vicente Vázquez Queipo desde París en fecha del 18 de Abril de 1835.

El «Eco del Comercio», órgano de difusión del Partido Progresista del que era su Director y Redactor el Diputado y Geógrafo Fermín Caballero Morgaez, convirtió la entrega de los fondos para el grabado de la Carta, en arma política para atacar al Ministerio Moderado de Narciso Heredia Begines de los Ríos, Conde de Ofalia que gobernó en esa legislatura.

En el número de ese periódico de la Corte correspondiente al 12 de Septiembre de 1838,  señalaba la inversión de esos 160.000 reales como ejemplo de las «malas inversiones y saqueo de los fondos públicos» alegando que «no estaba levantado científicamente» y que está hecho como «cualquier lego pudiera hacerlo».

A finales de Enero de 1839, Fontán partió para París  a efectos de dirigir el grabado de las piedras litográficas de su Carta en los talleres del Grabador Bouffard, regresando a Santiago a primeros de Julio del mismo año.

El 24 de Julio de 1839, se celebran las elecciones a Cortes que fueron convocadas el día 1 del mes de Junio anterior, en ellas Fontán obtendría además del escaño por la provincia de Pontevedra, otro por la de Lugo.

Las elecciones de Pontevedra y las de otras provincias en cuyas listas figuraban diputados moderados como en  Navarra, Logroño, Santander y Hueva fueron anuladas como consecuencia de las irregularidades cometidas, no solo en la comisión de actas sino en la formación de mesas.

En las elecciones de Lugo el acta electoral no llegó a aprobarse.

El 29 de Agosto de 1839, concluye la Guerra Carlista con el Convenio de Vergara firmado entre los Generales Espartero y Maroto. El acuerdo quedó sellado con un abrazo entre ambos Generales ante las tropas de  sendos ejércitos el 31 de Agosto. El pretendiente Carlos María Isidro de Borbón, hermano de Fernando VII, Carlos V para sus partidarios, el 14 de Septiembre de 1839 abandonó España.

El día 1 de Septiembre de 1839, tuvo lugar la Sesión Regia de apertura de las Cortes que se reunirían hasta el 31 de Octubre de ese año, quedando suspendidas por Real Decreto de 18 de Noviembre de 1839.

El 31 de Diciembre de 1839, ante las elecciones convocadas por Real Orden de 19 de Noviembre de 1839, celebradas el 19 de Enero de 1840, a Domingo Fontán se le omite en las listas electorales de candidatos por la provincia de Pontevedra constando únicamente como suplente por la provincia de Lugo.

El día 19 al 23 de Enero de 1840, se celebraron las elecciones en las que Fontán salió elegido Diputado sustituto por la provincia de Lugo sin tener ocasión de ser dado de alta. Ramón de la Sagra obtuvo un escaño en representación de la provincia de La Coruña. El 18 de Febrero tuvo lugar la Sesión Regia de apertura de las Cortes en las que Domingo Fontán como suplente no participó.

El Gobierno Moderado de Pérez Castro, salido de las elecciones, presentó en las Cortes en Marzo de 1840, un proyecto de organización de los Ayuntamientos de un solo artículo que tenía una clara significación política. Los Moderados aspiraban a que en lo sucesivo los alcaldes no fueran designados por elección popular sino por el Rey o por el Jefe Político de la Provincia, pues quienes controlaban los Ayuntamientos obtenían ventaja en las elecciones generales. Los Progresistas con razón temían perder el control que ejercitaban sobre tales Ayuntamientos.

La Regente María Cristina, sancionó la Ley de Ayuntamientos de 14 de Julio de 1840 en Barcelona, donde se produjeron graves desórdenes que sofocó Espartero.

La sanción de la Ley de Ayuntamientos supuso el cese de Fontán en la Comisión Mixta de División Territorial que fue disuelta el 15 de Septiembre de 1840.

El día 1 de Septiembre de 1840, en Madrid el pueblo y la milicia tomaron las armas jurando no soltarlas hasta que la Reina Gobernadora derogase la ley de Ayuntamientos y disolviese las nuevas Cortes. Las revueltas se extendieron por todo el país, Espartero el día 7 se pronunció a favor de los sublevados e hizo suyas las reivindicaciones del alzamiento, negándose a reprimir al pueblo. El 16 la Reina Gobernadora nombró a Espartero Presidente del Consejo de Ministros con facultad para nombrar a tales Ministros.

Como consecuencia de estos hechos, se formaron Juntas de Gobierno en las Provincias; el día 19 de Septiembre la Junta de Gobierno Provisional de la Provincia de Madrid, puso a la Regente María Cristina como condición para poner fin a la insurrección armada, entre otras, la anulación de la ley de Ayuntamientos, y la disolución de las Cortes, hechos éstos que determinaron su exilio.

La Junta Provisional de Madrid, el 20 de Septiembre de ese año de 1840, bajo el pretexto de no reconocer la autoridad de la misma, procedió a una auténtica purga de los Moderados que ocupaban cargos en la Administración y en los mandos del Ejército, entre ellos se suspendió a Domingo Fontán de su destino de Catedrático Director del Observatorio Astronómico, al igual que de su Comisión del Grabado y Estampado de la Carta Geométrica de Galicia.

Ello obligó a Fontán a remitir una exposición al Secretario del Despacho de la Gobernación de la península Manuel Cortina el 7 de Noviembre de 1840, en la que le advertía del incumplimiento del contrato por él suscrito con el Grabador Leon Bouffard y pérdida del depósito de los fondos que para tal fin se le concedieron para el grabado de la Carta Geométrica de Galicia, lo que determinó que por Real Orden de 21 de Diciembre fuese repuesto en la referida Comisión del grabado y estampado de la citada Carta Geométrica.

Por Real Decreto de 23 de Noviembre de 1840, el Ministro Manuel Cortina creó la Comisión Facultativa del Mapa de España y su División Territorial en sustitución de la Comisión Mixta de División Territorial de donde procedían sus miembros: Fermín Caballero, empleado de Gobernación, que ocupó la Presidencia, José García Otero, Profesor de la Escuela de Caminos, Juan  Subercases,  Director de la Escuela de Caminos y Antonio Montenegro, Brigadier de Infantería, Celestino Piélagos, Teniente Coronel de Ingenieros, y Manuel Quesada, Capitán de Navío.

Domingo Fontán, una vez depurado, ya no tuvo sitio en esta nueva Junta encargada de levantar la Carta General del Reino ni en las demás que posteriormente se fueron formando.

En el artículo 2º del Real Decreto, que creó la Comisión Facultativa del Mapa de España y su división territorial, ordenaba que se debía remitir a la Comisión, todos los mapas, trabajos topográficos que existieran en las dependencias del Gobierno.

Por Real Orden de 20 de Diciembre de 1840, se mandó proceder a la compra de los instrumentos necesarios para la rectificación de los mapas provinciales.

Fermín Caballero además de presidir la Comisión en 1841, ocuparía el cargo de Jefe de Negociado de Estadística del Ministerio de la Gobernación. Mediante Real Decreto de 7 de Febrero pidió a los Ayuntamientos unos estados, llamados «matrícula catastral» elaborados por el mismo, donde se recogía la riqueza territorial.

Por Real Orden de 24 de Marzo de 1841, se estipulaba:

«Excelentísimo Señor, la Regencia Provisional del Reino se ha enterado con sentimiento del deplorable estado en que se encuentra el Observatorio Astronómico de Madrid, insuficiente en la actualidad para el objeto a que está destinado: Cerrado durante estos dos últimos cursos a la enseñanza por fallecimiento del ayudante del mismo, (Pedro María Delgado) único profesor que desempeñaba desde 1835 época de su restablecimiento y costado al Estado la cuantiosa suma 121.000 reales que las Cortes valoran para el mismo en la Ley de Presupuestos.

En esta atención, considerando que la mayor ventaja que hasta el día se ha podido conseguir de este establecimiento ha consistido en las observaciones atmosféricas debidas al interés por la ciencia del Ingeniero de Caminos Jerónimo del Campo, Encargado provisionalmente del mismo como profesor especial del cuerpo atendiendo por otra parte que existe en San Fernando un Observatorio suficiente por ahora para las necesidades astronómicas de España; y teniendo presente por último la necesidad de aprovechar de una manera práctica los medios de observación existente en Madrid y de proporcionar la debida economía en los fondos públicos se ha servido resolver lo siguiente:

1º El Observatorio Astronómico de Madrid se convierte en Observatorio Metereológico.

2º Este establecimiento estará bajo la mediática inspección de la Dirección General de Estudios.

3º Habrá al frente un Director que al mismo tiempo que haga las observaciones tome anualmente las tablas y los cálculos correspondientes se encargue de una enseñanza de Geografía, Astronomía y Física; la dotación de este empleado será de 12.000 reales anuales.

4º Y además del profesor habrá un ayudante del Observatorio, capaz de continuar las observaciones con arreglo a las instrucciones recibidas del Director con obligación de vivir en el mismo establecimiento. El ayudante disfrutará de 4.000 reales anuales.

5º Se asigna para gastos del Observatorio y de la Cátedra, adquisición de instrumentos y útiles para la misma y conservación del edificio 10.000 reales anuales.

6º La Dirección General de Estudios propondrá al Gobierno a la mayor brevedad posible las personas que juzgue más a propósito para los expresados cargos.

La Regencia Provisional del Reino espera que esa corporación cooperará a la ejecución de estas disposiciones, no perdiendo nunca de vista que su objeto ha consistido en asegurar eficazmente para la enseñanza pública en los servicios puede prestar por su estado actual el Observatorio y cuidar que las observaciones no desmerezcan de las que se han hecho en este último año proporcionando al propio tiempo al Estado la economía que resulta de 95.000 reales anuales.

De orden de la expresada Regencia, lo digo V.E., para su conocimiento y efectos consiguientes, Dios guarde a V.E. muchos años, Madrid 2 de Marzo de 1841 – Manuel Cortina, Señor Presidente de la Dirección General de Estudios.

Por Real Decreto de la Regencia Provisional del Reino de 29 de Abril de 1841, se mandaba:

«1º Que los Ingenieros y Facultativos a quienes se encargue la rectificación de los mapas provinciales se arregle estrictamente a la instrucción adjunta y modelos que la acompañan.

2º Que asimismo se acomoden a las escalas, signos y caracteres de letra que prescribe dicha instrucción para los planos manuscritos todas las oficinas y dependencias del Gobierno, los Ingenieros, Arquitectos, Agrimensores que formen planos manuscritos por cuenta del Estado o por encargo de las autoridades y corporaciones dependientes del Gobierno, las demás a que haya que darse un carácter oficial.

Que para facilitar la uniformidad que se desea se remitan ejemplares de instrucción a todos los ministerios, a las direcciones facultativas, diputaciones provinciales, jefaturas públicas, sociedades económicas, dándose por cada ramo las órdenes oportunas para que tenga cumplido efecto esta disposición, lo que de Orden de la misma Regencia, comunico a V.E. para los efectos correspondientes en las dependencias de ese Ministerio. Dios guarde V.E. muchos años, Madrid, 29 de Abril de 1841, Manuel Cortina, Sr. Ministro de….”

El 26 de Diciembre de 1841 dio principio la Legislatura de  1841-1842, que como apertura tuvo lugar el discurso del Regente del Reino Baldomero Espartero, en el que a los efectos que hoy nos ocupa afirmaba:

«El buen orden de la administración exige una división del territorio que enmiende los defectos que la experiencia ha hecho conocer en la que hoy rige; con este fin se os presentará el proyecto de ley que reclama el bien público».

Proyecto éste del que se ocupó Fermín Caballero por encargo del nuevo Ministro de la Gobernación Facundo Infante Chávez, quien lo presentó al Gobierno a principios del año 1842.

El nuevo proyecto es el resultado del trabajo de la Comisión Mixta de División Territorial quien se ocupó de las reclamaciones que se efectuaron a la División Provincial de Javier de Burgos de 1833.

Una de sus peculiaridades, es que se cambiaron los nombres históricos de las provincias por accidentes geográficos, particularmente Galicia se dividió de la siguiente forma:

Provincia de Finisterre – capital – La Coruña

Provincia de Miño – capital – Lugo

Provincia Ulla-Tambre – capital – Santiago

Provincia Atlántico – capital – Vigo

Provincia Avia y Limia – capital – Orense

Una vez más, vemos cómo se proyectaba una nueva división territorial sin contar con una Carta General del Reino.

Por Real Decreto de 9 de Mayo de 1843, el autor del anterior Proyecto de División Territorial, Fermín Caballero fue nombrado por el Regente Baldomero Espartero, Ministro de la Gobernación de la Península, cargo que ocupó hasta el 19 de Mayo de ese año.

«Atendiendo a las particulares circunstancias que concurren en D. Fermín Caballero, como Regente del Reino durante la minoría de edad de la Reina Isabel II y en su Real nombre, vengo a nombrar Ministro de la Gobernación de la Península por renuncia de Mariano Torres Solanot que ha hecho de dicho Ministerio. Tendéislo entendido y lo comunicáis a quien corresponda. – El Duque de la Victoria – dado en Madrid, 9 de Mayo de 1843 – A.D. Joaquín María López«.

Fermín Caballero nuevamente volvió a ocupar el cargo del 24 de Julio al 10 de Noviembre de 1843, una vez que cayó el Gobierno del Regente Baldomero Espartero.

El Real Decreto de nombramiento es el siguiente:

«Excmo. Sr. S.M. La Reina Doña Isabel II y en su nombre el Gobierno de la Nación se ha servido determinar que vuelva V.E. a encargarse del Ministerio de la Gobernación de la Península como estuvo anteriormente en virtud del Decreto de 9 de Mayo último. Y lo comunico a V.E. para su inteligencia y efectos correspondientes. Madrid, 24 de Julio de 1843. Joaquín María López«.

Por Real Decreto del Ministerio de la Gobernación de 16 de Agosto de 1843, Baldomero Espartero fue privado de todos sus títulos, empleos y honores:

«La última prueba de ceguedad y de ambición que ha dado D. Baldomero Espartero al dejar el territorio español, obliga al Gobierno provisional a que señale al nuevo pretendiente con la marca de la execración pública, que el voto del país había ya lanzado sobre él. No bastando el bombardeo de ricas  ciudades, ni la sustracción de las arcas públicas, ni el patente designio de dejar entre nosotros gérmenes de subversión y de desorden, ha terminado el ex Regente su carrera vergonzosa con una protesta, que si bien es ineficaz y digna de desprecio ante un pueblo heroico, prueba bárbaro intento de mantener a algunos españoles en la ilusión y el extravío. Celoso el Gobierno de su propia dignidad y de la paz de la Nación que le ha proclamado, ha venido a decretar lo siguiente:

Artículo único: Se declara a D. Baldomero Espartero y a cuantos han suscrito la protesta de 30 de Julio último, privados de todos sus títulos, grado, empleos, honores y condecoraciones.

Dado en Madrid, a 16 de Agosto de 1843 – Joaquín María López, Presidente – Mateo Miguel AyllónFrancisco Serrano Joaquín de Frías Fermín Caballero«.

También Caballero en el desempeño de su puesto, se encargaría de la Dirección para levantar el Mapa de España compuesta mayoritariamente por Militares de los Cuerpos de Ingenieros, Estado Mayor, Artillería y de la Armada, dictando diferentes Decretos, entre ellos:

El de 12 de Septiembre de 1843, disponiendo que el Observatorio Meteorológico de Madrid quede a disposición de la Comisión nombrada para proponer los medios de levantar la Carta de España; y el de 27 de Septiembre, sobre la organización del personal, de las operaciones y trabajos de la Comisión Directiva del Mapa de España.

El Proyecto de División Provincial de Fermín Caballero como tantos otros se perdió y tuvo que volver a redactarlo y hoy se conserva su Memoria en la Real Academia de la Historia, pues nunca fue sometido a debate en el Congreso de los Diputados, al alcanzar el poder el General Progresista Moderado, Ramón María Narváez que lo ocupó durante la siguiente década llamada «Década Moderada», entre 4 de Mayo de 1844 y 17 de Julio de 1854.

Lo más relevante de este período fue que se promulgó la Constitución de 1845 en la que nada se afirma de cuestiones de división provincial, únicamente su artículo 70 señala que en cada provincia habrá una Diputación Provincial, provincias estas señaladas en la División Provincial de 1833 que con ligeras modificaciones ha llegado hasta nuestros días.

Fermín Caballero también fue autor del:

«Manual Geográfico- Administrativo de la Monarquía Española, Madrid, Imprenta Antonio Yenes 1844» compuesto de 1750 artículos en orden alfabético.

Fontán desempeñó su puesto de Diputado por Pontevedra en la legislatura de 1841-1842 como tenemos referido y a pesar de resultar  Diputado electo por Lugo y Pontevedra  en las elecciones celebradas el 27 de Septiembre de 1843 y por Pontevedra en las del  15 de Septiembre de ese año, una  vez terminado el Gobierno de Espartero, quien marchó al exilio el 30 de Julio de 1843, no juró su cargo, marchándose a Galicia, para ocuparse de la corrección del grabado de su Carta Geométrica con la ayuda de Alejo Andrade Yáñez, operación que concluiría en 1845 y posterior publicación de la misma en sus ediciones de 1847 y 1850, sin tener intervención alguna en el levantamiento del futuro Mapa Topográfico Nacional.

Sobre el mismo, Carlos Almonacid Ramiro, «Servicio Cartografía de la Universidad Autónoma de Madrid 24-5-2016», afirmaba:

«Los trabajos geodésicos recogidos en este mapa fueron iniciados por la Junta Directiva del Mapa de España en 1854 por el Jefe del Departamento de Guerra Manuel Monteverde.

La Comisión de Estadística del Ministerio de Fomento recibió todas las competencias cartográficas incluida la geodésica en 1859. En la misma ley se indicaba que los ingenieros militares seguirían encargándose de las triangulaciones geodésicas de primer y segundo orden.

En 1861 la Comisión pasó a denominarse Junta de Estadística y reforzó sus competencias siendo Francisco Coello su cartógrafo más importante. No obstante sus trabajos geodésicos continuaron recayendo en los oficiales del Ejército. Con el Decreto de Julio de 1866, que vació de contenido la Junta de Estadística, todas las competencias sobre el Mapa de España retornaron al Ministerio de la Guerra. Los trabajos geodésicos y los ingenieros militares que lo realizaban volvieron a depender del Depósito de Guerra hasta 1870 cuando se constituyó el Instituto Geográfico. Podemos decir que hasta 1876, los trabajos geodésicos de la red de primer orden fueron realizados exclusivamente por oficiales de los cuerpos facultativos del Ejército, Estado Mayor, Artillería, Ingenieros. 1876, eran 12 oficiales geodestas adscritos a esta tarea».

Seguidamente Almonacid Ramiro, en el apartado de su libro, «Valoración y Comentarios» hace un repaso de las operaciones de triangulación que se habían venido utilizando en España desde el siglo XVII, afirmando:

Triangulación de Galicia 1877. Biblioteca Rafael Más

Triangulación fundamental de la Carta Geométrica de Galicia. Fundación Domingo Fontán

           

«…Al otro lado de la Península, Domingo Fontán entre 1817 y los primeros años de la década de 1830, estableció una completa red geodésica para la construcción de su Carta Geométrica de Galicia. Además, durante la primera mitad del siglo XIX en distintas fechas y con autores muy diversos, se realizaron otras triangulaciones de menor extensión. En las fuentes de los mapas provinciales del Atlas Coello encontramos citadas las operaciones trigonométricas realizadas por el Ejército francés en torno a Madrid, además de algunas triangulaciones en las inmediaciones de Valladolid, las operaciones geodésicas de Victor de Munibe efectuadas para su mapa de la provincia de Vizcaya, las de Agustín Canellas en la provincia de Barcelona y las vinculadas a los mapas geológicos de León y Madrid.

Pero la heterogeneidad de todas estas redes, su evidente discontinuidad y la gran extensión de las zonas no cubiertas por ellos restaban validez a sus datos. Resultaba imposible enlazarlas y compensarlas con el rigor exigible a la geodesia…»

Sin embargo, en nuestra opinión, con ese rigor que exige la Geodesia, fue levantada la Carta Geométrica de Galicia, cuyos mapas de sus cuatro provincias, en ella basados, incorporó Francisco Coello a su Atlas de España: no se trataba de enlazar toda la heterogénea cartografía de la que se sirvió Coello, sino por el contrario de prolongar la red Geodésica levantada por Fontán en Galicia, al resto de España que carecía de ella, para ligarla con la efectuada para la prolongación de la Meridiana de Francia. Lo que no se efectuó por las razones que tenemos expuestas.

Pero lo más chocante, fue que tampoco la triangulación de Fontán se empleó en Galicia para la confección del Mapa Topográfico Nacional, de hecho se midió una única y nueva base en el Corgo, en el mismo lugar que la midió Fontán en el mes de Agosto de 1828.

En el libro titulado: «Aparato de Ibáñez para medir bases geodésicas, noticias compiladas por Rafael Álvarez Sereix y José Bellón de Arcps. Imprenta de la Dirección General del Instituto Geográfico y Estadístico. Madrid 1889″. En el capítulo VII titulado: «Medición de la  Base de Lugo» páginas 137-152 se afirmaba:

«De las ocho bases hasta ahora medidas en España con el aparato de Ibáñez, indícase, como ejemplo, la medición de la de Lugo. No hay para que advertir que habiéndose realizado aquí el trabajo en 1875, cuando aún no había sufrido alteración alguna el coeficiente térmico de las reglas de hierro el valor que se adoptó fue determinado por su autor en París diez años antes se halla situada la Base de Lugo en la carretera de primer orden de Madrid a La Coruña. Su extremo Oeste dista 11 km. de la ciudad de Lugo al Este a 705 m. de la Parroquia de San Juan del Corgo, partido judicial Provincia de Lugo, la extensión que se midió fue de unos 2.180 m…..»

«Las coordenadas geográficas de sus extremos son:

Extremo Este:  

Latitud 42º46’37»,24

Longitud 3º44’42»,64 Oeste

Altitud 443 m. 157

Extremo Oeste:

Latitud 42º57’4″86

Longitud 3º46’11»,18

Altitud 464 m. 393

Carta Geométrica de Galicia, Base del Corgo. Fundación Domingo Fontán

Triangulación de España 1877, Base del Corgo. Biblioteca Rafael Más

           

La operación se ejercitó bajo la dirección del Excmo. Sr. General Ibáñez, tomando parte en ella seis auxiliares de Geodesia, el conservador de instrumentos del Instituto y un destacamento de Infantería, los cálculos se hicieron al mismo tiempo por otros seis auxiliares de Geodesia, dirigidos por el Geodesta Coronel graduado Comandante de Estado Mayor Don Blas Casado.

La primera medición dio principio en el extremo Este el día 2 de Agosto de 1875 a las 20 horas 10 minutos y terminada en el Oeste el 5 del propio mes a las 0 horas 10 minutos.

El mismo día se trasladó el material al otro extremo y dio comienzo la segunda medición que terminó el día 7 a las 23 horas 33 minutos. La diferencia entre ambas mediciones es de 0m, 0012m. Cifra que da idea de la sorprendente precisión del aparato….» «… Conocidos estos errores probables debidos a las tres causas mencionadas el correspondiente total de la Base de Lugo será más o menos 0mm,722 más o menos 0,000000331 longitud media».

En el capítulo II, página 22 se efectúa una «Breve reseña de los aparatos para medir bases» donde se hace referencia al aparato de Borda «método que describe empleado por Fontán en la medición de esa misma Base del Corgo y de la de Formarís:

«Con este aparato midió Delambre en 1798 la Base de Melum y de Perpiñán para el arco de Meridiano de Dunkerque, más tarde en 1804, 1823 y 1825 a 1827 los Coroneles de Ingenieros Geógrafos Señores Henry, Bonned, Brousseaud y Coraboauf y el Comandante Delcros, lo emplearon en las de Ensisheim, Plovescat, Burdeos, Gaubera y Aix respectivamente en las cuales bases así como en las primeras se apoya la gran triangulación que cubre toda la superficie de Francia….»

Llegados a este punto, concluimos el presente trabajo que dedicamos a José Rodríguez González, como homenaje con ocasión de haberse cumplido el pasado 25 de Octubre el 250 aniversario de su nacimiento; recordando sus palabras  vertidas en su Memoria sobre el levantamiento del Mapa General de España en la que afirmaba que la vanidad, la intriga y el interés personal, fueron el móvil de las expediciones científicas efectuadas recorriendo las Américas, el África, las Islas del Sur y Asia, cuando aún se desconocían las producciones de España. Esa misma vanidad, intriga e interés personal de los llamados a levantar ese Mapa General, cuya primera hoja, por cierto publicaron en 1871 y la última en 1968, fue lo que impidió que Domingo Fontán prolongase y extendiese su triangulación de Galicia al resto de España.

Concluida la última corrección del presente trabajo, veo en la «Voz de Galicia.es» del 29 de Diciembre de 2020, el anuncio de la edición facsímil tamaño original, como en un formato más reducido de la Carta Geométrica de Galicia publicado por la empresa editorial de Santiago, Edicións do Corne, acompañado de una Introducción efectuada por Elena Vázquez Calderón, decana de Matemáticas de la Universidad de Santiago y Alberto Varela, profesor de la Escuela de Caminos de la Universidad de La Coruña:

Varela precisa: «… que es un mapa muy moderno en su forma de comunicar y recoge además de Galicia, un 25% de fuera, porque interesaba ver las comunicaciones con otros lugares…»

Manifestaciones éstas que no podemos compartir, por las razones expuestas además de que las leguas cuadradas de la parte limítrofe de León, Oviedo, Zamora y Portugal son 107,8 y la superficie de Galicia cartografiada es de 937, según cita Fontán, es decir su novena parte.

Seguidamente el articulista del «Correo Gallego» asevera que el objetivo de la decana de Matemáticas y del profesor de Caminos de La Coruña: que esta edición es el punto de partida para profundizar y difundir la obra de Domingo Fontán, al efecto ambos trabajan en la confección de un libro en que se aborde la figura poliédrica del autor; el periodista del Correo Gallego afirma que: «los dos expertos ya iniciaron los contactos con personas de diferentes ámbitos, desde el científico al cultural que permitan acercarse a la obra de Fontán».

¿Será este libro la monografía seria, el trabajo sosegado, o el manual que ponga al alcance de todos la vida y empresa de Domingo Fontán que Carlos García Bayon reclamaba en su artículo de ABC «los Caballeritos de Azcoitia de Galicia» publicado en 1966?

Nuestra recomendación para que así sea, nunca consejo, que por cierto no se nos ha pedido, es que la figura de Domingo Fontán transciende fronteras, por ello para acercarnos a su obra debemos alejarnos de cualquier atisbo de localismo.

Fontán en la Sesión del Congreso de los Diputados del 20 de Diciembre de 1836, afirmaba:

«He reconocido y levantado el plano de tan vasto reino y estoy acostumbrado a ver las cosas en grande, a hacerme superior a los intereses parciales cuando obstan al comunal…»

César Camargo Vicepresidente Fundación Domingo Fotán Marzo, 2021

Un comentario en “La Carta General del Reino

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